REPORTAJE A LA JUEZA MARIA DEL CARMEN ROQUETA, PRESIDENTA DEL TOF 6


  “No hubo dos planes, hubo uno que fue todo” 

Está al frente del tribunal que condenó a Videla y otros represores y por primera vez dieron por probado el secuestro y apropiación sistemática de bebés. Y lo definió como parte del plan de desapariciones de la dictadura.

Por Alejandra Dandan
Imagen: Dafne Gentinetta



“Nosotros lo que estamos diciendo es que no hubo dos planes. Es un solo plan, que fue todo”, dice la juez María del Carmen Roqueta, presidenta del Tribunal Oral Federal 6, que el viernes pasado condenó a Videla y a otros represores por el robo de bebés. “En la causa 13 (del Juicio a las Juntas), no llegaron a esto, es lo que faltó. Pero acá nosotros sí pudimos probar que la sistematización estaba: estaba la práctica de secuestro, tortura, cautiverio, desaparición de la madre y desaparición del niño.”

El Tribunal que definió por primera vez el robo de niños durante la dictadura como “práctica generalizada y sistemática” acaba de completar lo que el Juicio a las Juntas de Comandantes de 1985 no hizo y dejó pendiente. Es decir, incluyó “la desaparición de niños” como parte del plan sistemático de desaparición de personas. En esa misma definición describe de forma subsidiaria el robo de bebés como práctica sistemática, pero dentro del plan general.

En diálogo con Página/12, Roqueta subraya otro de los elementos fundamentales del fallo, que es otra diferencia fundamental con el fallo de 1985, que no tomó como casos a los niños no aparecidos y consideró que no había delito. Esta sentencia acusó a los represores por cada uno de esos casos: “Uno de los motivos complicados de este juicio era qué pasaba con los chicos que no aparecieron. El tema era probar y quedó probado que nacieron, que los vieron, que los escucharon, que estuvieron con la mamá, que se los sacaron enseguida, que los tuvieron quince días. O sea, que el niño nació vivo y el niño está. Punto. Dónde está, no se sabe”.

Roqueta integró el Tribunal con Julio Luis Panelo y Domingo Altieri. En esta entrevista habla sobre el acuerdo y las diferencias de la condena de 50 años para el dictador Videla, su voto por Reynaldo Bignone y Rubén Franco, a quien ella en disidencia condenó por 40 años. También los criterios por los que los apropiadores directos y varios acusados terminaron con menos penas de lo que esperaba la querella y la fiscalía.

–¿Hubo acuerdos sobre la idea de la sistematicidad? ¿Discutieron? ¿Por qué práctica y no plan?

–La definición fue pensada. Cuando pusimos “sustracción, ocultación y retención” (de niños) fue porque quisimos poner todos los verbos posibles. Y luego tomamos otro artículo: “alterando, suprimiendo” y pusimos todas las posibilidades de lo que pasó, con todas las mujeres que teníamos en este juicio, pero también en (otros) posibles. De acuerdo con lo que vimos fuimos pensando en abarcar todo: fueron secuestradas, estuvieron en cautiverio, están desaparecidas, o están muertas. Y esto último también fue pensado: yo sé que era doloroso decirlo, pero había que decirlo. Porque la mamá de Clara Anahí Mariani está muerta. El tema es que siempre aparecía la palabra “Plan sistemático de robo de bebés”. Nosotros lo que estamos diciendo es que no hubo dos planes, es un solo plan. Que fue todo. En la causa 13 (del Juicio a las Juntas), no llegaron a esto, es lo que faltó. Pero fue por las circunstancias, por lo que se pensó, por lo que no pudieron probar. Pero acá nosotros sí pudimos probar que la sistematización estaba: estaba la práctica de secuestro, tortura, cautiverio, desaparición de la madre y desa-parición del niño.

–¿Qué se discutió más?

