MUJERES SON LAS NUESTRAS


Homenaje a las militantes peronistas en el día de la mujer



Esta foto histórica muestra un “cumpleaños ficticio” de compañeras en el barrio Villa Manuelita al sur de Rosario. En épocas de dictadura y proscripción del peronismo, estos eventos se organizaban para justificar las reuniones de las compañeras ya que estaban prohibidas todas las actividades políticas.

Las mujeres fueron las protagonistas fundamentales de los episodios de heroica resistencia popular en la barriada obrera de Villa Manuelita al sur de Rosario contra la dictadura del Gral Lonardi.



“…Ellas sabían de las novedades del alzamiento de Córdoba y que con ojos angustiados se miraban entre sí preguntándose, sin palabras, qué pasaría con el frigorífico. (…) Con el ajetreo, a una de ellas se le desabrochó la blusa y asomaron sus pechazos blancos apenas atrancados por el último botón de la cintura. Parece la imagen de la República Francesa enarbolando como bandera el delantal blanco de su hombre. En eso, giró su cabeza hacía la entrada de la villa y, dirigiéndose hacía un enemigo aún invisible, empezó a agitar al aire la ropa y a decir con fuerza, pero gravemente: ¡Vengan! ¡Tiren! ¡No le tenemos miedo! ¡Viva el general Perón! ¡Viva la compañera Evita!. La vorágine se había desatado. Ligadas por un acuerdo mudo, ancestral, comenzaron a bloquear las vías del tranvía con enormes piedras, levantándolas con una fuerza descomunal. ‘¡Villa Manuelita no se rinde! ¡Viva Perón! ¡Mueran los traidores! ¡Viva Evita! ¡No van a pasar!. Los gritos se entrecruzaban en diferentes lenguas, dialectos y acentos pero, juntos decían una sola frase ¡Viva Villa Manuelita!

Llegaron los militares, se inició la represión. Por la calle Abanderado Brandoli avanza una formación de soldados que había llegado con la orden de tomar el tanque de agua.



(…) La mujer del pecho desnudo comenzó a golpearse y dejaba surcos en cada gesto salvaje convertido en imán para el resto de las mujeres que empezaron a desabrocharse las blusas y a sacar sus pezones, únicas armas para defender la supervivencia. ¡Villa Manuelita no se rinde! ¡No hay libertad con hambre! ¡Evita vive! (…) de una casilla llevaron una pila de delantales blancos. Las mujeres empezaron a unirlos con alfileres, uno al lado del otro, hasta reunir varios metros de tela blanca. Sobre la bandera improvisada escribieron, con brea, bien clarito ‘Todos los países reconocen a Lonardi. Villa Manuelita no lo reconoce’ (…) de la columna de jinetes, tres soldados se apearon y lentamente se acercaron al tanque. Venían con la orden de quitar la bandera que desafiaba al general rebelde. Las mujeres arrastraban a sus hijos pequeños que lloraban y los alzaban consagrándolos hacia Dios que, a lo mejor, estaba en el cielo: ¡Adelante..! ¡Mátenlos!…¡Asesinos!…¡mátenlos!…¡tiren cobardes!’ Los tres soldados se dieron media vuelta y volvieron corriendo. Dicen que uno iba llorando. Y Villa Manuelita, firme, no se rendía!…”

De alguna forma queremos homenajear hoy a través del recuerdo de esta heroicas mujeres a la mujer peronista, la gran responsable de la transmisión de los principios y virtudes de nuestra revolución a las nuevas generaciones.

La revolución peronista basa su nueva forma de participación ciudadana en la unidad conceptual y espiritual del pueblo para poder ordenar una acción colectiva que permita al nuevo hombre crear su propio destino. Semejante acción autodeterminante solo puede ser ordenada desde una unión de principios que sirvan de cauce para la enorme diversidad de una comunidad moderna. En los primeros años de la revolución peronista Juan Perón y Evita interpretaron cuales eran los principios que permitirían esa unidad espiritual del pueblo para lanzarlos a la creación de una nueva identidad ideológica. Los sintetizaron en tres grandes banderas y 20 verdades que fueron proclamadas ante una multitud en plaza de mayo el 17 de octubre de 1950.


Fotografía publicada por el diario El Dia de La Plata del 19 de septiembre de 1955 donde se ven los destrozos provocados por los bombardeos en el barrio obrero Campamento de Ensenada. En una pared derruída se puede observar una fotografía del Gral Perón.

El pueblo trabajador en devolución hacia la dignidad social que había recibido de sus líderes tomó esos valores y simplemente los transformaron en una cultura.

Queda la deuda pendiente de la dirigencias políticas del movimiento nacional de transformar esos principios fundamentales en una nueva filosofía de la acción política, que permita el nacimiento de nuevas instituciones que consoliden una democracia moderna afín a las nuevas potencialidades culturales de la cual hoy los pueblos disponen.

Sin embargo más allá de todas las especulaciones teóricas de las dirigencias, las madres y abuelas peronistas comenzaron su tarea fundamental de cristalizar esas banderas en el “deber ser” de la comunidad. En toda casa peronista aún en la épocas más difíciles, en ese rincón especial que toda familia tiene, allí donde se colocan para la veneración del hogar lo mas sagrado, donde se confunden desde fotos del casamiento, o de los bebés recién nacidos con el Cristo y el santo del barrio, allí mismo aparecían la estampas de Perón en su caballo pinto y el de Evita con su inconfundible rodete.



En ese rincón la mujer peronista ponía los símbolos sobre los cuales se podría construir una vida virtuosa. En ese rincón estaba el bien. Todo lo demás era discutible.

¿Que podría pensar un niño criado en ese entorno? ¿Que podría pensar de Perón y de Evita que reposaban en ese altar doméstico junto al Cristo y el rosario? Ciertamente no era ese un tema político.

Esa acción realizada por nuestras mujeres, madres y abuelas peronistas, provocaron la transformación de una ideología en una cultura popular donde las virtudes populares como la lealtad, la humildad y la solidaridad están profundamente asociadas con el pensamiento justicialista.

Queda saber cómo transformar esa cultura en poder político, ardua tarea de las futuras generaciones peronistas.

Vaya entonces en el día de la mujer nuestro sincero homenaje a las militantes peronistas que forjaron junto a Juan Perón y Evita las bases de una inquebrantable e imbatible cultura popular.


Comentarios