*Por Pedro Valci
Todos/as fuimos de Isabel, de Menem, de Néstor, porque somos PERONISTAS, y después de la pelea de las roscas marchamos levantando las tres banderas históricas, por eso es GORILA sacudirle con el pasado alguna compañera ó compañero, mas cuando se trata de un compañero que la gestión le da un fierro caliente ó un muerto como TELAM y este se rompe el alma y la saca adelante, como ha hecho con nuestra querida agencia.
MARTIN GARCIA, tiene pasado, como lo tenemos todos, pero nunca se va a poder decir que no es y será un hombre del Movimiento Nacional y Popular, a un compañero ó compañera de este lujo , NO SE LE ACEPTA LA RENUNCIA, ni siquiera por problemas de salud, se lo REIVINDICA, sino esto de la Memoria, Verdad y Justicia es un verso.
Escribo con las letras de la rabia, esa de los que pisamos el barro, escribo porque padecí la AAA y veo las mismas mañas utilizadas por algunos pendejos soberbios, por suerte tengo el mejor de los puesto: MILITANTE.
Por eso en el pago me tienen idea, porque entre los ceibos estorba un quebracho, porque a tuitos eyos le han puesto la marca y tienen envidia al verme orejano.
13 de febrero de 2012
ASI NO
*Por Alberto Nadra
1) Estoy muy lejos del ambientalismo/ecologismo bobo. Si por ellos fuera deberíamos volver a la caza y la pesca; sin hablar de las ONG’s, que responden a intereses de sectores o países determinados.
2) Repudio, aún mas –porque es más dañina, tiene mayor poder, y expresa un sistema de explotación que combatiré toda mi vida– la depredación capitalista, que destruye el medio ambiente y mata gente necesitada de trabajar. Alguien –no dudo que con buena intención– se preguntó públicamente esta semana "¿Que obrero trabajaría en un lugar donde lo envenenen?".
Es un grave error pensar que la respuesta es ninguno.
Hay miles, millones si tomamos el mundo que harían exactamente eso si no tienen otra posibilidad de subsistencia propia y familiar. Y los hubo desde incluso antes del sistema capitalista. En la literatura y en el cine –no precisamente “revolucionario” ni “extremista”– hay centenas de ejemplos, basados en hechos reales, de pueblos enteros –ya no sólo de trabajadores individuales– que resisten las acciones contra empresas contaminantes, que los envenenan a ellos Y A SUS FAMILIAS, porque necesitan el trabajo; aún ESE trabajo.
3) En estos casos el análisis es simple: ¿Cuál es el real impacto ambiental, y sobre la salud de la población, que tiene una actividad productiva; en este caso la minera? ¿Cuál es el beneficio que reporta? Tal vez si en La Rioja o Catamarca le aseguran a la población décadas de educación, salud, vivienda y trabajo cabría la posibilidad de hacer un cálculo costo-beneficio, implicando en el costo algún desorden ambiental. Pero el presente no es el caso. Las grandes empresas de explotación minera se llevan todo y no dejan nada más que destrucción.
4) Es cierto: “Menem lo hizo”. Pero también es cierto que no se ha producido ningún cambio desde que se fue; ni siquiera con este gobierno que apoyo, integro, y considero –en el rumbo general– nacional y popular.
5) Jamás avalaré ni admitiré con mi silencio que se reprima a un pueblo que con 100, 50, 25 o 0 % de razón reclama sin violencia ante los gobernantes que eligió.
6) No voy a admitir que me vengan con argumentos al estilo de que “esto lo usa el enemigo”, o los medios concentrados que jamás se ocupan de estos temas, entre otros similares. Sin duda que lo usan. Pero también es cierto de que el argumento es legítimo. De modo que no impide –de hecho, sería seguimiento incondicional permitir que impidiera– que lo PODAMOS, LO DEBAMOS, UTILIZAR NOSOTROS, LOS QUE, EN GENERAL, APOYAMOS. Se crece con la crítica constructiva; no con la obsecuencia y el silencio. En vez de asustarse (o cuidar la parte que les toca del despojo), ¿no sería propio de este proceso nacional y popular aprovechar la fuerza del reclamo del propio pueblo para encarar las transformaciones de fondo que necesitamos como país y como pueblo en la legislación minera?
En síntesis: NO a la represión; debate y análisis serio de los respectivos impactos ambientales. Y, sobre todo, que nuestro gobierno nacional impulse una nueva legislación minera, que proteja nuestros recursos naturales y la salud de nuestro pueblo de la codicia destructora de algunos pocos. Que cuando decidamos explotar esos recursos sea para beneficio de la población en conjunto y de la Patria; de las actuales y las nuevas generaciones.
¿EL PROBLEMA ES EL MODELO MINERO-AGRO-EXPORTADOR?
*Por Dr. Hugo Salinas
salinas_hugo@yahoo.com
Un modelo de desarrollo que favorece a la minería y la agricultura de exportación, ¿es la causa fundamental, y en última instancia, de nuestras desgracias en el Perú? ¿Es que la minería y la agricultura de exportación están en la raíz de nuestros males de extrema pobreza y extremo desempleo?
Víctor Torres Lozada, en su artículo “El agua: Es un Derecho Humano, un Bien Ecológico y un servicio de Dominio Público” nos dice que el “conjunto de desequilibrios, que traban la posibilidad de un desarrollo sostenible […], tienen como causa principal - en última instancia – aquella que deviene de la imposición de modelos económico-sociales que han favorecido en grado sumo a las grandes industrias extractivas […], (y) que protegieron en sobre medida a la agroexportación […].” ¿Es cierto? Como una primera aproximación es válida. Pero, en última instancia no es tan cierto, como lo veremos a continuación.
Porque, por un lado, en los años gloriosos de inicio de la industrialización, tanto Inglaterra como Estados Unidos desarrollaron una actividad minera importante en su propio país y, sin embargo, no estuvieron en la situación que se encontraban los pueblos originarios del Perú bajo el yugo de la invasión española. La mayoría de los campesinos-mineros que ingresaban a los socavones de las minas nunca más salían. Actualmente, países agro-exportadores como Estados Unidos, Francia e Italia, no se encuentran en el grado de pobreza y desempleo que existe en el Perú.
Por otro lado, cuando hablamos de minería y agricultura de exportación como un mal, inmediatamente proponemos la industrialización del país. Sin embargo, la realidad nos dice que países altamente industrializados como Estados Unidos, Inglaterra y Japón sufren de grandes desigualdades socio-económicas. Las manifestaciones como Occupy Wall Street, en el mismo seno de los Estados Unidos, son una prueba fehaciente de esta realidad.
