UTURUNCOS, ORIGENES DE LA GUERRILLA PERONISTA

 (*) Ernesto Salas - Fragmentos de su libro)



Símbolo de Uturuncos, una "U" sobre la estrella federal (Estrella de 8 puntas)
En la primavera de 1959 un grupo de hombres de los comandos de la resistencia peronista de la zona noroeste del país decidieron encarar la primera experiencia de guerrilla rural de la Argentina contemporánea.

Durante ese año y el siguiente, varios grupos de militantes intentaron instalarse y mantenerse en la zona boscosa de Tucumán, en el departamento de Chicligasta, al sur de la provincia .

El nombre que eligieron para la guerrilla fue Ejército de Liberación Nacional-Movimiento Peronista de Liberación, aunque han sido conocidos con el que popularmente han pasado a la historia: Uturuncos.

Surgida en un punto alejado de las grandes ciudades que dirigían la vida política del país, la guerrilla de los Uturuncos solo pasó a formar parte de los antecedentes lejanos de las formaciones armadas que se extendieron por todo el país a principios de los setenta.

Se sabe de ella, como de algunas otras similares, poco y nada. Los estudiosos del fenómeno insurgente no repararon en ella ni intentaron determinar si existía una relación con la nueva guerrilla, o el grado en que ésta conocía los intentos anteriores.

Fue justamente el impacto de las nuevas guerrillas lo que opacó el conocimiento del proceso de formación de ellas mismas . En efecto, a partir de 1959, los Uturuncos y otras protoguerrillas tanto urbanas como rurales iniciaron el camino y fueron consecuencia de un intenso debate de la militancia peronista y marxista acerca de la conveniencia u oportunidad de formar focos guerrilleros en el campo o la ciudad; las posiciones éticas acerca de la utilización de la violencia como camino de liberación fueron también una parte importante de dicho debate.

Aquí lo que trato de marcar es que muchos argentinos se sintieron lo suficientemente convencidos de que la opción por la violencia era un camino que les tocaba de cerca y que se creó un clima favorable a las guerrillas que se instaló durante la década del sesenta, sobre todo cuando se extendieron por América Latina con el apoyo y el ejemplo de la Revolución Cubana. Aunque cada grupo insurgente fue desarrollado en un contexto particular, la mayor parte de ellos atravesó un período de militancia política que les permitió a futuro sentar las bases del apoyo social al foco guerrillero.

Estos grupos comenzaron a ser activos desde fines de los cincuenta, sin influencia directa de la Revolución cubana, y sus documentos reflejan con claridad el proceso de discusión que desembocará no solo en la instalación sino en la permanencia de fuertes organizaciones político-militares a comienzos de los setenta.

Grupo de uturuncos detenidos por Gendarmería

Sin embargo no siempre ha sido reflejado con claridad este proceso. Tan grande fue el impacto de la formación del Ejercito Revolucionario del Pueblo y de los Montoneros y tanta la insistencia de las sucesivas dictaduras en la identidad foránea de las causas del crecimiento de la insurgencia en Argentina, que el foco de atención quedó fijado en el surgimiento de estos dos grupos y no en los diez años de historia previa.

Por otro lado, la necesidad de explicar el pasado reciente, previo al exterminio practicado por la última dictadura militar, ha traído tres interpretaciones centrales y bastante conocidas.

En primer lugar, la de los propios dictadores: según ellos, fueron obligados por su rol social a combatir una guerra que era planetaria contra el comunismo y sus intentos expansionistas y que en Argentina se expresaba en las guerrillas y sus apoyos políticos.

En segundo lugar, la posición hegemónica de la llamada teoría de los dos demonios, centralmente formulada por el escritor Ernesto Sábato: guerrilleros con ideas foráneas y militares en poder del Estado se enfrentaron frente a una sociedad absorta ante la violencia, que añoraba el retorno a la democracia y que no había participado en el enfrentamiento.

Por último, los que incorporan todas las experiencias guerrilleras a las diversas formas de lucha social como respuesta a la situación represiva y excluyente de los gobiernos, tanto civiles tutelados por las Fuerzas Armadas, como a las dictaduras militares desde 1955. Esto ha traído como consecuencia algunas distorsiones en el conocimiento que generalmente acepta hoy la opinión pública sobre la guerrilla en Argentina.

Dejo de lado la primera interpretación, que tiene origen en el enfrentamiento de la Guerra Fría y el decidido alineamiento de las Fuerzas Armadas Argentinas con el objetivo represivo norteamericano de control interior mediante la Doctrina de Seguridad Nacional. Decididamente, la sociedad argentina no existe en este planteo o apoya uniformemente aquello que los militares ejecutan sin consultarla.

La de Sábato ha sido probablemente la versión con mayor éxito y difusión de las tres, pues fue funcional al proceso de reconstrucción democrática después de 1983 .

