Panfletos con una descripción sesgada de la realidad
económica y social en el país que sugerían qué preguntar. Correos electrónicos
convocando a un cacerolazo a los ciudadanos argentinos residentes en Boston.
Una agrupación de fondos buitre que reclama contra la Argentina manifestando en
la puerta y un militante y ex funcionario del PRO que reconoció que las
preguntas de los estudiantes fueron coordinadas de antemano.
Ese es el trasfondo que dejó la última actividad de la
presidenta Cristina Fernández en los Estados Unidos, donde enfrentó lo que en
los papeles era un diálogo con estudiantes de la Escuela de Gobierno de una de
las universidades más prestigiosas del mundo, pero en los hechos terminó siendo
algo muy parecido a un acto político destinado a cuestionar no sólo su figura
sino también su programa de gobierno.
"La libertad de expresión está en peligro en la
Argentina. La presidenta Cristina Kirchner se niega a ofrecer conferencias de
prensa, ataca a los medios que se le oponen y demoniza a los opositores que
piensan distinto que ella. El acceso a la información es esencial en la democracia.
Sin embargo, los ciudadanos argentinos encuentran cada vez más dificultades
para acceder a esa información. Por eso le pedimos que tome un minuto de su
tiempo para hacerle las preguntas que la gente en la Argentina no puede
realizar a sus gobernantes."
El texto corresponde a uno de los panfletos que el jueves
circularon desde temprano en las puertas del edificio de Harvard en el que iba
a exponer la presidenta, e incluye una serie de 15 preguntas para hacerle a la
mandataria argentina. Cualquier relación entre esa presentación y la muletilla
que varios de los jóvenes emplearon para preguntar (cuando celebraban la
posibilidad que les está vedada a los argentinos) es una pura coincidencia.
Las preguntas iban desde la ya desmentida versión de que el Indec
afirmaba que en la Argentina se podía comer por seis pesos, que uno de los
estudiantes de Harvard realizó en términos muy similares a los del panfleto;
hasta las restricciones para la compra de dólares (también formulada), pasando
por una que plantea: "Qué quiere hacer el gobierno argentino el 8 de
diciembre con el Grupo Clarín y su conglomerado de medios."
Siete de las diez preguntas que le fueron formuladas a la
presidenta estaban en ese panfleto, que varios de los estudiantes tenían en sus
manos a la hora de preguntar. "Tenés mala memoria que tenés que
leer", preguntó irónica Cristina a un estudiante venezolano que tenía un
papel en su mano frente al micrófono.
"No pregunto lo que quieren ellos", anticipó un
estudiante que se presentó como salteño y luego consultó a la mandataria
argentina sobre el rol de la responsabilidad social en el desarrollo económico.
Nunca aclaró quiénes eran "ellos", aunque su advertencia daba cuenta
de una organización previa para la realización de las preguntas.
También aparece en el panfleto la pregunta sobre la
perspectiva de la re-reelección. Esa fue la que efectuó Juan Ignacio Maquieyra,
ex asesor del ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, autor
intelectual del 0-800 para receptar denuncias sobre la actividad política en
las escuelas. Maquieyra es además uno de los fundadores y secretario general de
Generación Argentina Política, una agrupación de la juventud del PRO cuya sigla
es idéntica a la de una conocida marca de ropa estadounidense (GAP) y convoca a
encuentros de militancia en el After Oficce en el Bar Mística.
"Queremos conformar una dirigencia política profesional
que sintetice conocimiento académico con praxis política de manera tal de poder
transformar efectivamente la realidad", sostiene GAP desde su página web.
Maquieyra, quien rescindió su contrato con el Ministerio de
Educación porteño antes de viajar dos meses atrás a Boston, destacó en su
pregunta que estaba agradecido de poder efectuar las preguntas que el resto de
sus compatriotas no pueden hacer y según informó la agencia Télam luego
reconoció en diálogo con periodistas argentinos que las preguntas que se le
iban a hacer a la presidenta fueron coordinadas previamente.
Las preguntas de los estudiantes de Harvard y las respuestas
de la presidenta argentina generaron ayer una amplia repercusión. Lucía, una ex
estudiante de Harvard que participó del evento, consideró "lamentable el
papel que hicieron los argentinos ahí".
"El nivel de las preguntas era el de un taxista que
leyó el diario Clarín de esta mañana. Uno esperaba preguntas más interesantes.
Se desaprovechó una oportunidad. Le podrían haber hecho a la presidenta muchas
preguntas interesantes", dijo la joven en diálogo con Víctor Hugo Morales.
A la vez, residentes argentinos recibieron llamados y
correos con convocatorias a un cacerolazo que, según contó a la agencia Télam
un argentino que desde 1974 reside en Boston, "claramente apuntan a usar a
la gente", a pesar de definirse como un "claro opositor a
Cristina" que sólo "quería escucharla en primera persona".