De ahí que, es necesario comprender que la agricultura y la industria son simplemente formas de trabajar, de crear riquezas. Es decir, las diferentes formas de producir bienes y servicios que la Humanidad ha creado, no es la causa principal, y en última instancia, de los males más grandes de nuestros tiempos como la pobreza y el desempleo.
Entonces, ¿qué esconde ese modelo minero-agro-exportador del Perú? ¿Cuál es la causa “principal – y en última instancia –” de la extrema pobreza y desempleo que sufre la mayoría de la población peruana? En definitiva, no es el modelo minero-agro-exportador. Existe una causa más profunda, aquella que se encuentra en la base de la actividad económica. Se trata del tipo de repartición del resultado neto (utilidades) del esfuerzo nacional.
Si las inmensas utilidades que generan las empresas multinacionales de la minería y del agro, asentadas en el país, se quedarían en el Perú, los peruanos tendríamos otro cuadro de vida, otro nivel de remuneraciones. Es decir, si nuestras empresas peruanas se dedicaran a la minería y la agricultura de exportación, como lo hacen actualmente las multinacionales americanas, canadienses, inglesas y chinas, por ejemplo, nuestra situación socio-económica no sería la misma.
Las utilidades se quedarían en el Perú, cierto, pero en muy pocas manos. Sobre este supuesto, tendríamos nuevos romeros y roques benavides que se apropiarían de la totalidad de las utilidades y, de tiempo en tiempo, tendríamos manifestaciones de “indignados” en la Plaza San Martín de Lima, como signo de protesta de las grandes desigualdades económicas. Cierto que no estaríamos en la situación socio-económica de Bolivia, Ecuador, Chile y otros pero, no habríamos logrado erradicar la causa de la pobreza y la desocupación que sufriría una buena parte de la población.
Entonces, el problema esencial y, en última instancia, se encuentra en la Repartición Individualista del resultado neto de la actividad económica, cuando hablamos de pobreza y desempleo. Un tipo de repartición de las utilidades que permite que el 100% de las ganancias de las empresas sea apropiado únicamente por sus accionistas. Grandes masas de utilidades que se destinan a muy pocas personas y, salarios de miseria para los trabajadores. Esta situación socio-económica quedó grabada en el 1% y 99% de la manifestación expresada en Occupy Wall Street.
Cuando hablamos de pobreza y desempleo, lo que urge cambiar es el tipo de repartición de las utilidades imperante. Es necesario pasar de una posición hegemónica de Repartición Individualista hacia una posición hegemónica de Repartición Igualitaria. Es necesario que lo principal de nuestra economía sea manejado por empresas que pertenezcan al país, creadas con fondos que pertenezcan al país, a fin de que sus utilidades pertenezcan también a todos los habitantes del país, en igualdad de condiciones. Este es uno de los dos puntos centrales si queremos hablar de un cambio de modelo.
El otro punto central, en un cambio de modelo, es ponernos a la altura del avance de la Humanidad en lo que se refiere a las formas de trabajar. Debemos ingresar rápidamente a la economía inmaterial, la economía de conocimientos, aquella que genera el mejor cuadro de vida y las mejores remuneraciones tanto para los trabajadores como para el resto de la sociedad.
Cajamarca, 5 de febrero del 2012
salinas_hugo@yahoo.com
Un modelo de desarrollo que favorece a la minería y la agricultura de exportación, ¿es la causa fundamental, y en última instancia, de nuestras desgracias en el Perú? ¿Es que la minería y la agricultura de exportación están en la raíz de nuestros males de extrema pobreza y extremo desempleo?
Víctor Torres Lozada, en su artículo “El agua: Es un Derecho Humano, un Bien Ecológico y un servicio de Dominio Público” nos dice que el “conjunto de desequilibrios, que traban la posibilidad de un desarrollo sostenible […], tienen como causa principal - en última instancia – aquella que deviene de la imposición de modelos económico-sociales que han favorecido en grado sumo a las grandes industrias extractivas […], (y) que protegieron en sobre medida a la agroexportación […].” ¿Es cierto? Como una primera aproximación es válida. Pero, en última instancia no es tan cierto, como lo veremos a continuación.
Porque, por un lado, en los años gloriosos de inicio de la industrialización, tanto Inglaterra como Estados Unidos desarrollaron una actividad minera importante en su propio país y, sin embargo, no estuvieron en la situación que se encontraban los pueblos originarios del Perú bajo el yugo de la invasión española. La mayoría de los campesinos-mineros que ingresaban a los socavones de las minas nunca más salían. Actualmente, países agro-exportadores como Estados Unidos, Francia e Italia, no se encuentran en el grado de pobreza y desempleo que existe en el Perú.
Por otro lado, cuando hablamos de minería y agricultura de exportación como un mal, inmediatamente proponemos la industrialización del país. Sin embargo, la realidad nos dice que países altamente industrializados como Estados Unidos, Inglaterra y Japón sufren de grandes desigualdades socio-económicas. Las manifestaciones como Occupy Wall Street, en el mismo seno de los Estados Unidos, son una prueba fehaciente de esta realidad.
De ahí que, es necesario comprender que la agricultura y la industria son simplemente formas de trabajar, de crear riquezas. Es decir, las diferentes formas de producir bienes y servicios que la Humanidad ha creado, no es la causa principal, y en última instancia, de los males más grandes de nuestros tiempos como la pobreza y el desempleo.
Entonces, ¿qué esconde ese modelo minero-agro-exportador del Perú? ¿Cuál es la causa “principal – y en última instancia –” de la extrema pobreza y desempleo que sufre la mayoría de la población peruana? En definitiva, no es el modelo minero-agro-exportador. Existe una causa más profunda, aquella que se encuentra en la base de la actividad económica. Se trata del tipo de repartición del resultado neto (utilidades) del esfuerzo nacional.
Si las inmensas utilidades que generan las empresas multinacionales de la minería y del agro, asentadas en el país, se quedarían en el Perú, los peruanos tendríamos otro cuadro de vida, otro nivel de remuneraciones. Es decir, si nuestras empresas peruanas se dedicaran a la minería y la agricultura de exportación, como lo hacen actualmente las multinacionales americanas, canadienses, inglesas y chinas, por ejemplo, nuestra situación socio-económica no sería la misma.
Las utilidades se quedarían en el Perú, cierto, pero en muy pocas manos. Sobre este supuesto, tendríamos nuevos romeros y roques benavides que se apropiarían de la totalidad de las utilidades y, de tiempo en tiempo, tendríamos manifestaciones de “indignados” en la Plaza San Martín de Lima, como signo de protesta de las grandes desigualdades económicas. Cierto que no estaríamos en la situación socio-económica de Bolivia, Ecuador, Chile y otros pero, no habríamos logrado erradicar la causa de la pobreza y la desocupación que sufriría una buena parte de la población.