El dictador Jorge R. Videla junto a Borges, Sábato y otros intelectuales

El prestigio del propio escritor se reforzó cuando dirigió el equipo de investigación de la CONADEP (Comisión Nacional por la Desaparición de Personas), creada por el presidente Raúl Alfonsín y cuya investigación sirvió para la condena de las Juntas Militares en el llamado Juicio a las Juntas.

Sin embargo, contiene un profundo vaciamiento de la verdad histórica.

El punto central se encuentra en el origen de la violencia y la contraviolencia en Argentina. La imagen de Sábato de una sociedad civil que asiste impávida al desarrollo de la violencia es tan ajena a la realidad argentina de las décadas del 50 al 70 que no requiere comprobación; la creciente actividad represiva y el deterioro profundo de los derechos humanos durante las mismas, tampoco.

La Resistencia Peronista, desde 1955 y 1960, la llamada época de los caños y las luchas sindicales, el ingreso masivo de la juventud a las luchas políticas y sociales de la etapa, las decenas de muertos en las movilizaciones callejeras o por tortura en las prisiones, los miles de detenidos por cuestiones políticas en todo el país, las puebladas insurreccionales de fines de los sesenta y las movilizaciones de principios de los setenta por el retorno de Perón, no abonan la idea de una sociedad ajena a los acontecimientos y absorta frente al enfrentamiento.

En otras partes de su relato, Sábato explicita aún más los sujetos que fueron objeto del terror de la dictadura: jóvenes que ayudaban en las villas, curas comprometidos con la cuestión social, etc., pero ellos son sacados por el autor de todo contexto político al convertirlos en poco menos que voluntarios desinteresados y sin filiación política ni objetivo más vasto que la caridad y un básico humanismo.

Esto tampoco es cierto, nos parezca bien o mal su acción. La militancia social y política lo hizo encuadrada conciente y crecientemente en organizaciones políticas y político-militares.

Su trabajo formaba parte de una lucha más vasta y en ella se encontraron en la situación más difícil cuando la represión decidió eliminar las agrupaciones de apoyo a la guerrilla o cuando los grupos parapoliciales salieron a asesinarlos.

En un sentido general, esta postura elimina la necesidad de profundizar el conocimiento del conflicto social y político en el que estuvo envuelto el conjunto de la sociedad argentina por acción o por omisión y, en particular, anula las causas vernáculas del desarrollo de la violencia al coincidir con los militares en el origen foráneo de la misma.

En las antípodas de la teoría de los dos demonios se ubica la hipótesis de que las guerrillas formaban un todo con las múltiples, y por momentos dispersas, acciones defensivas de los sectores populares frente a un régimen totalitario y violento, cuya exclusión política y accionar represivo fueron en aumento en todo el período.

La violencia política, cuyo origen se sitúa en el bombardeo a la Plaza de Mayo por pilotos de la Marina en 1955 y los fusilamientos de junio de 1956, provocó en los quince años posteriores el desencadenamiento de una cuasi guerra civil en la que la guerrilla cobró creciente legitimidad vinculada a las luchas sociales.

Esto, que pareció realmente así por lo menos hasta los últimos años de la dictadura de la llamada Revolución Argentina, sin embargo, contiene el defecto de no analizar para todo el período la relación entre guerrilla y movimiento popular y de colocar en todo momento el accionar guerrillero en un todo de acuerdo con el crecimiento del enfrentamiento social y político, que no fue unívoco sino confuso y por momentos contradictorio.

Esto no quiere significar que los guerrilleros no tuvieran sobrados motivos para convertirse en tales en las circunstancias posteriores a 1955, ni tampoco que muchos de ellos no surgieran del desarrollo del enfrentamiento. Solo que atribuir una excesiva unidad de objetivos y procedimientos en todo momento a sindicatos, vecinos y guerrilleros también ha llevado a la confusión en el análisis.

Por otro lado, el intento de ver a las guerrillas meramente como agentes internacionales de gobiernos extranjeros que las apoyan y las digitan y sin raíces en el conflicto nacional, conduce a la teoría del terrorismo irracional e internacional, presentada en congresos sobre el terrorismo organizados por los Estados Unidos en la década del setenta y cuyo único objetivo no es comprender las causas de su desarrollo en determinados momentos históricos en situaciones nacionales dadas sino a justificar la intervención internacional para mejorar los regímenes represivos .

El porqué muchos hombres y mujeres decidieron incorporar sus vidas a la lucha armada en la Argentina es mucho más complejo.

Este trabajo (SU LIBRO) intenta profundizar el conocimiento sobre el primer grupo de guerrilla contemporánea, conocer sus vinculaciones con el movimiento popular de la zona de origen, tanto como su relación con el peronismo surgido después del golpe militar de 1955, sus concepciones ideológicas y las causas de su rápido fracaso en lograr un levantamiento generalizado del noroeste argentino. Tal vez, ello devuelva un poco de claridad al desarrollo de las distintas experiencias similares posteriores.

De Ernesto Salas: "Uturuncos. El orígen de la guerrilla peronista (1959-1960)"

Comentarios