VALORES Y POLÍTICA EN LOS TIEMPOS QUE CORREN



*Por Victor Leopoldo Martinez
Para no pocos de mi generación resulta brutalmente impactante ver y comprobar día a día cómo ciertos valores humanos asociados fundamentalmente al quehacer político se fueron trastocando, envileciendo cuando no quedando de lado, dando paso a otros más individualistas y mezquinos; esto dicho en términos comparativos. Existen valores perennes que en algunos momentos rigieron las conductas humanas tanto sea para respetarlos como para transgredirlos. Para colmo de males los actuales –y para mi- deformados valores vigentes, o mejor dicho los “antivalores”, son acompañados por una pasividad social que ronda la resignación.

Cuando me refiero a esos valores que yo añoro, lo hago con la intensión de rescatar de entre ellos aquel asociado al concepto heroico de la vida que acompañó a esa naciente juventud nacional formada en la cultura de la resistencia político-social, que luchaba por la igualdad entre los hombres y la justicia social allá por los “60”, y que se extendió hasta mediados de los “70” del siglo pasado. Valores que fueron vilipendiados sistemáticamente por el metamorfoseado liberalismo –la también naciente cultura neoliberal- que a fuerza de dictadura y represión primero y luego operando culturalmente a través de los medios de comunicación en períodos de “pseo-democracia plena” lograron hacer confluir a la tradicional vanguardia lúcida de liberales de izquierda y sus siempre eurocéntricos análisis críticos de la historia política nacional con la teoría de los dos demonios esgrimida por los sectores más reaccionarios de nuestra sociedad, caldo de cultivo para la instalación de una cultura de desvalores que hizo pie y creció vigorosa en nuestra querida Patria. Me estoy refiriendo concretamente a ese contraste actitudinal entre dos sectores sociales claramente posicionados frente a lo político, algo que se dio en el período que abarca las 4 últimas décadas de ese siglos “20” que Discepolo sabiamente lo definió como “Cambalache, problemático y febril”.

Se pueden utilizar innumerables ejes y variables “académicas” para leer e interpretar este fenómeno psico-social analizándolo “sesudamente”; estoy seguro que, objetivamente, llegarán a una conclusión no muy distinta a la mía. Quizá en determinar los orígenes y las razones de su instalación como hecho político-cultural consumado aparezcan las diferencias. Lo lamentable es que en la actualidad las causas y razones de esos males siguen sin ser atacadas; por el contrario se las tapan y continua el uso de esos desvalores (“el que no llora, no mama”) para criticar al gobierno y al Estado no solo desde los poderes económicos sino también para correrlo por izquierda, (“Y el que no afana es un gil”), o para denostar la política de los “no transeros” y doblarles el brazo hasta que transen con esos poderes económicos que en general son los mayores “chorros” según la definición popular (el formador de precios no es un delincuente político sino un empresario que “ajusta” los mismos según lo que establezcan las variables económicas internacionales(¿?); esto por dar uno de la decenas de ejemplos que hay). El resto es pura consecuencia; que no se detendrá ni corregirá con mayor represión a “ladrones de gallina” o control violento de las reacciones populares. Es claro que lo que buscan los poderosos de siempre es más impunidad (liberación de los mercados) para la deshonesta y evasora actividad privada, menos control para los Bancos y jueces de tal forma que estos últimos sigan amparando “legalmente” a los grandes mercaderes.

Se habla de corrupción para enjuiciar a los políticos corruptos (que seguramente los hay y en no poca cantidad), pero nunca a los corruptores (que también los hay y en número más considerable aún). La matemática más elemental indica que para que la corrupción exista como ecuación necesita dos componentes en el primer miembro, único modo que el algoritmo funcione: corruptor + corrupto = corrupción. Juegue usted señor lector con los elementos cambiándolos de miembros y verá los asombrosos resultados que seguramente facilitarían la solución a la problemática de individualizar y meter en cana a los responsables e implicados en hechos de corrupción y/o para eliminar el flagelo de raíz:

a)Corruptor=Corrupción-corrupto

b)
Corrupto=Corrupción-corruptor y

c)
(Corruptor+corrupto)-corrupción=0; en esta última utilizo los paréntesis porque su sumatoria es el resultado de la ecuación original, resultado que luego se le resta para ver que no quedan ni vestigios del estilo tramposo.