Entonces, el problema esencial y, en última instancia, se encuentra en la Repartición Individualista del resultado neto de la actividad económica, cuando hablamos de pobreza y desempleo. Un tipo de repartición de las utilidades que permite que el 100% de las ganancias de las empresas sea apropiado únicamente por sus accionistas. Grandes masas de utilidades que se destinan a muy pocas personas y, salarios de miseria para los trabajadores. Esta situación socio-económica quedó grabada en el 1% y 99% de la manifestación expresada en Occupy Wall Street.
Cuando hablamos de pobreza y desempleo, lo que urge cambiar es el tipo de repartición de las utilidades imperante. Es necesario pasar de una posición hegemónica de Repartición Individualista hacia una posición hegemónica de Repartición Igualitaria. Es necesario que lo principal de nuestra economía sea manejado por empresas que pertenezcan al país, creadas con fondos que pertenezcan al país, a fin de que sus utilidades pertenezcan también a todos los habitantes del país, en igualdad de condiciones. Este es uno de los dos puntos centrales si queremos hablar de un cambio de modelo.
El otro punto central, en un cambio de modelo, es ponernos a la altura del avance de la Humanidad en lo que se refiere a las formas de trabajar. Debemos ingresar rápidamente a la economía inmaterial, la economía de conocimientos, aquella que genera el mejor cuadro de vida y las mejores remuneraciones tanto para los trabajadores como para el resto de la sociedad.
Cajamarca, 5 de febrero del 2012
Fuente: Redacción Popular
A FAMATINA HAY QUE PENSARLA
*Por Hernan Brienza
Famatina es una de esas palabras que tienen demasiada significación para la historia argentina. Desde el siglo XVII cuando fueron descubiertas las riquezas que escondía en su vientre se ha convertido en un cerro mitológico. Por ejemplo, en su imprescindible libro Facundo y la montonera, el actual secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, y Rodolfo Ortega Peña demostraron lo cruciales que fueron los enfrentamientos políticos, comerciales y económicos entre el gobierno centralista de Martín Rodríguez y la defensa federal del riojano Facundo Quiroga. En ese texto sus autores sugieren la tesis de que la guerra civil entre unitarios y federales estalló, justamente, por causa del choque de intereses entre un grupo nacional de protoempresarios –liderados por Facundo y Braulio Costa, entre otros– y la casa internacional de Baring Brothers, que sostenía a la Famatina Minning Company. Por aquellos años, la década del ’20 del siglo XIX, Bernardino Rivadavia fue, primero, hombre fuerte del gabinete de Rodríguez y, finalmente, bajo ciertas condiciones irregulares, presidente de la República. Fue el representante no oficial de los negocios británicos en estas tierras –basta recordar que fue quien inició el endeudamiento externo argentino– y abogaba por un progreso liberal apoyado en las inversiones extranjeras como única palanca de desarrollo. La publicidad inglesa aseguraba que en La Rioja llovía oro y se montó alrededor de la posibilidad de la mina un negocio fraudulento inmanejable. Por esa razón, Famatina está en el nudo de la historia argentina, y cuando alguien grita “el Famatina no se toca”, acierta en una consigna que conmueve desde la profundidad del pasado y apela a viejas disputas por la soberanía nacional.
A esa carga histórica se le suman los errores políticos cometidos por la policía catamarqueña en los últimos días. Desgraciadamente, el kirchnerismo no ha podido todavía penetrar en la conciencia de las élites gobernantes de muchas provincias y se le ha dificultado imponer su máxima de que “la protesta social no se reprime con violencia”. Entonces, cada vez que se produce un acto de esta naturaleza por parte de alguno de los ejecutivos provinciales o incluso de operativos menores, los grupos “progresistas” o de “izquierda” se abusan de estos sucesos para incomodar al gobierno nacional y poner en supuestos aprietos a sus defensores corriéndolos por izquierda. Esa contradicción entre políticas publicas nacionales y provinciales, tarde o temprano, tiene que saldarse a favor de las decisiones tomadas en el 2003 por el ex presidente Néstor Kirchner. Incluso cuando hoy estemos en otro momento histórico y económico y ya las protestas no sean por la subsistencia sino por debates políticos. En la actualidad no se cortan rutas por supervivencia inmediata sino por la defensa del medio ambiente. No parece poca la diferencia.
La presidenta de la Nación Cristina Fernández convidó a la sociedad esta semana a tener un debate serio y responsable sobre la cuestión minera. Los argentinos nos debemos una fuerte discusión entre posturas antagónicas, pero abandonando prejuicios, falsas acusaciones, verdades a medias y estupideces conjuntas. Entre el conservacionismo reaccionario del magnate norteamericano Douglas Tompskin, el ecologismo berreta y marciano de muchos ambientalistas, la hipocresía bucanera de empresarios y políticos y la voracidad colonialista de las multinacionales debe haber un resquicio para pensar una política autónoma, responsable, sustentable humana y ambientalmente –si es que pueden separarse estos términos– y soberana.
El peronismo lleva en sus entrañas el germen de su propia discusión. Es industrialista y generador de empleos y, al mismo tiempo, Juan Domingo Perón fue el primer líder político en la Argentina en plantear con absoluta seriedad la problemática ambiental. En su discurso del año 1972, expresó: “Cada gobierno tiene la obligación de exigir a sus ciudadanos el cuidado de sus recursos naturales, y el cuidado del ambiente urbano está implícito en él... en otras palabras, necesitamos nuevos modelos de producción, consumo, organización y desarrollo tecnológico que, al mismo tiempo, den prioridad a la satisfacción de las necesidades esenciales de las personas, racionalizando el consumo de recursos naturales, y disminuyendo al mínimo posible, la contaminación ambiental”.
Interesantísimo. El propio Perón da una fórmula para analizar en cada caso qué es lo que hay que hacer: elabora la doctrina del menor daño posible. No se trata de ir desnudos por el mundo, constipados, para no influir el medio ambiente como parecen proponer algunos ecologistas narcisistas. La cuestión es ser conciente de que toda actividad humana daña el ecosistema y que por lo tanto hay que ser sumamente responsables a la hora de transformar el planeta que nos contiene. Y dice algo que vale la pena escuchar: hay que cambiar las pautas no sólo de producción si no de consumo… Es decir, vivir en Capital Federal con todo arreglado y “protestar por la bomba que cayó a mil kilómetros del refrigerador” es una hipocresía digna de la canción de Silvio Rodríguez.
