EL 2019 NOS ENCONTRARA UNIDOS O DOMINADOS


*Por Aritz Recalde

La Republica Argentina está iniciando la primera etapa de una crisis económica, política y social con destino sumamente incierto. En tal sólo cinco meses de una nueva gestión presidencial, el país se encuentra inmerso en recesión económica y protagoniza una inflación superior al 20%. Productos esenciales como la carne, el pan y la leche aumentaron en valores cercanos al 50%, originando en la mayoría popular un deterioro de su capacidad de consumo. De no modificarse la política económica, Argentina atravesará el año 2016 en una situación de estanflación.

El detraimiento del mercado interno resultante del desempleo, de la inflación y de las inmensas ganancias de las empresas de servicios de luz o de gas, hacen poco viable la actividad productiva de la Argentina. En paralelo, el gobierno nacional favorece la apertura comercial, la libertad financiera de los especuladores y emite bonos a altas tasas, generando incentivos a los negocios financieros y la fuga de capitales, por sobre la producción.

La crisis de Brasil, la baja del crecimiento de China y el deterioro del precio de nuestros productos de exportación, van a impedir cualquier tipo de “despegue” económico en el corto plazo.

El Estado está siendo cartelizado por las Corporaciones Trasnacionales, que definieron las siguientes prioridades de la política macroeconómica:

- Pagarle a los fondos buitres para beneficiar al sector financiero norteamericano y europeo.

- Devaluar el peso y bajar las retenciones de las grandes cerealeras y mineras exportadoras.

- Habilitar el aumento del combustible, la luz, el gas y el agua, para generar exorbitantes ganancias de las empresas de servicios. Para mantener la rentabilidad de las multinacionales, el combustible aumentó un 30% en tan sólo unos meses en un contexto de baja del precio del petróleo mundial. Para completar la discrecionalidad del Ministro de Energía, importamos gas licuado de Chile vía la empresa Shell de la que él es representante.

- Emitir bonos a altas tasas favoreciendo los negocios de los bancos y especuladores locales e internacionales.

- Permitir el aumento de precios de las grandes cadenas formadoras de precios.

No hay economía pública que soporte esta política y es por eso que se obliga al trabajador, los jóvenes, a los jubilados y a las PYMES a financiar la malversación de la riqueza nacional. Se le exige al obrero aceptar ser despedido o negociar una paritaria por debajo de la inflación. La política social de CAMBIEMOS parece orientada a pagar meramente el aumento de la boleta de la luz. Solamente y por citar dos casos, al jubilado le otorgaron un (1) bono de $ 500 y el proyecto de ley para la devolución del IVA de la canasta básica a los titulares de planes sociales, tiene un tope de escasos $ 300 mensuales. El empresario argentino está siendo perjudicado y pese a que CAMBIEMOS dice frenar la “ley anti despidos” en nombre del productor. Éste último supuesto carece de realismo cuando le suben todos los servicios y los impuestos, en cifras varias veces superiores a la indemnización al trabajador. Con dicha política macroeconómica, las PYMES o comercios se ven obligados a aumentar sus precios - profundizando la recesión del país - y muchos de ellos directamente van a quebrar.

La estrategia de los poderes internacionales que hoy manejan la Argentina consiste:

- Actuar políticamente con los delegados de los poderes económicos (CEOs en la gestión), mediáticos (local y extranjero) yjudiciales. A estos tres poderes, los acompañan sectores partidarios del GEN, del PJ, del sindicalismo o del Frente Renovador, entre otros.

- Debilitar al Estado y al gobierno argentino, frente al poder de las empresas y las potencias extranjeras.

- Debilitar a las organizaciones sindicales públicas y privadas, para poder transferir ganancias al capital foráneo y concentrado. Derrotado el sindicato, el empresariado local queda a la merced del importador extranjero y la financia internacional.

