HOMENAJE A LEOPOLDO MARECHAL

(*) Diego Carbone
Don LEOPOLDO MARECHAL
Nació en Buenos Aires el 11 de junio de 1900, fallecio el 26 de junio de 1970. Fue maestro, profesor de enseñanza secundaria de ocupación poeta, cuentista, dramaturgo, novelista, ensayista y en la década del 20 formó parte de la generación que se nucleó alrededor de la revista "Martín Fierro". En la primera etapa de su vida literaria prevaleció la poesía. Publicó "Los aguiluchos" (1922) y "Días como flechas" (1926), inclinándose hacia el vanguardismo, pero en sus "Odas para el hombre y la mujer" (1929), con el que obtuvo el Primer Premio Municipal de Poesía, encuentra una voz propia y el equilibrio entre la novedad y lo clásico.
En 1926 viajó por primera vez a Europa, donde trabó amistad con importantes intelectuales y pintores como Picasso, Basaldúa y Antonio Berni. En 1929, nuevamente en París, se establece en Montparnasse y frecuenta a Aquiles Badi, Alfredo Bigatti, Horacio Butler, Juan del Prete, Raquel Forner, Victor Pissarro y al escultor José Fioravanti, quien luego esculpiría el busto del poeta en bronce. Fue durante esta experiencia en París que Marechal escribió los capítulos iniciales de "Adán Buenosayres", que publicaría recién en 1948 luego de muchos años de elaboración.

MARECHAL se casa con María Zoraida Barreiro el 8 de enero de 1934, con la cual tiene dos hijas, María de los Ángeles y María Magdalena.
Marechal obtiene la más alta distinción que otorga el país: "Primer Premio Nacional de Poesía" en 1940 con sus libros de poesía "Sonetos a Sophia" y "El centauro". La esposa del poeta fallece en 1947.
La publicación de "Adán Buenosayres" en 1948, exceptuando el comentario elogioso de Julio Cortázar y algunas otras voces entusiastas, como las de los poetas Rafael Squirru y Fernando Demaría, a quienes dedicaría respectivamente la "Alegropeya" y la "Poética de su Heptamerón", pasó en principio completamente inadvertida. Las cuestiones políticas no fueron ajenas a los motivos, considerando la abierta simpatía del escritor hacia el peronismo, en cuyo gobierno ocupó cargos oficiales en el campo de la educación y de la cultura. En "Adán Buenosayres", el periplo simbólico que emprende el poeta Adán, protagonista, tres días antes de su muerte por la geografía urbana y arrabalera de un Buenos Aires metafísico, retratando en el camino a algunos reconocibles personajes de la literatura de entonces y tocando registros que van del humor a la epopeya con un lenguaje eximio y por momentos deslumbrante, calaría hondo en la sensibilidad argentina de las siguientes generaciones de escritores. Marechal, por su parte, declaraba:

"Al escribir mi Adán Buenosayres no entendí salirme de la poesía. Desde muy temprano, y basándome en la Poética de Aristóteles, me pareció que todos los géneros literarios eran y deben ser géneros de la poesía, tanto en lo épico, lo dramático y lo lírico. Para mí, la clasificación aristotélica seguía vigente, y si el curso de los siglos había dado fin a ciertas especies literarias, no lo había hecho sin crear 'sucedáneos' de las mismas. Entonces fue cuando me pareció que la novela, género relativamente moderno, no podía ser otra cosa que el 'sucedáneo legítimo' de la antigua epopeya. Con tal intención escribí Adán Buenosayres y lo ajusté a las normas que Aristóteles ha dado al género épico."