Yolanda Ortiz, la primera secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano en toda Latinoamérica, nombrada por Perón en 1973 explicó alguna vez que: “Hasta entonces también había una idea biológica en cuanto a la conservación, se consideraba al hombre en tanto ser biológico, no como un ser integral, por eso fue realmente interesante el planteo (de Perón) porque el ambiente humano debía lograr una calidad de vida para los hombres, primero estaban las necesidades básicas de los hombres. Dice en su discurso que el hombre debe ser un ser íntegro, en relación con la salud, el ambiente, la equidad, la Justicia Social, la dignidad humana, él siempre lo decía. Eso es ético, moral, lo que corresponde.”
Propongo abrir en serio un debate sobre la minería en nuestro país. Sin chicanas, sin cobardías, sin falsas imputaciones. Ni todos los ambientalistas son marcianos ni todos los defensores de la producción mineras son agentes de la Barrick Gold. E incluso sería interesante discutir la viabilidad de la minería a cielo abierto. ¿Puede realizarse con una metodología que no sea tan lesiva? ¿Por qué las grandes potencias del mundo: China, Australia, Estados Unidos, Rusia, Sudáfrica, Perú, Canadá, Brasil, Chile, tienen derecho a explotar sus montañas de oro con minería a cielo abierto y los argentinos no podemos? ¿Quiénes están en lo cierto: los estadounidenses, los rusos, los brasileños, por nombrar a tres de las seis principales potencias o nosotros?
El Noroeste argentino tiene ciertas dificultades para engarzarse en el capitalismo nacional e internacional. No tiene grandes extensiones de tierra para cultivar soja y por su posición geográfica alejada de los centros urbanos tampoco posee polos industriales que capturen mano de obra desocupada. Recién en la última década apostó al turismo como fuente genuina de recursos –Salta fue la provincia que picó en punta– y la mayoría de la población económicamente activa depende del Estado y del empleo público. Esa situación de dependencia política genera masas de trabajadores cautivos de los vaivenes de la política. En los últimos tres años, la provincia de La Rioja, por ejemplo, según números oficiales, ha visto nacer 2000 empresas pymes para abastecer a las mineras. Deben ser estimativamente cerca de 10 mil puestos de trabajo. No es una cifra despreciable. Y en el caso de Famatina, el acuerdo con Osisko, además, incluía una cláusula en la cual la empresa estatal EMSE debía quedarse con el 30% de lo producido, cuando, generalmente, las demás mineras aportan apenas el 3% de regalías. ¿Justifica esto destrozar el cerro de Famatina? No lo sé. Y es posible que no. Pero no me cabe duda de que hay que pensarlo sin histeria y con una mirada amplia. Y también como política pública a mediano y largo plazo. Obviamente, hay que abrir, además, el debate técnico. Porque no está claro cuánta agua se utiliza, cuánto cianuro, si contamina más que la ganadería o la soja, o cualquier industria porteña. ¿Es cierto por ejemplo que apenas el 8% del cianuro que se utiliza en el país lo usan las mineras y el resto otras industrias tan contaminantes pero a las que no percibimos? ¿O es falso? El periodismo ha discutido mucho sobre el tema de la minería, pero lo ha hecho con absoluto desconocimiento, en el mejor de los casos, o atravesados por operaciones políticas en la mayoría.
Desgraciadamente, vivir mata. Y el capitalismo moderno más. El desarrollo industrial tiene consecuencias fenomenales para el Medio Ambiente. Entre vivir de la caza y de la pesca y destruir el planeta hay una amplia cantidad de posibilidades. El desarrollo minero no puede analizarse desde posiciones dogmáticas. “El Famatina no se toca” es un buen eslogan. Pero habría que preguntarse antes: ¿Por qué no? ¿Cuántos puestos de trabajo cubre? ¿Qué tipo de tecnología usarán para la extracción del oro? ¿Qué tipo de controles podrá realizar el Estado? ¿Hay necesidad de reestructurar la legislación en la materia? ¿Es lo mismo la agresiva minería en provincias como Córdoba que tiene cientos de recursos que en La Rioja o Catamarca con menor sustentabilidad? Más allá de las suculentas untadas que puedan recibir políticos locales, si la minería aporta el 10 o 15% de la población económicamente activa del NOA ¿no merece un debate un poco más serio que andar gritando por las cámaras de TN? Demasiada carga histórica tiene Famatina –desde el conflicto entre Rivadavia y Quiroga– para que su futuro sea vociferado melodramáticamente por operadores de un arrocero que no tiene el menor cuidado por el medio ambiente en, por ejemplo, los Esteros del Ibera? No sé si Famatina terminará o no tocándose. Lo que sí es un imperativo es reflexionar sobre ella. A Famatina hay que pensarla.
Famatina es una de esas palabras que tienen demasiada significación para la historia argentina. Desde el siglo XVII cuando fueron descubiertas las riquezas que escondía en su vientre se ha convertido en un cerro mitológico. Por ejemplo, en su imprescindible libro Facundo y la montonera, el actual secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, y Rodolfo Ortega Peña demostraron lo cruciales que fueron los enfrentamientos políticos, comerciales y económicos entre el gobierno centralista de Martín Rodríguez y la defensa federal del riojano Facundo Quiroga. En ese texto sus autores sugieren la tesis de que la guerra civil entre unitarios y federales estalló, justamente, por causa del choque de intereses entre un grupo nacional de protoempresarios –liderados por Facundo y Braulio Costa, entre otros– y la casa internacional de Baring Brothers, que sostenía a la Famatina Minning Company. Por aquellos años, la década del ’20 del siglo XIX, Bernardino Rivadavia fue, primero, hombre fuerte del gabinete de Rodríguez y, finalmente, bajo ciertas condiciones irregulares, presidente de la República. Fue el representante no oficial de los negocios británicos en estas tierras –basta recordar que fue quien inició el endeudamiento externo argentino– y abogaba por un progreso liberal apoyado en las inversiones extranjeras como única palanca de desarrollo. La publicidad inglesa aseguraba que en La Rioja llovía oro y se montó alrededor de la posibilidad de la mina un negocio fraudulento inmanejable. Por esa razón, Famatina está en el nudo de la historia argentina, y cuando alguien grita “el Famatina no se toca”, acierta en una consigna que conmueve desde la profundidad del pasado y apela a viejas disputas por la soberanía nacional.
A esa carga histórica se le suman los errores políticos cometidos por la policía catamarqueña en los últimos días. Desgraciadamente, el kirchnerismo no ha podido todavía penetrar en la conciencia de las élites gobernantes de muchas provincias y se le ha dificultado imponer su máxima de que “la protesta social no se reprime con violencia”. Entonces, cada vez que se produce un acto de esta naturaleza por parte de alguno de los ejecutivos provinciales o incluso de operativos menores, los grupos “progresistas” o de “izquierda” se abusan de estos sucesos para incomodar al gobierno nacional y poner en supuestos aprietos a sus defensores corriéndolos por izquierda. Esa contradicción entre políticas publicas nacionales y provinciales, tarde o temprano, tiene que saldarse a favor de las decisiones tomadas en el 2003 por el ex presidente Néstor Kirchner. Incluso cuando hoy estemos en otro momento histórico y económico y ya las protestas no sean por la subsistencia sino por debates políticos. En la actualidad no se cortan rutas por supervivencia inmediata sino por la defensa del medio ambiente. No parece poca la diferencia.