- Desplazar a la empresa argentina y a la actividad productiva local, para importar manufactura extranjera. Proponen detener la sustitución de importaciones de los últimos años, para hacer de la Argentina una plaza de la especulación financiera y un exportador de alimentos y recursos naturales.

- Mantener la crisis de gobierno, para empujarlo a la privatización de los activos públicos y a la apertura radical de la economía.

A cambio, los organismos financieros ofrecerán dólares que serán fugados en el mediano plazo por las multinacionales, que permitirán a la clase media atesorar y a los representantes e intermediarios de estos negocios, enriquecerse.

Como respuesta directa de dicho programa antinacional y antipopular, se generó una importante movilización. Solamente en los últimos tres meses, se produjeron masivos hechos colectivos:

- Reclamo contra los despidos de empleados estatales (CTA y organizaciones sociales y políticas).

- Movilización frente a tribunales de Comodoro Py (Kirchnerismo).

- Movilización de trabajadores privados y estatales el día del trabajador (CGT – CTA).

No hay antecedentes en los últimos años de tan masivas y diversas movilizaciones en tan corto plazo. En paralelo a estos tres grandes actos, hay cientos de manifestaciones de empleados petroleros, de empresas privadas, públicas o de la construcción. En el ámbito universitario se produjo un hecho histórico y los tres claustros (docente, no docente y estudiantil) convocaron a un paro y se movilizaron conjuntamente el 29 de abril. Los jóvenes de diversas orientaciones políticas, de izquierda o peronistas, marcharon por el boleto estudiantil el 6 de mayo.

La política macroeconómica favoreció una unidad de acción de los sindicatos nucleados en CTA y todo indicaría la conformación una CGT única. Cristina Fernández de Kirchner convocó a un “frente ciudadano”, que parece reiterar la experiencia trasversal de Unidos y Organizados de los últimos años de su gestión. El 3 de mayo asumió la lista de unidad del Partido Justicialista y se convocó a su reorganización, incluyendo a delegados del sindicalismo y a dirigentes partidarios no kirchneristas. Hay otro sector de agrupaciones sociales, culturales y de izquierda que desarrolla una acción intransigente contra el gobierno nacional y que no se siente representado en los dos sectores, pero que confluye en su enfrentamiento a Macri.

CAMBIEMOS asumió el mando del gobierno de la Argentina con el apoyo del poder económico, mediático y judicial. Además, canalizó el descontento popular contra una crisis económica mundial que impactó en nuestro país, que tuvo bajas tasas de crecimiento. Mauricio Macri se apropió del sentido de la palabra “cambio” o “mejora” de las demandas sociales o de seguridad no resueltas. Además y cuestión fundamental, CAMBIEMOS acertó en la estrategia política a diferencia del Frente Para la Victoria (FPV) que careció de una campaña consistente y de una propuesta para movilizar a la sociedad. Macri alcanzó la Presidencia gracias al histórico triunfo de María Eugenia Vidal en Buenos Aires y éste último se consolidó como resultado de las divisiones y errores de estrategia del FPV. Cristina impulsó para la gobernación a sus jefes de Gabinete y del AFCA y ello derivó en una derrota histórica que no tuvo antecedentes en el justicialismo bonaerense.

La potencial división del Kirchnerismo trasversal y el peronismo, es la garantía de continuidad del neoliberalismo de CAMBIEMOS. La Argentina y su pueblo demandan la unidad nacional y para garantizarla, es importante el reconocimiento mutuo de la importancia de ambos sectores. Sobre esta alianza SINDICAL, JUSTICIALISTA Y KIRCHNERISTA, deberá diagramarse la estrategia de articulación con el resto de los sectores políticos y sociales.

En el año 1946 Juan Perón convocó a la unidad de todas las organizaciones y constituyó el Partido Único de la Revolución Nacional, antecedente del actual Partido Justicialista. A 70 años de la histórica unidad política nacional, tenemos la responsabilidad de emularla reconociendo que el año 2019 nos encontrará unidos o dominados.

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