Como en "Ulise" de James Joyce, las claves pueden rastrearse hasta "La Odisea" de Homero y la doctrina judeocristiana ,Marechal era un católico convencido, pero el séptimo libro, último y probablemente el más brillante de la novela, el "Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia", es ni más ni menos que una parodia del Infierno de "La Divina Comedia" de Dante Alighieri.
A diferencia de otros grandes contemporáneos, como Jorge Luis Borges, Manuel Mujica Láinez o Julio Cortázar, la fama de Marechal no ha brillado como debiera en el exterior, con la excepción de Cuba, donde el poeta viajó en 1967 invitado por el gobierno cubano para ser jurado del premio anual de literatura que otorga la Casa de las Américas. En la Argentina, su obra fue relegada al olvido durante décadas, debido a ciertas enemistades gestadas por algunos compañeros de su generación, por haberse destacado en cargos oficiales -a los que llegó antes del peronismo- y donde permaneció hasta 1955. Sin embargo su "Adán Buenosayres" (1948) está considerada por muchos como la novela fundamental de la literatura argentina.
En 1951 se estrena la obra teatral "Antígona Vélez" (basada en la Antígona de Sófocles). Por esa pieza teatral recibe el Primer Premio Nacional de Teatro. Escribirá Marechal dos novelas más antes de su muerte, acaecida en 1970: "El banquete de Severo Arcángelo" (1965) y "Megafón, o la Guerra" (1970), que estaba en la imprenta cuando fallece.
Las hijas del poeta han creado la Fundación Leopoldo Marechal Entre sus objetivos está preservar y difundir la obra de los autores de la generación martinfierrista. El apellido Marechal es acentuado en la "e "pero el escritor dejó de usarlo hacia la década del 30. Puede verse claramente este tema en las dedicatorias de sus primeros libros. Cabe recordar que su abuelo Marechal era francés.

SUS OBRAS:

POESIA

Los Aguiluchos (1922)
Días como flechas (1926)
Odas para el hombre y la mujer (1929)
Laberinto de amor (1936)
Cinco poemas australes (1937)
El centauro (1940)
Sonetos a Sophía (1940)
Canto de San Martín o Cantata Sanmartiniana (estrenada en 1950, en el Cerro de la Gloria, Mendoza, Argentina)
Heptamerón (1966)
El poema del Robot (1966)
Poema de la Física (publicación póstuma).

SUS OBRAS DE TEATRO:

Antígona Vélez (estrenada en 1951 y de vigencia permanente en las carteleras teatrales argentinas)

Las tres caras de Venus (estrenada en 1952; la última representación fue en el 2005, en el Teatro Nacional Cervantes)

La batalla de José Luna (estrenada en 1967 bajo la dirección de Jorge Petraglia, reestrenada en Río Cuarto y en la ciudad de Córdoba con dirección y puesta teatral de Malena Marechal, 1983)

Don Juan (publicación póstuma, 1983)

Antígona Vélez y Don Juan se han convertido, además, en óperas. La música es creación del compositor Juan Carlos Zorzi. Ambas piezas se estrenaron, con gran éxito de crítica y público, en el Teatro Colón (años 1991 y 1998 respectivamente)

NOVELAS:

Adán Buenosayres (1948)
El banquete de Severo Arcángelo (1965)
Megafón, o la guerra (1970)(El libro estaba en prensa al fallecer su creador).

ENSAYOS:

Historia de la calle Corrientes (1937)
Descenso y Ascenso del Alma por La Belleza (1939)
Cuaderno de navegación (1966)

CUENTOS:

El rey Vinagre (1926)
El Niño Dios (1939)
Narración con espía obligado (1966)
El hipogrifo (1968)
El beatle final (1968)
Autobiografía de Sátiro (publicación póstuma, 1971)

Don LEOPOLDO MARECHAL


POEMA SIN TÍTULO

En una tierra que amasan potros de cinco años
el olor de tu piel hace llorar a los adolescentes.

Yo sé que tu cielo es redondo y azul como los huevos de perdiz
y que tus mañanas tiemblan,
¡gotas pesadas en la flor del mundo!

Yo sé cómo tu voz perfuma la barba de los vientos...

Por tus arroyos los días descienden como piraguas.
Tus ríos abren canales de música en la noche;
y la luna es un papagayo más entre bambúes
o un loto que rompen a picotazos las cigüeñas.

En un país más casto que la desnudez del agua
los pájaros beben en la huella de tu pie desnudo...

Te levantarás antes de que amanezca
sin despertar a los niños y al alba que duerme todavía.
(El cazador de pumas dice que el sol brota de tu mortero
y que calzas al día como a tus hermanitos).

Pisarás el maíz a la sombra de los ancianos
en cuyo pie se han dormido todas las danzas.

Sentados en cráneo de buey
tus abuelos fuman la hoja seca de sus días:
chisporrotea la sal de sus refranes
en el fuego creciente de la mañana.