La presidenta de la Nación Cristina Fernández convidó a la sociedad esta semana a tener un debate serio y responsable sobre la cuestión minera. Los argentinos nos debemos una fuerte discusión entre posturas antagónicas, pero abandonando prejuicios, falsas acusaciones, verdades a medias y estupideces conjuntas. Entre el conservacionismo reaccionario del magnate norteamericano Douglas Tompskin, el ecologismo berreta y marciano de muchos ambientalistas, la hipocresía bucanera de empresarios y políticos y la voracidad colonialista de las multinacionales debe haber un resquicio para pensar una política autónoma, responsable, sustentable humana y ambientalmente –si es que pueden separarse estos términos– y soberana.
El peronismo lleva en sus entrañas el germen de su propia discusión. Es industrialista y generador de empleos y, al mismo tiempo, Juan Domingo Perón fue el primer líder político en la Argentina en plantear con absoluta seriedad la problemática ambiental. En su discurso del año 1972, expresó: “Cada gobierno tiene la obligación de exigir a sus ciudadanos el cuidado de sus recursos naturales, y el cuidado del ambiente urbano está implícito en él... en otras palabras, necesitamos nuevos modelos de producción, consumo, organización y desarrollo tecnológico que, al mismo tiempo, den prioridad a la satisfacción de las necesidades esenciales de las personas, racionalizando el consumo de recursos naturales, y disminuyendo al mínimo posible, la contaminación ambiental”.
Interesantísimo. El propio Perón da una fórmula para analizar en cada caso qué es lo que hay que hacer: elabora la doctrina del menor daño posible. No se trata de ir desnudos por el mundo, constipados, para no influir el medio ambiente como parecen proponer algunos ecologistas narcisistas. La cuestión es ser conciente de que toda actividad humana daña el ecosistema y que por lo tanto hay que ser sumamente responsables a la hora de transformar el planeta que nos contiene. Y dice algo que vale la pena escuchar: hay que cambiar las pautas no sólo de producción si no de consumo… Es decir, vivir en Capital Federal con todo arreglado y “protestar por la bomba que cayó a mil kilómetros del refrigerador” es una hipocresía digna de la canción de Silvio Rodríguez.
Yolanda Ortiz, la primera secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano en toda Latinoamérica, nombrada por Perón en 1973 explicó alguna vez que: “Hasta entonces también había una idea biológica en cuanto a la conservación, se consideraba al hombre en tanto ser biológico, no como un ser integral, por eso fue realmente interesante el planteo (de Perón) porque el ambiente humano debía lograr una calidad de vida para los hombres, primero estaban las necesidades básicas de los hombres. Dice en su discurso que el hombre debe ser un ser íntegro, en relación con la salud, el ambiente, la equidad, la Justicia Social, la dignidad humana, él siempre lo decía. Eso es ético, moral, lo que corresponde.”
Propongo abrir en serio un debate sobre la minería en nuestro país. Sin chicanas, sin cobardías, sin falsas imputaciones. Ni todos los ambientalistas son marcianos ni todos los defensores de la producción mineras son agentes de la Barrick Gold. E incluso sería interesante discutir la viabilidad de la minería a cielo abierto. ¿Puede realizarse con una metodología que no sea tan lesiva? ¿Por qué las grandes potencias del mundo: China, Australia, Estados Unidos, Rusia, Sudáfrica, Perú, Canadá, Brasil, Chile, tienen derecho a explotar sus montañas de oro con minería a cielo abierto y los argentinos no podemos? ¿Quiénes están en lo cierto: los estadounidenses, los rusos, los brasileños, por nombrar a tres de las seis principales potencias o nosotros?
El Noroeste argentino tiene ciertas dificultades para engarzarse en el capitalismo nacional e internacional. No tiene grandes extensiones de tierra para cultivar soja y por su posición geográfica alejada de los centros urbanos tampoco posee polos industriales que capturen mano de obra desocupada. Recién en la última década apostó al turismo como fuente genuina de recursos –Salta fue la provincia que picó en punta– y la mayoría de la población económicamente activa depende del Estado y del empleo público. Esa situación de dependencia política genera masas de trabajadores cautivos de los vaivenes de la política. En los últimos tres años, la provincia de La Rioja, por ejemplo, según números oficiales, ha visto nacer 2000 empresas pymes para abastecer a las mineras. Deben ser estimativamente cerca de 10 mil puestos de trabajo. No es una cifra despreciable. Y en el caso de Famatina, el acuerdo con Osisko, además, incluía una cláusula en la cual la empresa estatal EMSE debía quedarse con el 30% de lo producido, cuando, generalmente, las demás mineras aportan apenas el 3% de regalías. ¿Justifica esto destrozar el cerro de Famatina? No lo sé. Y es posible que no. Pero no me cabe duda de que hay que pensarlo sin histeria y con una mirada amplia. Y también como política pública a mediano y largo plazo. Obviamente, hay que abrir, además, el debate técnico. Porque no está claro cuánta agua se utiliza, cuánto cianuro, si contamina más que la ganadería o la soja, o cualquier industria porteña. ¿Es cierto por ejemplo que apenas el 8% del cianuro que se utiliza en el país lo usan las mineras y el resto otras industrias tan contaminantes pero a las que no percibimos? ¿O es falso? El periodismo ha discutido mucho sobre el tema de la minería, pero lo ha hecho con absoluto desconocimiento, en el mejor de los casos, o atravesados por operaciones políticas en la mayoría.
Desgraciadamente, vivir mata. Y el capitalismo moderno más. El desarrollo industrial tiene consecuencias fenomenales para el Medio Ambiente. Entre vivir de la caza y de la pesca y destruir el planeta hay una amplia cantidad de posibilidades. El desarrollo minero no puede analizarse desde posiciones dogmáticas. “El Famatina no se toca” es un buen eslogan. Pero habría que preguntarse antes: ¿Por qué no? ¿Cuántos puestos de trabajo cubre? ¿Qué tipo de tecnología usarán para la extracción del oro? ¿Qué tipo de controles podrá realizar el Estado? ¿Hay necesidad de reestructurar la legislación en la materia? ¿Es lo mismo la agresiva minería en provincias como Córdoba que tiene cientos de recursos que en La Rioja o Catamarca con menor sustentabilidad? Más allá de las suculentas untadas que puedan recibir políticos locales, si la minería aporta el 10 o 15% de la población económicamente activa del NOA ¿no merece un debate un poco más serio que andar gritando por las cámaras de TN? Demasiada carga histórica tiene Famatina –desde el conflicto entre Rivadavia y Quiroga– para que su futuro sea vociferado melodramáticamente por operadores de un arrocero que no tiene el menor cuidado por el medio ambiente en, por ejemplo, los Esteros del Ibera? No sé si Famatina terminará o no tocándose. Lo que sí es un imperativo es reflexionar sobre ella. A Famatina hay que pensarla.