Los empresarios más delincuentes (y a la vez los mayores corruptores) constituyen el “modelo triunfador” a seguir y recomendado para los nuevos y jóvenes políticos que optan por la “ley del menor esfuerzo”. En la esfera privada (individualismo + codicia en sus más puras expresiones) todo está permitido y “amparado por particulares interpretaciones de las leyes”; cuentan con cobertura total en materia de impunidad para sus operatorias, y encima dichas manipulaciones mercantilistas están eximidas de ser encasilladas como “acciones políticas” por estar internalizado en el colectivo que las acciones llevadas adelante desde la “esfera privada” no están motorizadas ni tienen intenciones políticas. Se ha instalado perversamente en el colectivo que las cuestiones y decisiones en materia económica no parten de intereses políticos sectoriales. Para Macri (como el símbolo de un modo de pensar la política) son los perfectos administradores. Macri lo llama “el circulo rojo” y en su gran mayoría concurrió a la cena PRO en la Rural hace unas semanas; por dar otro ejemplo); poco importa que sus decisiones afecten directamente y en términos de la calidad de vida del resto de la población. Se lo vende como decisiones “inevitablemente técnicas” que imponen la lógica de las reglas económicas cuando en la realidad se trata de cómo sacan mayores ventajas los poderosos; se lo ofrece de manera desinteresada(¿?) “envuelto y con moño incluido” como la solución a todas las consecuencias negativas generadas por ellos mismos y que sueltos de cuerpo se lo endilgan a “errores en cuestiones técnico-matemáticas de la gestión anterior” que no respetó las reglas clásicas de la economía, muchas de ellas con supuesto rigor “científico”.

Y hablando de ciencia cabe aclarar algunas cuestiones que nos atañen y que sirven para entender ciertas valoraciones.

Hasta el día de hoy la ciencia nunca fue neutral y si un gran negocio para los poderosos, y muy lucrativa para ciertos científicos; la guerra entre los laboratorios medicinales por el control de la biodiversidad planetaria como fuente de materia prima para la investigación y futuro negocio de medicamentos es el más “escondido” ejemplo. En nuestro caso la hipocresía puede transfigurar los verdaderos intereses de los cerebros repatriados (científicos) por el programa “Raíces”; pero la fuga de esos mismos cerebros se dio por razones de “mala retribución” económica. Se fueron con los conocimientos adquiridos en nuestras universidades estatales gratuitas a venderlos en el extranjero (primó lo individual). El pueblo en general también era hambreado y/o recibía una miserable paga, y sin embargo porque amaba su patria no abandonó su terruño y se comió el garrón. Se bancó la malaria. ¿Qué no tenían recursos para hacerlo? Buen interrogante para discutirlo como argumento de lo que se entiende como Patria y en términos políticos. Hoy este gobierno se acordó de ambos, pero uno de ellos -y sin rencor alguno- recibe a los otros nuevamente en su seno y hasta un tanto alborozado. Creo que llegó la hora de hablar a calzón quitado para intentar ir sanando TODAS las heridas del pasado y evitar morir por un entripao.

La denostación a los políticos por hechos de corrupción hace posible su extensión a la política en general. Con la sobre valoración de la supuesta “eficiencia y honestidad privada” al frente del Estado el camino al control total del destino de una sociedad está asegurado: riqueza para unos pocos y miseria para el resto.

