*Por Violeta Paula Cappella.
Lázaro Carreter1 define al oxímoron como: “Enfrentamiento de dos palabras de
significado contrario.”
Pese a que la definición apunta a la palabra y no a los actos, me detengo en ambos y
reflexiono sobre lo enunciado y lo actuado, como un oxímoron que deja el juego de los
términos opuestos en sí y pasa al plano del “cogito ergo factio lo contrario”: el acto del
pensamiento como opuesto al acto fáctico a posteriori.
Decirle a alguien “te amo” y luego, propinarle una cachetada, es un oxímoron teóricofáctico.
Del mismo modo, que insultar a la economía nacional o mundial y abarrotar
después, el carro del supermercado con mercaderías útiles más toda clase de inutilidades
que van de la mano del mero antojo o capricho.
Un hecho similar ocurre cuando cualquier votación.
Para no especular aún con la futurología, me retrotraeré hacia las elecciones llevadas a
cabo en los años ’90: la destrucción del patrimonio nacional desvencijado, arcaizado,
desmantelado y devaluado adrede era harto evidente y los votantes proponían un no
retorno al menemato, sin embargo, a la hora de introducir el voto en la urna, toda
capacidad de análisis acerca de una posible recuperación del patrimonio nacional, fue a
parar al cajón de los recuerdos olvidables (valga pues aquí el oxímoron) y Menem tuvo
su segunda presidencia.
Es harto sabido que la derecha argentina, lejos está de ser “nacionalizadora”; tiene una
devoción confesa por extranjerizar, en sí, por europeizar (en el pasado) y ahora a la
europeización, hay que sumarle la yanquización, por llamar a esta genuflexión hacia los
EE.UU. de alguna manera. A esto, le llama “globalización”.
Es harto sabido también, que la reindustrialización de un país, no puede darse como
cuando la revolución industrial, pues en estos tiempos, la fábrica prácticamente
prescinde del homo faber y lo suplanta por la mecanización computarizada, por lo que
la clase media-fabril ha entrado en el desesperado recurso de jaque perpetuo, donde el
Estado, es quien media para conseguir tablas.
La clase media-altibaja, media a secas y la media-altanera, cuya cabeza siempre estará
cercada por las fauces del bolsillo y dentro de este, con la nariz capturada por la trampa
ratonera de la tarjeta de crédito, se vio en gran medida ya en un impensado jaque mate,
cuando el cartel emergió en las villas miseria: “Bienvenida clase media”.
La clase media sobreviviente al golpe de estado y al menemato, se destrozó a sí misma
y se pauperizó en el radicalismo de 2.000 y 2.001; un período breve al que no puedo
denominar ni como dela-ruato ni dela-ruísmo, sino más bien como “ca(ni)vallismo” y
dela-ruinismo; el primero, porque fue más importante el Ministro de Economía que el
Presidente de la Nación, y el segundo, porque la imagen presidencial terminó de
aniquilarse con un helicóptero, y más tarde, siguió en caída libre hacia al abismo con las
sucesivas presidencias que duraron una semana y con la narcopolítica duhaldista.
Néstor Kirchner, guste sí o no, fue quien recuperó la imagen presidencial, ya no desde
una Ferrari o un partido de golf, sino desde el acto, el discurso, la convocatoria, los
hechos y aún la imposición de su voluntad, que bien sabía, era la voluntad de los aún
sangrantes heridos de la dictadura y de los que clamaban justicia.
Los clase media, están preparados, y siempre lo estuvieron, para la figura masculina de
Presidente de la Nación, pues el “ser nacional”, admira y/o respeta a la figura patriarcal,
donde el complejo de Electra se evidencia en hombres y mujeres. Pero el complejo de
Edipo, no se satisface ni puede saciarse freudianamente, sino que debe ser reflejo de la
propia tragedia de Sófocles aunque invertida; a saber: voto a la Presidente-madre, me
enceguezco contra ella y luego, ya ciego, intento aniquilarla.
El asesino-votante-ciego, que pulula por las redes sociales, no hace más que ejercer su
Edipo insatisfecho, en tanto la asesina-votante-ciega, que igualmente pulula por las
redes sociales, es la huérfana-viuda del falo presidencial.