Fuente: Infonews
MALVINAS: UNA AMPUTACION NO ASUMIDA
*Por Jorge Rachid
Si alguien pregunta en la calle a cualquier
argentino que haría esa persona en caso de ser el país invadido por un ejército
extranjero y la Nación
colonizada, seguro que la mayoría expresaría su rechazo y una alta proporción
estaría dispuesto a luchar por la
Patria , para expulsar al invasor.
Debemos preguntarnos entonces porqué si el
país sufre desde hace casi 180 años una ocupación colonial en manos del Reino
Unido de Gran Bretaña, mientras nuestra respuesta cotidiana al planteo tiene,
en el mejor de los casos, algún grado de tibieza, de racionalidad especulativa,
de medir relaciones internacionales, de observar el flujo de capitales, mirar
el resto de los países, buscar equilibrios antes que expresar con toda la
fuerza y firmeza el rechazo visceral al colonialismo, la prepotencia, el uso de
la violencia que han aplicado sobre nosotros como pueblo soberano, en un delito
internacional como es la ocupación armada, que se prolonga en el tiempo, es
decir sigue desarrollándose en cada instante, con una fuerza militar operativa
ofensiva , para ser aún mas preciso, sería un delito actual pasible de ser
juzgado hoy, ante la llamada Corte Internacional de La Haya..
Sin dudas esa ocupación territorial, producto
de la necesidad del Imperio en ese momento, 1833 de controlar el Atlántico Sur,
encadenado como bien lo explica el profesor Fernando Del Corro, con las
posesiones de Gibraltar, la isla Asención, mas tarde la Ciudad del Cabo, la isla
Santa Helena y parte de las islas caribeñas, en un diseño imperial que se sumó,
desde lo militar, a la ocupación y saqueo financiero y cultural de América
Latina, produciendo desde la llamada Balcanización o sea la fragmentación de
los pueblos y los espacios geográficos en múltiples países, gracias a una
inteligente diplomacia, cargada de dinero para corromper gobernantes, endeudar
a los pueblos, producir guerras fraticidas como la de la Triple Infamia sobre Paraguay,
dominando desde la política hasta la moneda, en estos territorios
latinoamericanos, durante casi un siglo.
Pero
esa historia ha sido al menos acotada en los términos mas feroces del
colonialismo de los siglos XlX y XX, sin embargo el tema Malvinas sigue ahí
congelado, como si el tiempo se hubiese detenido y la conciencia nacional
arrumbado frente a la humillación nacional que significa la presencia colonial
en nuestras tierras.
O será acaso que nuestra memoria histórica ha
sido colonizada por un relato anglófilo, determinante sin dudas de una
concepción eurocentrista de la mirada internacional, apuntalada en las
currículas escolares de estudios en generaciones de argentinos. Es la historia
contada por los que escribieron las humillaciones de nuestra soberanía tanto
económica como militar, como victorias nacionales.
Desde los créditos de la Barhing Brodhers
en la gestión Rivadavia. El mismo que le dio la espalda a la gesta libertadora
del Gral. San Martín, desconociendo a su ejército, sin embargo relatado en la
historia oficial, como el primer presidente y modelo de estadista. Quienes no
dudaron en subirse a los barcos de la armada franco-inglesa en Obligado para
garantizar el libre comercio a los piratas de los mares, eran argentinos que no
dudaron en aliarse con Inglaterra para su lucha intestina contra Rosas, cuando
las Malvinas ya habían sido ocupadas. Los mismos que convocaron al ejército
brasileño para la batalla de Caseros, preludio sin dudas de la telaraña fina
tejida por el Reino Unido para librar luego, con ejércitos casi mercenarios de
sus intereses, la Guerra
de la Triple Infamia
contra el pueblo hermano del Paraguay. Mientras nuestros “próceres” hacían los
deberes imperiales, las Malvinas seguían ocupadas.
Así no nos debe sorprender que los ingleses
hayan encontrado en las clases dirigentes argentinas de entonces, sus mejores
armas para consolidar su presencia pirata en nuestras islas. Los mismos que
escribieron esa historia sesgada que ocultó a nuestros patriotas desde Artigas
a Felipe Varela, desde el gobernador Vernet al Gaucho Rivero, como después
intentaron ocultar y victimizar a nuestros héroes de Malvinas como forma de
enterrar su gesta gloriosa a la hora de entregar su vida por la Patria.
La desmalvinización, el ocultamiento, la
tergiversación de la reinvindicación nacional como política, por la circunstancia
histórica de una dictadura genocida, como si lo uno anulase lo importante que
demostró ese hecho hace 30 años, que la conciencia colectiva del pueblo guarda
en lo mas profundo, que es la necesaria recuperación de nuestras hermanas
perdidas, como forma de recuperar integridad territorial, como hoy estamos
construyendo la unidad latinoamericana como forma de reparación al siglo XlX,
de fragmentación y colonización geográfica y económica impuesta por el Imperio
Inglés.
Ese Imperio que hoy intenta pasar
desapercibido, como gendarme de la potencia dominante hegemónica como es EEUU,
sigue teniendo una presencia mundial con
trece colonias en la actualidad y la construcción del Commonnwheald, cuyo
término significa “riqueza común”, comunidad de naciones asociadas al reino inglés,
que suman al día de hoy 57 naciones mas 13 colonias. Con esa base desconocida
por la mayoría de los pueblos además su presencia en el Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas con derecho a veto, le ha permitido desconocer desde
siempre las resoluciones del pleno de naciones, votadas masivamente en la Asamblea de la ONU , de negociar con nuestro
país el tema de la soberanía de las islas Malvinas. Es el mismo reino que habla
de paz y democracia en el mundo y sigue ejerciendo por la fuerza una ocupación
a miles de millas de su territorio, con una fuerza desplegada de tipo ofensivo,
no defensivo como aduce, con capacidad de despliegue sobre el resto del
territorio nacional argentino, con capacidad nuclear disuasoria, que garantiza
la continuidad de su presencia depredatorias en los mares territoriales
argentinos.
