29 DE AGOSTO DE 1985: PARO Y MOVILIZACIÓN DE LA C.G.T. CONTRA EL PLAN AUSTRAL Y LA DEMOCRACIA “DE MERCADO”


*Por Prof. Daniel Chiarenza
Saúl Ubaldini, rechazaba frontalmente el Plan Austral del gobierno alfonsinista. Protagonizó al frente de la CGT los trece paros generales que golpearon duramente las estructuras del gobierno de la UCR,
con muy pocas ideas económicas,
como se había caracterizado históricamente.

La central obrera había optado por una tregua frente al Plan económico Austral lanzado por el ministro Sourrouille en junio de 1985. Sin embargo, siempre fue evidente que el sector laboral debería cargar con el mayor peso del ajuste.

El presidente Raúl Alfonsín junto al ministro de Economía Juan Vital Sourrouille.

Alfonsín sabía que los gremios eran peronistas y, por lo tanto, opositores. También es cierto que estaban enquistados en las jerarquías sindicales los mismos grupos (la “burocracia sindical”) desde hacía muchos años, y que no habían existido elecciones gremiales realmente limpias. Trató de restringir su poder por medio de un mayor control de los recursos económicos y de desplazar a los viejos sectores convocando a elecciones con supervisión estatal, pero los sindicatos resistieron la medida. La ley no pudo ser sancionada y los sindicatos siguieron bajo el control justicialista. En oposición a la política económica de Alfonsín, realizaron numerosos paros generales. Los salarios reales después del primer año de gobierno radical habían descendido, y la disconformidad aumentado.

Convocatoria de la CGT ubaldinista contra el Plan Austral en la Avenida 9 de Julio.

En agosto de 1985 se registraban más de 700.000 trabajadores desocupados o subocupados: la tasa de desempleo era la más alta de las últimas dos décadas. Se calculaba que el salario real había descendido entre el 18 y el 29% desde principios del año vigente. La canasta familiar superaba los 300 australes y el salario mínimo bordeaba los 70 australes.

Todo un símbolo que expresa el neoliberalismo "radical",
aunque esta frase en Estados Unidos sería un contrasentido.

La CGT se veía en una situación difícil, porque había evidencias de que el nuevo plan económico contaba aún con considerable apoyo en amplios sectores de la población. Sin embargo, la crisis no dejaba margen para el inmovilismo: el plan de lucha recomenzó. Desde las 62 Organizaciones, los sectores vinculados a Lorenzo Miguel y Jorge Triaca se mostraban poco dispuestos a impulsar una nueva medida de fuerza. Pero su peso era minoritario en el Consejo Directivo de la CGT: una vez más Saúl Ubaldini, secundado por el grupo de los “25”, logró prevalecer. Se decidió un nuevo paro general, acompañado de movilización, para el 29 de agosto. Se exigía la moratoria en el pago de la deuda externa, la investigación de su parte ilegítima, el desmantelamiento del aparato financiero heredado de la dictadura, la plena vigencia de las convenciones colectivas y la derogación de la legislación laboral dictada por el gobierno militar, entre otras reivindicaciones. También, una urgente política de reactivación industrial, a través de créditos para el sector.

Jorge Triaca, quien decía representar a otro sector de la CGT, la Azopardo, contra la Brasil de Ubaldini. Y vaya si representaba bien otros intereses: colaboracionista, participacionista, procesual, propatronal. Su hijo "Jorgito" fue diputado por el PRO. Coherencia.

Se dudaba de los alcances de la medida, debido a la confianza despertada por el Plan Austral. Efectivamente, el acatamiento al paro del 29 de agosto fue inferior al que se había registrado el último 23 de mayo. Pero cerca de 150.000 personas se concentraron en la Avenida 9 de Julio para escuchar a Ubaldini: “La CGT no solamente convoca sino que proclama que únicamente rompiendo las imposiciones de la usura internacional y del Fondo Monetario Internacional se puede conseguir la independencia económica y la soberanía política”.

Saúl Ubaldini de la CGT-RA declamando efusivamente en un acto.

Fundamentalmente los objetivos del paro se focalizaban contra el Plan Austral y para ello presentó un “plan alternativo” de 26 puntos en el que –además de lo que ya se dijo- se incluía la solicitud de aumentos salariales e incentivos a los productores agrícolas.
Con el peronismo sumido en su crisis interna, la CGT continuaba siendo el eje de la oposición. Hacía tiempo que Ubaldini ejercía, virtualmente, las funciones de secretario general: al promediar septiembre fue designado formalmente como tal, abandonándose la conducción colegiada. Pero el de Ubaldini era un liderazgo convocante para la clase obrera, que despertaba recelos en los sectores medios.

Saúl Ubaldini -en ese entonces- ostentaba un liderazgo convocante
para la clase trabajadora.

A pesar de los obstáculos y de las críticas sindicales, todo parecía indicar que el partido gobernante podía esperar confiado los próximos comicios parlamentarios, pues todavía el rumbo económico parecía haber tomado un sesgo positivo (macroeconómico). El lapso transcurrido desde la consulta popular sobre el Beagle hasta las elecciones de fines de 1985 marcaría el mejor momento político del alfonsinismo.

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