Desde este punto de vista, comprendo a la mediana exseñora de los mediodías en su
conjetura sobre la supuesta falsedad del fallecimiento de Néstor Kirchner, porque, y aún
no siendo el expresidente santo de su devoción, en su retorcida mente no cabía una
doble viudez: la propia de su marido legítimo (Tinayre) y la de su expresidente.
Otra conjetura muy singular y simbólica se dio durante la presidencia de Néstor: ella
(Cristina) es la que manda y él (Néstor) obedece. La base de este postulado debe
analizarse como un retroceso al deseo del Justicialismo con Evita (la madre ausente que
debía ser reinstaurada en la figura de Cristina) y Perón (Néstor).
Cuando los roles se invirtieron, se invirtió automáticamente la frase y fue: él (Néstor) es
el que manda y ella (Cristina) la que obedece. Y esto atiende justamente a que el “falo”
presidencial no podía estar ausente en las mentalidades medias.
Es así, que hoy asistimos a toda clase de vulgaridades y excesos en el discurso contra la
Presidente de los que se enfrentan a su propio jaque perpetuo en la vida: no habiendo
podido satisfacer su libido de púber perturbado por haberse dado cuenta que no es el
hijo al que mamá satisfará eternamente en todos sus caprichos, pues mamá no puede ser
mamá-novia, se revela contra ella, la insulta y la desmerece, ya que mamá solicita
pensar y esto al enfant gâté le desagrada, porque en su infantil mente no concibe que
una mujer pueda vivir, moverse y tener su ser; el enfant gâte, sea hombre o mujer,
sostiene un cínico pensamiento machista y no puede concebir la ausencia del falo
presidencial.
El oxímoron emerge entonces con toda su potencia: “porque te amo, te insulto”. Y en
este momento, en las mentalidades enanas, el voto se convierte en el propio falo que
introducirá en la vagina de la urna con la sola intención de violar a la madre, de
lastimarla, de herirla, sin importarle las consecuencias que él mismo pueda sufrir, pues
ya está ciego y tanteará en el cuarto oscuro la boleta electoral-falo más grande y
denigrante que pueda percibir.
Sólo volverá a revalorizar a la madre, cuando ya adulto, haga una mirada retrospectiva y
se dé cuenta que mamá-presidente lo cuidó de sí mismo, mientras él se envalentonaba y
revelaba contra sus hechos y palabras, sean buenos o no, ya que en sí, le estaba pidiendo
a gritos, del modo que sea, una reflexión seria y aplomada sobre sí mismo y sobre la
patria, y esto, para el enfant gâté que se ha arrancado los ojos, es un imposible, pues aún
no se ha dado cuenta que debe pensar con la cabeza sobre los hombros; y la cabeza
sobre los hombros pesa, exige reflexión madura, exige prudencia, exige adultez.
Como corolario diré, que la derecha (que suele resignificarse en los momentos de
desorientación a posteriori de un ataque de histeria), en las féminas insatisfechas, cuaja
bien, ya que necesitan del falo-FAL presidencial, y a los machos, les permite un
descarado exhibicionismo de sus más aberrantes e impúdicos pensamientos, alterados
productos de la eyaculación mental precoz.
Notas:
1 Fernando Lázaro Carreter – Diccionario de Términos Filológicos – Biblioteca Románica Hispánica –
Editorial Gredos – Madrid – 1984.-
2 Nota: es de destacar, que, aunque no se esté a favor de un Gobierno, de una posición
política, o político-económica, jamás debería haberse llegado al extremo del desmedido
insulto y las bajezas, pues estos, no conducen a nada constructivo, carecen de categoría
de “oposición” y más que nada, de fundamentación teórica y/o retórica. El insulto
emerge como resultante de la ausencia inmediata de capacidad reflexiva: al no existir
coherencia en cómo refutar un acto o un discurso, no cabe otra salida, repito, en las
mentalidades enanas, que descender hacia el caos envolvente, centrífugo y centrípeto de
los infiernos y extraer de allí lo que existe: materia en putrefacción.