Hay quienes creen que los reclamos actuales
que el Gobierno Nacional realiza son simplemente tácticos, pese a que han
convocado a la mas importante demostración de de solidaridad latinoamericana
desde el conflicto de 1982, al impedir los países del Mercosur la utilización
de puertos nacionales a los buques con bandera pirata malvinense, en una
reivindicación común del espacio territorial americano frente a las agresiones
imperiales. Agresión que es vivida hoy como una forma de depredación de los recursos naturales del mar
austral, desde el petróleo herramienta estratégica hoy hasta los recursos
ictícolas de la pesca selectiva que degrada la fauna eliminando millones de
peces, léase proteínas para el mundo, en cada campaña de buques factoría que
operan con impunidad y patente de corso inglés.
Podemos
pensar entonces, como nos alertaba el Gral. Perón en su mensaje del primero de
mayo de 1974 titulado Modelo Argentino Para un Proyecto Nacional, que la
batalla del futuro a librar por los pueblos libres, era la defensa de los
recursos naturales en especial lo no renovables y en particular el agua dulce,
ya caracterizado como el eje del próximo siglo para la humanidad y nos decía ese
viejo sabio que los imperios vendrían por ello, con la dominación y con la
fuerza de ser necesario. Ese es el fundamento inglés de su presencia en
Malvinas, base de operaciones de su despliegue futuro con los mismos colmillos
de antaño, como en 1833, en especial en éste año de discusión del Tratado
Antártico a nivel internacional, donde pretende exhibir derechos.
Por otro lado quienes creen en la inutilidad
del reclamo, desconocen que el Reino Unido ha debido negociar otros enclaves
coloniales frente a situaciones geopolíticas desfavorables como el Estrecho de
Gibraltar con España, otra potencia colonial con Ceuta y Melilla en África,
hasta Hong Kong con China cediendo
décadas de dominación, como antes tuvo que hacerlo, no sin antes crear
condiciones favorables a sus intereses con los territorios coloniales del medio
oriente y Asia. O sea que la búsqueda permanente de aliados estratégicos, los
reclamos en todos los foros internacionales que se presenten y los atajos
necesarios para “obligar” a los ingleses a negociar debe ser apoyada por el
conjunto del pueblo argentino, independientemente de su adscripción política,
cercana o lejana al gobierno, evitando el carancheo perverso realizado con los
combatientes de la guerra del 82.
La excusa inglesa de los kelpers como pueblo
soberano no resiste el menor análisis ya que la ocupación con población
trasplantada no genera soberanía popular de autodeterminación, menos aún que
planteen como una agresión aquellas medidas destinadas a doblegar la actitud
soberbia de su negativa a negociar. Esas medidas desde prohibir los vuelos
hasta cerrar los puertos son solo algunas de las medidas que pueden ser tomadas
en una escalada destinada a recuperar las islas, que necesariamente afectarán
los intereses ingleses en nuestro país y en Latinoamérica como así también la
vida diaria de los pobladores de Malvinas hasta hoy privilegiados por la
situación colonial, con el mayor ingreso per cápita del mundo, por los
subsidios y recursos aportados desde la metrópoli y las regalías originadas en
la explotación depredatorias de nuestros mares. Esos habitantes no son un
pueblo, son parte de las fuerzas de ocupación sin uniforme, cumpliendo un rol
colonial y sin derechos soberanos.
Los argentinos tenemos nuestra cuota de
responsabilidad en la continuidad de la colonización malvinense al no haber
incorporado como una demanda continua, permanente en nuestro conciente
colectivo como pueblo la necesidad de reparar la amputación sufrida antaño.
Hemos tenido relatores aliados a la
colonización, historiadores que aún hoy siguen planteando subliminarmente su
dejo de desazón por haber combatido en las invasiones inglesas como pueblo, de
haber librado las gestas de Obligado, el Quebracho y otras batallas memorables,
de haber mantenido la neutralidad en ambos conflictos mundiales
intercapitalistas, en defensa de intereses imperiales de cualquier signo y por
supuesto de haber ocupado en el 82, que sin dudas atrasó cualquier negociación
pero constituyó una gesta nacional, identitaria con la cuota de sacrificio y
heroísmo que nos llena de orgullo como pueblo, mas allá de las especulaciones
de quienes la decidieron para ocultar sus crímenes en el marco de la dictadura
militar. Esa gesta permitió corroborar que la conciencia nacional tiene
incorporada a Malvinas como un hecho colonial a reparar mas temprano que tarde,
debe volver a ser parte de la integridad territorial de nuestro país.
DOCTRINA NACIONAL JUSTICIALISTA
*Por Diego Carbone
DEFINICIÓN:
Definese, como Doctrina Nacional adoptada por el Pueblo Argentino, la Doctrina Peronista o Justicialismo, que tiene como finalidad suprema alcanzar la felicidad del Pueblo, y la grandeza de la Nación, mediante la Justicia Social, la Independencia Económica y la soberanía Política, armonizando los valores materiales con los valores espirituales y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad.
BOLILLA Nº 1
DOCTRINA POLITICA INTERNA DE LA NACIÓN
1) El Gobierno debe hacer lo que el Pueblo quiere y defender un solo interés: el del Pueblo.
2) La acción política no es una finalidad de gobierno, sino un medio para el bien de la Patria que es la felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación.
3) En la acción política, los hombres sirven libremente a las organizaciones políticas del Pueblo y éstas deben servir al bien general de la Nación.
4) El Gobierno debe ser libremente elegido por el Pueblo libre. El Pueblo es libre cuando es socialmente justo, económicamente libre y políticamente soberano.
5) El Gobierno es del Pueblo y para el Pueblo cuando es realmente ejercido por el Pueblo. Esta condición sólo la realiza un Pueblo que posee conciencia social, organización social, y personalidad social.
6) El ejercicio del Gobierno por el Pueblo exige la participación en el mismo de las organizaciones sociales, económicas, políticas y culturales de la comunidad.
7) Las organizaciones representativas del Pueblo, en el orden social, económico y cultural, son auiliares indispensables para el buen gobierno del país si actúan atendiendo a los principios fundamentales de la Doctrina Nacional.
8) El Pueblo es la Comunidad Organizada y constituye el cuerpo y el alma de la Patria.
9) El Gobierno, el Estado y las organizaciones libres del Pueblo constituyen el cuerpo de la Comunidad. El alma de la Patria es la Doctrina Nacional.
10) La Doctrina Nacional es el conjunto de los principios fundamentales cuya unidad de concepción promueve la unidad de acción, base indispensable de la unidad nacional.
11) Los habitantes de la Nación solamente pueden realizarse en la Comunidad Organizada.
12) La Comunidad Nacional se realiza cuando todos sus integrantes cumplen de manera responsable con sus funciones sociales.