En la larga fila que ocupaba toda la extensión de la calle
Kennedy, a metros de Harvard Square, un grupo de argentinos repartía tarjetas
rojas y panfletos, ambos con la firma de la American Task Force Argentina
(ATFA) que integran estadounidenses acreedores de fondos buitre (ver aparte).
Ese armado recordó al cacerolazo que el martes un grupo de
argentinos efectuó frente al hotel en el que se hospedaba la mandataria en
Nueva York. En ese caso, Tomás Pérez Alati, uno de los promotores de la
protesta que se presentó como becario de Derecho en los Estados Unidos, es
miembro de una familia estrechamente vinculada al poder en la Argentina.
Su padre, Jorge Pérez Alati, es uno de los socios del
estudio de abogados Pérez Alati, Grondona, Benites, Arnsten & Martínez de
Hoz (h), reconocido por sus reiteradas defensas de empresas extranjeras que
litigan contra la Argentina en el CIADI (el centro de resolución de
controversias del Banco Mundial) por disputas económicas luego del estallido de
2001.
Militantes del PRO, argentinos que operan a favor de fondos
buitre que reclaman contra la Argentina e integrantes de familias patricias que
defienden a multinacionales contra el país, todos elementos de un mecanismo
aceitado que tienen cuentas pendientes con la presidenta. «
Militante por el
cierre de grados
En 2010, durante una tensa reunión por el cierre de 258
grados, fue el novel estudiante de Harvard el encargado de encaminar las
negociaciones con los enfurecidos docentes.
"¿Podés decir qué respuesta tiene Macri ante el cierre
de grados? Quiero llevarme una respuesta ahora sobre si van a amontonar más a los pibes, lo que va en
detrimento de su educación", pidió uno de los delegados.
"Te puedo dar la respuesta, pero no te va a
gustar", anticipó Maquieyra.
“Eso es una forma elegante de decir que vas a cerrar los
grados", le contestaron los docentes.
Minutos después la reunión parecía llegar a buen puerto
cuando se decidió convocar a un encuentro de trabajo para encontrar una
solución al problema. "¿Va a ser una reunión de trabajo o con una
movilización en la puerta?", chicaneó el joven PRO.
"¿Te preocupa mucho eso?", le consultó uno de los
docentes. “No, pero si el ánimo es trabajar…”
"Hay gente que no cobra hace ocho meses y sigue yendo a
trabajar, así que el último comentario te pido que lo reveas", le exigió
uno de los docentes.
Ecos de la matanza
Varios referentes políticos y sociales del kirchnerismo con
fuerte presencia territorial en el Gran Buenos Aires destacaron los avances sociales
y educativos en La Matanza y criticaron a los medios de comunicación que
"distorsionaron" las palabras
de la mandataria sobre el distrito en Harvard. Además, la jefa de Estado envió
ayer por medio de la red social Twitter un saludo "muy grande, de corazón,
para toda La Matanza", afirmó que "ayer en Harvard me acordé mucho de
ustedes" y comparó: "cuando conozco otros lugares en vivo y en
directo, cada vez los quiero más".
El intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, interpretó
que las palabras presidenciales se efectuaron en un "tono irónico" y
señaló que algunos medios de comunicación hegemónicos "distorsionaron las
palabras de la jefa de Estado porque están desesperados". Esos medios
argentinos, observó Espinoza, "utilizaron a los estudiantes de Harvard
como mascarón de proa. Es lamentable", evaluó.
El intendente matancero también fundamentó que el cambio que
tuvo el distrito y la región "se demuestra en el crecimiento de la
universidad, ya que en el 2003 había 10 mil alumnos y en el 2012 hay 40 mil,
siendo que el 80% de los graduados son la primera generación de universitarios
en sus familias", celebró.
El diputado nacional Edgardo Depetri criticó: "Nos
resulta extraño y lamentable que Daniel Martínez, rector electo a dedo en el
'97 de la Universidad de La Matanza, salga de manera lastimera a prestarse a la
operación mediática montada por el Grupo Clarín y sus satélites." Martínez
se mostró ayer "dolido" y consideró que se trató de una "frase
desafortunada" de la presidenta.
Por su parte, el diputado nacional Carlos Gdansky remarcó
que "el proyecto político que implementó el presidente (Néstor) Kirchner y
ahora Cristina Fernández le ha dado respuestas siempre a los habitantes de La
Matanza, que tuvo un avance social muy importante en los últimos años". El
secretario de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, Martín Gil,
consignó que "la Universidad de La Matanza tenía un Presupuesto en 2003 de
$ 31 millones y en 2012 llegó a $ 264 millones. (Con las políticas del gobierno)
se consiguió que muchos habitantes del Conurbano Bonaerense puedan acceder a la
educación superior, eso es lo importante."
Por su parte el legislador del FPV y uno de los máximos
referentes del Movimiento Evita Fernando Navarro analizó: "Es obvio que lo
que dijo la presidenta es claramente una sutileza, una ironía frente a alumnos
en Harvard que preguntaban con la agenda de los medios fuertemente opositores a
este gobierno, lo cual no está mal pero es bueno aclararlo", subrayó.
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