Lázaro Carreter1 define al oxímoron como: “Enfrentamiento de dos palabras de
significado contrario.”
Pese a que la definición apunta a la palabra y no a los actos, me detengo en ambos y
reflexiono sobre lo enunciado y lo actuado, como un oxímoron que deja el juego de los
términos opuestos en sí y pasa al plano del “cogito ergo factio lo contrario”: el acto del
pensamiento como opuesto al acto fáctico a posteriori.
Decirle a alguien “te amo” y luego, propinarle una cachetada, es un oxímoron teóricofáctico.
Del mismo modo, que insultar a la economía nacional o mundial y abarrotar
después, el carro del supermercado con mercaderías útiles más toda clase de inutilidades
que van de la mano del mero antojo o capricho.
Un hecho similar ocurre cuando cualquier votación.
Para no especular aún con la futurología, me retrotraeré hacia las elecciones llevadas a
cabo en los años ’90: la destrucción del patrimonio nacional desvencijado, arcaizado,
desmantelado y devaluado adrede era harto evidente y los votantes proponían un no
retorno al menemato, sin embargo, a la hora de introducir el voto en la urna, toda
capacidad de análisis acerca de una posible recuperación del patrimonio nacional, fue a
parar al cajón de los recuerdos olvidables (valga pues aquí el oxímoron) y Menem tuvo
su segunda presidencia.
Es harto sabido que la derecha argentina, lejos está de ser “nacionalizadora”; tiene una
devoción confesa por extranjerizar, en sí, por europeizar (en el pasado) y ahora a la
europeización, hay que sumarle la yanquización, por llamar a esta genuflexión hacia los
EE.UU. de alguna manera. A esto, le llama “globalización”.
Es harto sabido también, que la reindustrialización de un país, no puede darse como
cuando la revolución industrial, pues en estos tiempos, la fábrica prácticamente
prescinde del homo faber y lo suplanta por la mecanización computarizada, por lo que
la clase media-fabril ha entrado en el desesperado recurso de jaque perpetuo, donde el
Estado, es quien media para conseguir tablas.
La clase media-altibaja, media a secas y la media-altanera, cuya cabeza siempre estará
cercada por las fauces del bolsillo y dentro de este, con la nariz capturada por la trampa
ratonera de la tarjeta de crédito, se vio en gran medida ya en un impensado jaque mate,
cuando el cartel emergió en las villas miseria: “Bienvenida clase media”.
La clase media sobreviviente al golpe de estado y al menemato, se destrozó a sí misma
y se pauperizó en el radicalismo de 2.000 y 2.001; un período breve al que no puedo
denominar ni como dela-ruato ni dela-ruísmo, sino más bien como “ca(ni)vallismo” y
dela-ruinismo; el primero, porque fue más importante el Ministro de Economía que el
Presidente de la Nación, y el segundo, porque la imagen presidencial terminó de
aniquilarse con un helicóptero, y más tarde, siguió en caída libre hacia al abismo con las
sucesivas presidencias que duraron una semana y con la narcopolítica duhaldista.
Néstor Kirchner, guste sí o no, fue quien recuperó la imagen presidencial, ya no desde
una Ferrari o un partido de golf, sino desde el acto, el discurso, la convocatoria, los
hechos y aún la imposición de su voluntad, que bien sabía, era la voluntad de los aún
sangrantes heridos de la dictadura y de los que clamaban justicia.
Los clase media, están preparados, y siempre lo estuvieron, para la figura masculina de
Presidente de la Nación, pues el “ser nacional”, admira y/o respeta a la figura patriarcal,
donde el complejo de Electra se evidencia en hombres y mujeres. Pero el complejo de
Edipo, no se satisface ni puede saciarse freudianamente, sino que debe ser reflejo de la
propia tragedia de Sófocles aunque invertida; a saber: voto a la Presidente-madre, me
enceguezco contra ella y luego, ya ciego, intento aniquilarla.
El asesino-votante-ciego, que pulula por las redes sociales, no hace más que ejercer su
Edipo insatisfecho, en tanto la asesina-votante-ciega, que igualmente pulula por las
redes sociales, es la huérfana-viuda del falo presidencial.
