PROSUR: EL ORGANISMO REGIONAL DE LA DERECHA



*Por Emiliano Guido

Los gobiernos sudamericanos alineados con Estados Unidos y algunas administraciones centroamericanas lanzaron ayer en Chile un nuevo bloque regional llamado ProSur. Con Mauricio Macri, el local Sebastián Piñera y el colombiano Iván Duque como principales impulsores, la entente conservadora debutó con la consigna de “sepultar a la UNASUR” y, a su vez, criticar con dureza al “régimen venezolano”. Se desconoce su programa económico, político e institucional. Macri y sus aliados parecen, más bien, hacer revanchismo contra el proceso de integración regional hegemónico en los inicios del siglo XXI. Bolivia y Surinam no participan y Uruguay lo hace como “observador”. ¿UNASUR, al carajo?

El presidente venezolano Hugo Chávez bramó en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata (2005) una frase que pasó a la historia. Envalentonado a horas del cierre del conclave, donde ya se palpitaba una estrepitosa derrota de la delegación estadounidense encabezada por George Bush, el líder bolivariano vaticinó a los cuatro vientos del Estadio donde se desarrollaba la Cumbre de los Pueblos lo siguiente: “ALCA, al carajo”. La gente presente estalló con el puño izquierdo en alto, o haciendo los dos dedos en V. Efectivamente, Chávez y sus pares Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula Da Silva habían tejido una inteligente contraofensiva diplomática para que no prosperará la propuesta gringa de establecer un área continental de libre comercio.

Ese momento consagró el inicio de un ciclo popular latinoamericano cuyo horizonte pasaba por articular una convergencia regional autónoma y soberana. Tres años después nacía la UNASUR, un proyecto geopolítico netamente sudamericano. Ese bloque logró intervenir con eficacia contra la alzada separatista con visos de guerra civil que jaqueó el comienzo de la presidencia de Evo Morales, puso paños fríos entre Colombia y Venezuela cuando casi van a la guerra por sus divergencias limítrofes ante las FARC; además, la UNASUR clausuró el levantamiento policial contra el gobierno de Rafael Correa.

La UNASUR tuvo muchas virtudes pero nunca articuló una estructura institucional fuerte. El bloque funcionaba gracias al empuje de sus Jefes de Estado. Y siempre tenía la impronta de su Secretario General. Cuando Néstor Kirchner ocupó ese cargo, la UNASUR actuaba rápido como un rayo para mediar. Kirchner logró sentar en una misma mesa a Hugo Chávez y a Álvaro Uribe, y las nubes bélicas se disiparon. Por cierto, ese nombre, Uribe es importante rescatarlo para rebatir uno de los principales argumentos de Macri, Piñera, Duque, Bolsonaro, cuando proponen dar sepultura a la UNASUR. Ellos afirman que el bloque tenía “mucho componente ideológico”.

¿Uribe era populista acaso? Con sus aciertos y fallidos, el eje progresista regional había logrado articular un espacio de coordinación para contener a todos. Uribe es de derecha, claro, pero tenía, tiene, más vuelo político que sus herederos. Los enterradores de la UNASUR se mueven como perros de caza, ciegos tras su presa. Ese odio puede ser entendido pero qué traen como propuesta. Inaugurar una mesa cuyo nombre, ProSur, parece más una firma de seguros que un proyecto geoestratégico. El siempre inteligente politólogo argentino Andrés Malamud, que no tiene ni un pelo de populista, anotó está semana en la red social Twitter un comentario muy a tono con la discusión planteada entre UNASUR y el ProSur: “Argentina integrará una organización regional donde esté Santa Lucía pero no Uruguay? Y uno pensaba que el Brexit era estúpido…”.


Tiempos de revancha

“Hay una decisión firme de conformar un nuevo espacio que logre una mejor integración en Sudamérica ciertamente sin los ideologismos que arruinaron la UNASUR y sin perjuicio de los aportes que en algunos temas pudo dejar ese espacio en otros momentos”, anticipó días atrás a Infobae el embajador argentino en Chile, José Octavio Bordón.

¿En qué te has convertido José Octavio? Nuevamente, los bloques regionales, en todos los continentes, tienen una orientación estratégica. La ideología, en todo caso, emerge a nivel doméstico cuando cada Jefe de Estado “vende” a la ciudadanía por qué deberían ceder algo de soberanía estatal al bloque para, en definitiva, fortalecer el proyecto del país. Es la globalización, estúpido. En todo el mundo, cada nación intenta ganar inserción global y competencia forjando sociedades zonales. No es ideología, es pragmatismo. Bordón quiere enterrar a la UNASUR, pero antes ya enterró su prehistoria frepasista.