(Junto al palenque los niños
han boleado un potrillo alazán...)

En una tierra impúber desnudarás tu canto
junto al arroyo de las tardes.
Tú sabes algún signo para pedir la lluvia
y has encontrado yerbas que hacen soñar.

Pero no es hora, duermen
en tu pie los caminos.

Y danzas en el humo de mi pipa
donde las noches arden como tabacos negros...

Leopoldo Marechal

XII. DEL ÁRBOL

Hay en la casa un Árbol
que no planto la madre ni riegan los abuelos:
solo es visible al niño, al poeta y al perro.

Su primavera no es la que fundan las rosas:
no es la vaca encendida ni el huevo de paloma.
Su otono no es el tiempo que trae desde el mar
caballos irascibles, por tierras de azafran.
Al Árbol suben otras primaveras e inviernos:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.

Cuando la primavera sube al Árbol-sin-nombre,
vestidos de cordura florecen los varones;
y Amor, en pie de guerra, se desliza
de pronto a la sabrosa soledad de las hijas.
Entonces el sabor de algún cielo perdido
desciende con el llanto de los recien nacidos.
Pero cuando el invierno lo desnuda y oprime,
sobre los techos llueven sus hojas invisibles,
y, horizontal, cruza las altas puertas
alguien que por el cielo desaprendio la tierra.

Hay en la casa un Árbol que los grandes no vieron:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.

Leopoldo Marechal

NOCTURNO

En el gastado corazón del Tiempo
se clavan las agujas de todos los cuadrantes.

Hay un pavor de soles que naufragan sin ruido:
la noche se cansé de enterrar a sus mundos.

¡Llora por los relojes que no saben dormir!
Las campanas se niegan a morder el silencio.
Tras un rebaño do horas
gastaron sus colmillos de bronce las campanas...

¡Ahora comprendo el viaje de tus cosas!
El sol ya no quería romperse en tus banderas.
Para mullir tu fuga, en el camino,
se desplumaron todas las águilas del viento.
Tus pasos clavetean
un gran tapiz de lejanía...
Son pájaros furtivos tus recuerdos:
amaban grandes ríos arbolados de muerte.

¡Estuche de palabras
donde guardar el roto muñeco de los años!
Nuestras anclas no muerden el fondo de las horas.
Los péndulos cabeceantes
dibujan negativas en la noche.

¡Tierra que nunca se gastó en mis pasos!
¿Qué historia contaremos a los días?
¿Cómo arriar el velamen
de las mañanas, ávido remero?

¡Todo está bien, ya soy un poco dios
en esta soledad,
con este orgullo de hombre que ha tendido a las cosas
una ballesta de palabras!

Leopoldo Marechal

ÍDOLO

Alfarero sobre el tapiz de los días,
¿con qué barro modelé tu garganta de ídolo
y tus piernas que se tuercen como arroyos?

Mi pulgar afinó tu vientre
más liso que la piel de los tambores nupciales.
He puesto cuerdas al arco nuevo de tu sonrisa
y engarcé dos noches en el sitio de tus ojos...

¡Ídolo de los alfareros!
Yo se que redondeas el cántaro de la mañana
y lo pintas de sol
y lo llenas con una luz rota de pájaros.
Ídolo de los alfareros
que se sientan sobre el tapiz de los días...

He quemado a tu pie
la madera fragante de mi palabra.
El viento no deshojó todavía
un tulipán de música más bonito que tu nombre.

¡Haz que maduren los frutos
y que la lluvia deje su país de llanto,

ídolo de los alfareros
que se sientan sobre el tapiz de los días!

Si no mis odios bailarán
sobre la tierra de tu carne...

Leopoldo Marechal


QUERIDO MAESTRO Y COMPAÑERO PERONISTA... NUESTRO SENTIDO HOMENAJE A 40 AÑOS DE SU DESAPARICION FISICA... HASTA LA VICTORIA SIEMPRE... PRESENTE...!!!!

Comentarios

Gracias por recordar a mi padre. Sugiero vean la web que, día a día, vamos incrementando mientras trabajamos sus inéditos. Cordialmente. María de los Ángeles Marechal
www.marechal.org.ar