13) La solidaridad nacional se funda en el cumplimiento responsable de la función social de todos y cada uno de los habitantes de la Patria.
14) La felicidad del Pueblo, se fundan en la Justicia Social, la independencia Económica y la Soberania Política.
15) La Justicia Social, la Independencia Económica, y la Soberanía Política de la Republica dependen del sentido ético de responsabilidad social que posean todos y cada uno de los integrantes de la Comunidad Organizada.
16) Las ideas y los sentimientos patrióticos deben ser permanentes, s) agrados e inviolables en la conciencia individual y social de los argentinos y se realizan mediante la solidaridad.
17) El hombre es portador de valores morales y valores espirituales eternos. El Gobierno, el Estado y las organizaciones del Pueblo deben posibilitar su ejercicio para asegurar el destino permanente de la Patria.
18) Las Naciones perduran más que por los valoes materiales que poseen, por los valores morales y espirituales de todas y cada una de las personas que componen la Unidad Nacional.
19) Los derechos de la sociedad son conferidos al gobierno, al Estado y a las organizaciones del Pueblo, por las personas que integran como tales la sociedad, con el objeto de realizar mejor sus fines individuales.
20) La Doctrina Nacional debe orientarse hacia la realización de la armonía y el equilibrio entre los derechos del individuo y los derechos de la sociedad para que la Comunidad posibilite el maximo desarrollo posible de los fines individuales de sus componentes.
HASTA AQUI, LA BOLILLA Nº 1 "DOCTRINA POLITICA INTERNA DE LA NACIÓN"
MAÑANA, EN UNA SEGUNDA ENTREGA, LA BOLILLA Nº2, "DOCTRINA POLITICA INTERNACIONAL DE LA NACIÓN.
COLECCIONELAS, ATESORELAS, Y POR SOBRE TODAS LAS COSAS PONGALAS EN PRACTICA, Y TENDREMOS UN PUEBLO FELIZ Y UNA NACION LIBRE Y SOBERANA.
13 DE FEBRERO DE 1961: EL MARTIRIO DE PATRICE LUMUMBA EN EL CONGO

*Por Prof. Daniel Chiarenza
Patrice Lumumba, líder anticolonialista del ex Congo Belga, en la geomorfología africana.
Se sabe que en un territorio colonial los nativos no tienen derechos políticos y su libertad es una utopía. En África –hacia 1960- el Congo era una de las colonias más benévolas por sus enormes riquezas.
En 1950, no había líderes políticos que pensaran en la independencia. La poca intelectualidad, de lengua francesa, se concentraba en Leopoldville. En 1957, la metrópolis autorizó elecciones municipales en donde se eligieron alcaldes africanos. Esto alentó al movimiento emancipador que estaba latente a reflejarse en tres partidos: la Asociación del Bajo Congo, encabezada por Joseph Kasavubu de tendencia federal; el Movimiento Nacional Congoleño liderado por Patrice Lumumba que sostenía un inteligente unitarismo y la Confederación de Asociaciones de Katanga de Moisé Tshombé de ideas separatistas tribales, con predicamento en la provincia de Katanga, las más rica del país.

La Asociación del Bajo Congo estaba liderada por Joseph Kasavubu.
En 1959, el gobierno belga debió soportar huelgas, disturbios y revueltas callejeras, con un saldo de 71 muertos y 158 heridos. Ante esta situación, Balduino -rey de Bélgica- convocó a una reunión en Bruselas a los principales jefes políticos congoleños para llegar a un acuerdo. Ante la sorpresa de los líderes nacionalistas, Balduino les propuso un plan para establecer la independencia en un término de seis meses. Los europeos no querían afrontar una guerra colonial que implicara pérdidas materiales y humanas, pues si eran inteligentes continuarían teniendo el poder económico.
Las elecciones del 19 de mayo de 1960, dieron un parlamento inequívocamente favorable a Lumumba, pero cedió y se llegó a un gobierno de coalición entre la mayoría y la primera minoría: el MNC de Lumumba y el ABACO de Kasavubu. El primero fue elegido primer ministro y el segundo presidente. El 30 de junio se proclamó la independencia, con la asistencia de Balduino. Pero… habían quedado muchas cuestiones irresueltas. Por ejemplo, el aparato militar seguía en manos belgas y no se habían preparado cuadros congoleños para suplantarlos; la tendencia secesionista de la provincia de Katanga; la convivencia en el territorio del Congo de gran cantidad de tribus, que no querían ahora acatar ninguna autoridad.

Firma del Acta de Declaración de la Independencia entre Patrice Lumumba y el rey Balduino de Bélgica.
El nuevo gobierno estaba prisionero de esas debilidades. Tropas acantonadas en Thysville se amotinaron y tomaron prisioneros a los oficiales belgas. Rápidamente la rebelión se extendió por todo el país. Soldados europeos fueron agredidos y se inicia un éxodo de blancos, unos 60.000, que regresan a sus países de origen. El gobierno congolés, entonces, anunció que las tropas serían puestas a las órdenes de oficiales nativos. Un exsargento fue ascendido a general y puesto a cargo del ejército.

Moïsé Tshombé, el separatista de la rica provincia de Katanga.
El 11 de julio, Moisé Tshombé proclamó la independencia de Katanga. El gobierno del Congo pidió la intervención de la ONU.

El héroe nacional Patrice Lumumba, listo para el sacrificio.
El 24 de julio 3 mil soldados rebeldes congoleses se rinden en la provincia de Kasai ante efectivos tunecinos. El secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld se trasladó al lugar de los acontecimientos como prenda de paz. Anunció que tropas de la ONU se disponían a reemplazar a los belgas –que alentaban la secesión por las riquezas de la región- en la provincia de Katanga. Tshombé dijo que se opondría por la fuerza a cualquier intento de ingreso de las fuerzas internacionales.

El secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld. Su intervención pacífica en el Congo le costó la vida.
Tshombé negoció con tal que le reconociera autonomía de las autoridades congoleñas. Lumumba entraba en tratativas con la URSS para tratar de reincorporar a la provincia díscola. Se hacen evidentes las desinteligencias entre el presidente y el primer ministro. El 5 de septiembre Kasavubu decidió terminar con su primer ministro y lo destituyó, poniéndolo bajo arresto, con ayuda de “cascos azules” de la ONU y el coronel Mobutu. Pero el prestigio de Lumumba se había acrecentado popularmente.Lumumba intentó escapar, siendo arrestado en Thysville y enviado a Elizabethville en Katanga. Allí tras una parodia de fuga fue asesinado por las tropas de la provincia separatista. Partidarios de Lumumba formaron en Stanleyville un gobierno paralelo, lo que provocó más anarquía y la dudosa muerte del secretario general de la ONU y un principal sospechoso: Tshombé.
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