BELGRANO VISTO POR EVITA Y PERON



Por Pablo Adrián Vázquez*


El 20 de junio de 1820 Manuel Belgrano pasó a la inmortalidad y, con los años, se instituyó en su honor el día de la Bandera.

Sobre él se escribió mucho, desde la historiografía liberal, el Revisionismo, la Nueva Escuela Histórica, la Historia Social y la corriente nacional, popular y federalista.

De las biografías de Mitre, Gondra, Mario Belgrano (su descendiente) y del Instituto Nacional Belgraniano, a los juicios revisionistas de Furlong, Rojas, Newton, Minutolo, García Enciso, O’ Donnell, Pigna y Brienza, pasando a uno de los últimos textos de Halperín Donghi, y contando, finalmente, por la propia autobiografía del héroe de Tucumán y Salta.

Poco se supo de alguna referencia hecha por Juan Perón, y menos por Evita. Cultor de la historia, el ex presidente, amén de su rescate de San Martín como política de Estado, fueran pocas sus reseñas sobre el creador de nuestra bandera.

Ya en su exilio latinoamericano explicitó en su libro Los Vendepatrias, de 1957, su visión historiográfica cercana al revisionismo, pero sin una mención explícita de Belgrano.

Recién en un texto publicado por Eugenio Rom, en base a conversaciones que tuvo con el exiliado madrileño en 1967, Perón refirió:

“Los ejércitos revolucionarios marchaban sobre el interior, tratando de lograr pronunciamientos favorables y apoyo para la causa de Mayo. No siempre fueron bien recibidos… Lo que pasaba era que esas tropas llevaban escondidas en al mochila, la supremacía política y comercial del puerto. Y eso, recibía muy pocas simpatías, por parte de los habitantes de las provincias.

En una de esas marchas hacia el “norte”, el general Belgrano oficia al triunvirato pidiendo bandera. Ya había logrado tiempo antes, que se le autorizara el uso de una escarapela azul y blanca, para la tropa. Al cabo de algunos “tironeos”, consigue el fin su bandera con los mismos colores.

Con ella enarbolada, marcha rumbo al Alto Perú. Es una campaña dura y con muchos altibajos. Pero, con un final glorioso. En Salta y Tucumán, lleva su estandarte a la victoria, y con ello asegura la supervivencia de la revolución. El peligro de una invasión desde el Perú se aleja por un tiempo.”

Luego de ponderar a San Martín, Artigas y Bouchard, amén de rescatar la figura de los caudillos, señala las tensiones entre las provincias y los porteños. Al respecto afirmó:
“… el Directorio de Buenos Aires, no escatimaba torpeza o sucia tramoya por cometer, para usurpar el poder. Quizás la más infame, sea la orden dada a Belgrano de retirar el Ejército del Norte, que está custodiando la frontera, para utilizarlo, contra los caudillos del litoral que no acatan la supremacía del puerto”. La definición peroniana fue lapidaria: “Una inmundicia!”

Bueno, el ejército se subleva, retirar del mando a Belgrano y da por tierra con el Directorio, cuyos partidarios se llamarán a si mismos “unitarios”. Mientras el movimiento de los caudillos, se llamará “federal”.

Rareza historiográfica o justa reivindicación, lo cierto es que en su posición historiográfica no podía estar ausente Belgrano.

En el caso de Evita las referencias belgranianas fueron en sus clases de la Escuela Superior Peronistas de 1951, compiladas en la obra Historia del Peronismo, donde afirmó:
“… Todos los argentinos tenemos la dignidad que soñaron Belgrano, San Martín y todos nuestros próceres ilustres y esforzados, y la Patria mira de frente el presente y el porvenir, tal como ellos lo desearon en esos tiempos de lucha, sacrificándolo todo, su vida y sus esfuerzos, tal como ellos lo soñaron, y tal vez no creyeron que se podía realizar esa felicidad y esa dignidad hasta que llegara un argentino que retomara los hilos de la Patria que había dejado San Martín y que había dejado Belgrano”.

Se le suma los reconocimientos que Evita realizó en actos escolares de apertura del ciclo lectivo y en la donación de banderas que desde su Fundación efectuó a cientos de las escuelas, colegios y universidades del país.

Ilustre tribuno, docente, economista, periodista y pensador nacional, hoy figura exaltada con justicia por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, es nuestro deber recuperarlo del mármol del procerato liberal para descubrir al revolucionario.



* Politólogo; Docente de la UCES; Miembro de Número de los Institutos Nacionales Eva Perón, Rosas y Manuel Dorrego



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