Desde este punto de vista, comprendo a la mediana exseñora de los mediodías en su
conjetura sobre la supuesta falsedad del fallecimiento de Néstor Kirchner, porque, y aún
no siendo el expresidente santo de su devoción, en su retorcida mente no cabía una
doble viudez: la propia de su marido legítimo (Tinayre) y la de su expresidente.
Otra conjetura muy singular y simbólica se dio durante la presidencia de Néstor: ella
(Cristina) es la que manda y él (Néstor) obedece. La base de este postulado debe
analizarse como un retroceso al deseo del Justicialismo con Evita (la madre ausente que
debía ser reinstaurada en la figura de Cristina) y Perón (Néstor).
Cuando los roles se invirtieron, se invirtió automáticamente la frase y fue: él (Néstor) es
el que manda y ella (Cristina) la que obedece. Y esto atiende justamente a que el “falo”
presidencial no podía estar ausente en las mentalidades medias.
Es así, que hoy asistimos a toda clase de vulgaridades y excesos en el discurso contra la
Presidente de los que se enfrentan a su propio jaque perpetuo en la vida: no habiendo
podido satisfacer su libido de púber perturbado por haberse dado cuenta que no es el
hijo al que mamá satisfará eternamente en todos sus caprichos, pues mamá no puede ser
mamá-novia, se revela contra ella, la insulta y la desmerece, ya que mamá solicita
pensar y esto al enfant gâté le desagrada, porque en su infantil mente no concibe que
una mujer pueda vivir, moverse y tener su ser; el enfant gâte, sea hombre o mujer,
sostiene un cínico pensamiento machista y no puede concebir la ausencia del falo
presidencial.
El oxímoron emerge entonces con toda su potencia: “porque te amo, te insulto”. Y en
este momento, en las mentalidades enanas, el voto se convierte en el propio falo que
introducirá en la vagina de la urna con la sola intención de violar a la madre, de
lastimarla, de herirla, sin importarle las consecuencias que él mismo pueda sufrir, pues
ya está ciego y tanteará en el cuarto oscuro la boleta electoral-falo más grande y
denigrante que pueda percibir.
Sólo volverá a revalorizar a la madre, cuando ya adulto, haga una mirada retrospectiva y
se dé cuenta que mamá-presidente lo cuidó de sí mismo, mientras él se envalentonaba y
revelaba contra sus hechos y palabras, sean buenos o no, ya que en sí, le estaba pidiendo
a gritos, del modo que sea, una reflexión seria y aplomada sobre sí mismo y sobre la
patria, y esto, para el enfant gâté que se ha arrancado los ojos, es un imposible, pues aún
no se ha dado cuenta que debe pensar con la cabeza sobre los hombros; y la cabeza
sobre los hombros pesa, exige reflexión madura, exige prudencia, exige adultez.
Como corolario diré, que la derecha (que suele resignificarse en los momentos de
desorientación a posteriori de un ataque de histeria), en las féminas insatisfechas, cuaja
bien, ya que necesitan del falo-FAL presidencial, y a los machos, les permite un
descarado exhibicionismo de sus más aberrantes e impúdicos pensamientos, alterados
productos de la eyaculación mental precoz.
Notas:
1 Fernando Lázaro Carreter – Diccionario de Términos Filológicos – Biblioteca Románica Hispánica –
Editorial Gredos – Madrid – 1984.-
2 Nota: es de destacar, que, aunque no se esté a favor de un Gobierno, de una posición
política, o político-económica, jamás debería haberse llegado al extremo del desmedido
insulto y las bajezas, pues estos, no conducen a nada constructivo, carecen de categoría
de “oposición” y más que nada, de fundamentación teórica y/o retórica. El insulto
emerge como resultante de la ausencia inmediata de capacidad reflexiva: al no existir
coherencia en cómo refutar un acto o un discurso, no cabe otra salida, repito, en las
mentalidades enanas, que descender hacia el caos envolvente, centrífugo y centrípeto de
los infiernos y extraer de allí lo que existe: materia en putrefacción.
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