Los autores intelectuales del genocidio perpetrado por la última dictadura fueron civiles y se trató de una decisión netamente política. El sucio accionar de las fuerzas armadas actuando como ejercito de ocupación las colocó junto a políticos de partidos conservadores y otros tradicionales -de izquierda y derecha- que acompañaron a la dictadura como los corruptos de aquellas políticas; sus mandantes civiles (Sociedad Rural, Empresarios, Banqueros,) claramente fueron los corruptores. La ilegitima deuda externa que le crearon al país para favorecer intereses financieros internacionales y oligárquicos locales mientras se desindustrializaba el país, se empobrecía a nuestro pueblo y desparecían opositores (seres humanos) fue el hecho de corrupción más grande y criminal que haya conocido la historia argentina; solo superado en términos de daño económico-social y de soberanía política por la segunda década infame menemista.

¿Y pa’ mí cuanto hay?

Resulta doloroso tener que decirlo pero me quedo con los valores de mi compañeros de los “70”. Por lo menos yo no recuerdo ni uno solo de ellos que haya puesto su vida en juego dentro de la militancia política preguntando previamente ¿Y pa mi cuanto hay? Hoy no se habla de política sino se responde previamente a esa pregunta.

No pocos de aquellos desinteresados militantes ya no están. Tampoco serían modelos de conducta vendibles. El fin que nos llevaba y lleva a incursionar en política no es otro que ese noble ideal de tratar de conseguir una sociedad más justa a la hora de producir y que todos, sin distinción alguna, puedan disfrutar de una distribución más equitativa de lo conseguido con esfuerzo y trabajo; El fin pasaba por buscar el bienestar general formando seres más nobles y solidarios.

Que hubo traidores… ¡Vaya novedad! Desde Judas para tras y para adelante siempre los hubo, y hasta diría que son necesarios por ser el mejor modo de conocer lo que es la ruindad humana.

Lo cierto es que las actuales exhibiciones de conductas en “rosqueros políticos”, no solo opositores (que para ser una alternativa política dejan mucho que desear) sino también oficialista, son muy preocupantes. Es lamentable no escuchar debates de propuestas políticas que busquen mejorar aún más la vida de nuestros compatriotas; donde se debata en serio sobre cómo se consigue la verdadera independencia económica, cómo se enfrenta al poder oligárquico-financiero y cómo se discute la distribución de las ganancias que obtienen las empresas con el sudor de los laburantes; qué se entiende por soberanía política y el por qué la necesidad de una Justicia Social para evitar la violencia que genera la injusticia. Nadie tiene en claro que se entiende con el “ir por más” o “profundizar el modelo”. Hoy por hoy ya no se requiere de un modelo sino definir un proyecto político asentado sobre esos 3 pilares antes mencionados. Con ambigüedades, políticamente no se convence a nadie. Sin el acompañamiento de una clase trabajadora unida y consustanciadas con el proyecto para lograr el triunfo político es como querer hacer la revolución social sin pueblo, y el peronismo solo debe orientar su esfuerzo para garantizar la felicidad plena del pueblo que en su mayoría son trabajadores, su columna vertebral. En el seno de la oposición no hay nadie que entienda algo de esto para siquiera conversarlo lo cual nos genera como gobierno la necesidad de tener mayores gestos de responsabilidad política a la hora de actuar en defensa de la Patria. Para un peronista primero está la PATRIA; y en el seno del oficialismo se da por sabido algo que no fue discutido ideológicamente y viene siendo postergado en aras de un culto a la obsecuencia . Más lamentable aún es escuchar discutir a los opositores por prebendas donde los cargos no son para servir a la sociedad sino botines de donde piensan sacar la mayor ventaja personal posible sirviéndose de la función pública (Alianza PRO-UCR-Carrio).

Hay una juventud que a Dios Gracia volvió a creer en la política como un lugar de debate de ideas y propuestas; que cree que con trabajo se puede mejorar aún más. Sería muy triste que la desilusión de ver el lamentable espectáculo dado por los que dicen ser dirigentes políticos los lleve también a ellos a encolumnarse en lo peor del neoliberalismo, “la ley del menor esfuerzo”; viéndola como la salida más cómoda y fiable. En ese caso nuestro futuro es más que incierto y hasta lo veo lamentable. En mis sueños eso no figura.


Gentileza: Revista El Emilio

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