Pero en términos objetivos, nace un nuevo bloque regional, que va de Centroamérica a Sudamérica. Los integrantes serán: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía. Queda expuesto que ProSur es una prolongación del Grupo de Lima, la mesa interamericana que nació básicamente para intervenir en la crisis venezolana con el libreto del Departamento de Estado.

¿Qué más sabemos de ProSur? Hay una declaración reciente del presidente Iván Duque que podría ganar un premio internacional de la sarasa y la ambigüedad –y que se repitió en el documento fundacional del organismo–: “Hemos venido avanzando en el final de Unasur y la creación de Prosur, que más que una organización burocrática será un organismo de coordinación suramericana, de políticas públicas, en defensa de la democracia, la separación de poderes, la economía de mercado”. ¿Una articulación para bancar “la separación de poderes”? Por lo visto, el realismo mágico sudamericano también puede ser de derecha.

En la declaración presidencial emitida ayer se designó como Presidente Pro Tempore de este Foro para el Progreso de América del Sur al chileno Sebastián Piñera que entregará su mandato a Paraguay dentro de un año. El documento plagado de generalidades dice que se abordará de “manera flexible y con carácter prioritario temas de integración en materia de infraestructura, energía, salud, defensa, seguridad y combate al crimen, prevención y manejo de desastres naturales”.


Nos habíamos integrado tanto

¿Hace falta la UNASUR? Hoy el organismo sigue con una rayita de vida. Su presidencia pro tempore está en manos de Bolivia. Venezuela, Surinam y Bolivia. Té para tres, sabor a poco. En los últimos meses, la diplomacia de La Paz hizo varios llamados a los Cancilleres de la zona para buscar una salida a la parálisis del bloque, pero los jefes de política exterior de toda Sudamérica, aupados por el Grupo de Lima, rehusaron a todas las convocatorias.

Volvamos a la pregunta, ¿Por qué hace falta una mesa sudamericana política que integre a todos los actores estatales? Nicolás Comini, Doctor en Ciencias Sociales por la UBA, expresó poco tiempo atrás en un paper académico por qué la falta de voz de la UNASUR ahondó aún más la encerrona política regional a la que están exponiendo al gobierno bolivariano de Venezuela.

“En el año 2008 la Unasur resolvía una grosera crisis en Bolivia y contenía las presiones separatistas que provenían de los departamentos de Oriente del país. Nueve años más tarde los mismos países contribuyeron activamente a la agudización de la grave situación por la que atraviesa Venezuela. En ese sentido, puede asegurarse que la responsabilidad latinoamericana en la actual coyuntura es notable, en el peor de las acepciones de la palabra”, comienza advirtiendo Comini. A su vez, el especialista advierte que: “América latina tuvo múltiples oportunidades de contener la crisis venezolana y, en cambio, optó por acelerarla. La idea de la generación de consensos en un contexto de unidad en la diversidad fue arrebatada por la noción de exclusión por diversidad, dinámica que dio el empujón final para esta caída estrepitosa. Una mancha histórica para la integración de nuestra América”.

Por último, la UNASUR, hoy vilipendiada en los medios mainstream, tuvo durante su primavera política avances, o intentos de avance muy significativos. Es cierto, funcionó o brilló como malla protectora zonal contra los nuevos intentos de golpes de Estado que las élites buscaban dar contra los gobiernos populares. Pero, también, la UNASUR intentó dar la madre de todas las batallas: redireccionar el rol regional económico en la división internacional del trabajo. Intentó, entonces, que Sudamérica deje de ser una plataforma exportadora de materias primas para empezar a tallar en la puja global para dar valor agregado a nuestros productos.

Así lo recordó en un reportaje reciente la Doctora en Ciencia Política Mónica Bruckmann, peruana de nacimiento y docente universitaria en Río de Janeiro: “En mayo de 2012 tuvimos la primera reunión de recursos naturales y desarrollo integral de la UNASUR en Caracas. A partir de esa reunión se realizaron encuentros sectoriales y se impulsaron diferentes instrumentos, por ejemplo la creación de un servicio geológico sudamericano. Era fundamental disponer de data geo-científica de recursos naturales como instrumento de soberanía regional para la producción de conocimiento y la planificación de políticas públicas a nivel nacional y regional. Esto inmediatamente fue visto como una gran amenaza para el interés de las grandes transnacionales del sector minero, que son las instituciones que detentan esa información. Otra iniciativa era la Asociación de Países Exportadores de Minerales cuyo objetivo era mejorar los términos de intercambio y ser formadores del precio internacional de minerales y recursos naturales en los cuales la región tuviese una reserva importante”.


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