LA CGT SE NIEGA A LUCHAR, PERO NEGOCIA CON MACRI OTRO INÚTIL "PACTO ANTIDESPIDOS"



Tras el feriado del 1° de mayo (donde gremios del transporte “pararon” por algunas de sus propias demandas) y del paro del martes convocado por las CTA, Camioneros, bancarios y otros sindicatos que no integran la central, la dirigencia de la Confederación General del Trabajo (CGT) anunció que seguirá haciendo lo que sabe: rosquear con el Gobierno de Mauricio Macri mientras mantiene atados de pies y manos a los batallones obreros más importantes del país.

Según trascendió, Héctor Daer, Carlos Acuña y sus laderos ahora negocian con el Gobierno la renovación de un nuevo “pacto antidespidos” que prorrogue el que venció el 31 de marzo y que no sirvió prácticamente de nada.

El pacto anterior (refrendado en un decreto de Macri firmado en noviembre de 2018) obligaba a las patronales a “avisar” con diez días hábiles de anticipación al Ministerio de Producción y Trabajo que tenían la intención de despedir trabajadoras y trabajadores.

El fracaso de ese acuerdo entre burocracia sindical y funcionarios como el ministro de Producción y Trabajo Dante Sica y su par bonaerense Marcelo Villegas, está a la vista. Según datos del propio Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en el último mes de febrero se registraron 252.500 empleados menos que en el mismo mes del año pasado.

Fuentes ligadas a Daer, Acuña & Co dijeron que ahora la CGT busca implementar cambios respecto al acuerdo anterior “después de que se advirtieran las dificultades de su aplicación y no se registraran buenos resultados, ya que durante su período de vigencia el desempleo no cayó”.

Una canallada por donde se la mire. Hablan claramente como si fueran patrones y no representantes del movimiento obrero. Para ellos cientos de miles de puestos de trabajo menos no significan familias en la calle sino apenas “dificultades” de aplicación de un negociado con la Casa Rosada.

Los mismos dirigentes que buscan consumar a puertas cerradas con el Gobierno un nuevo acuerdo que resultará totalmente inútil (ni siquiera se trata de la votación en el Congreso de una verdadera ley que anule y prohíba despidos en medio de la crisis nacional) son los que afirman que las medidas de fuerza que históricamente la clase obrera usó para torcer la historia y derrotar a las patronales hoy “no sirven”.

Sin ir más lejos, el miércoles 24 de abril el mismo Acuña señaló que “no sirve hacerle un paro a este Gobierno, no se revierte nada así”. Se trata del mismo burócrata que en el marco de la última medida de fuerza nacional llamada por la CGT dijo que era “para descomprimir”, no para vencer las políticas de ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores del PJ.

Como se viene insistiendo ya en este sitio, los caciques de la CGT están demasiado ocupados en la tregua que sostienen con el Gobierno y en las negociaciones internas del peronismo. Eso quedó en evidencia la semana pasada, cuando en la sede nacional de la Uocra se dio nada menos que el encuentro entre Roberto Lavagna y Sergio Massa, con el secretario general del sindicato de los albañiles, Gerardo “Batallón 601” Martínez como anfitrión.

Obviamente la burocracia sindical no hace, o en este caso deja de hacer, nada sin una retribución acorde a las circunstancias.

Como botón de muestra, vale recordar que en marzo, en el comienzo del año electoral, el Gobierno de Mauricio Macri autorizó que se liberen unos $ 32 mil millones de las obras sociales sindicales.

Ese dinero, que es de los afiliados de los gremios pero el Estado retiene y la dirigencia no hace nada por recuperar, resulta una muy jugosa prenda de negociación en estos tiempos. Y si hay algo que sabe hacer la plana mayor de la CGT (como también la de las otras centrales y sindicatos mayoritarios) es negociar, aunque no precisamente en favor de las bases.


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