–Lo discutimos. Y fue el tema que estuvo presente durante todo el debate. Nosotros tenemos 35 casos, suficientes para poder hablar si hubo una práctica sistematizada, continua, pensada. ¿Cómo llegaron a eso? Al no tener documentos, las pruebas se van construyendo durante el juicio, pero no: no nos quedó ninguna duda. Ninguna duda, a ninguno de los tres. La duda era porque, a veces, la frase “plan sistemático de robo de bebés” genera confusiones. Creo que la defensa atacó por ahí. Y hay un error. Más allá de que periodísticamente esa frase pueda entenderse, acá la pregunta era ver si lo pensaron, lo trabajaron antes. Si dieron el golpe de Estado y dijeron “nos vamos a robar los pibes”. No. Creo que a partir de que se da la sistematización, también se da lo otro. Yo le pregunté a Ballester cuando declaró: ¿se pensó en algún momento que podía haber mujeres detenidas? “No”, dijo. Entonces, la realidad fue que todas las organizaciones políticas, político-militares o armadas, estaban llenas de mujeres y ésa es una realidad que también se les vino encima, si bien no voy a ver pensar que no lo supieran. Las chicas eran jóvenes y estaban embarazadas. Entonces, no fue una cosa distinta. Esa cosa tan inhumana que se generó, llegó al punto tal de pensar que la madre embarazada, esa mujer, era un objeto, que la iban a matar. No sé si es por conceptos religiosos, pensaron que tenga al chico, después la mataron. Habrán pasado mil cosas en el pensamiento. Pero la estructura clara que nosotros probamos es: determinado que esta mujer iba a morir, esperaron que pariera y después el traslado. Y la desaparición era la de la madre, y del niño. Porque hacer aparecer ese niño –como ellos lo han dicho– iba a dar información, iba a generar preguntas. Bueno, es terrible. De solo pensar, como persona y como mujer, no sólo en las chicas, sino en los bebés. Los veo a los chicos cuando vinieron a declarar o cómo estaban el viernes en la sala. Yo pensaba en el terror, en el abismo. En esa cosa tan oscura donde han nacido. Alejandro Sandoval, cuando hicimos el juicio de Rei, vino un día y me dijo (como enojado) ¡me hicieron un allanamiento en la madrugada! Y yo lo miraba y yo decía, pensar que en un lugar tan oscuro habrás estado.

–¿Ustedes dicen, entonces, que fue un plan? Si dicen que el “plan sistemático” general incluyó la desaparición de menores, la primera redefinición de lo sistemático que así incluye a los bebés, permitiría leerlo en ese sentido.


–Sí, está bien. Es así.


Los no aparecidos


–La causa 13 descartó cinco de los seis casos por los que se imputaba a Videla porque, como los chicos no habían aparecido, no probaron el delito. Los abogados dicen que aunque no lo dijeron textualmente, fue como si se los diera por muertos. Ustedes condenaron a los acusados también por esos casos.

–Uno de los motivos complicados de este juicio era qué pasaba con los chicos que no aparecieron. A medida que avanzó el juicio fueron apareciendo varios, pero otros no. El tema era probar y quedó probado que nacieron, que los vieron, que los escucharon, que estuvieron con la mamá, que se los sacaron enseguida, que los tuvieron quince días. O sea el niño nació vivo y el niño está. Punto. Dónde está, no se sabe. A quienes juzgamos ahora, los juzgamos por esos casos. Ahora, esto no cierra si mañana aparece el hijo de Laura Carlotto...

–¿No podrían volver a ser condenados?

–No. Videla está condenado, no se puede condenar dos veces. Y esto es importante porque acá es la diferencia con la causa 13. Nosotros decimos: Fulano, usted hizo esto, el chico nació, lo ocultó, dio ordenes para esto, por este caso lo condeno. Si mañana aparece, el que lo tenga, irá a juicio. Pero el autor mediato por estos casos ya está juzgado.
Condenas

–¿Hubo discusión sobre la condena de 50 años a Videla?

–Sí, fue muy debatido, tal es así que Altieri salió en disidencia. El va a hacer un voto distinto a partir de la tendencia de Zaffaroni, pero nosotros dijimos no. Videla está condenado por 20 casos. Si uno suma los máximos, porque estos hechos concurren realmente (ver aparte), la cuenta da más de 50 años, obvio. Pero usamos la (nueva) ley (llamada Blumberg, polémica pero que habilita ese máximo como lo pidieron las querellas). Las defensas pidieron la inconstitucionalidad según la ley, pero les dijimos que no lo era. La ley se aplica.

–Otro de mayor condena fue Vañek: habían pedido 50, ustedes condenaron por 40.

–Tratamos de ver los grados de responsabilidad. Y también se valoran los hechos. Vañek tenía diez hechos (de la ESMA) y Videla veinte. Lo que hay que hacer es un razonamiento para que haya una mayor coherencia entre la cantidad de hechos y la responsabilidad. (Jorge) Acosta tiene un hecho más que Vañek, pero también una jerarquía menor. Le dimos 30 años. A Riveros le dimos menos, 20, pero eran solo dos hechos.

–Qué pasó con Franco y Bignone. A Bignone lo condenaron sólo a 15 años y a Franco lo absolvieron. ¿En este punto usted planteó disidencias?

–Yo los condeno a 40 años, porque hago una construcción distinta (a los otros dos jueces). Para mí son autores mediatos de la ocultación, pero los delitos concurren realmente entre sí (dos hechos con penas que se suman). Mis colegas condenan sólo a Bignone por un hecho: la ley de autoamnistía pero que es una unidad de acción, entonces es concurso ideal (no se suman). Por eso, llegan a la pena de 15 años (que es el máximo previsto para la ocultación).

–Los dos llegaron acusados por haber intervenido en la firma de dos documentos, durante la última Junta. Una la autoamnistía. ¿Qué pasó con eso? ¿Cómo explican ellos que uno sí quedó acusado y el otro no?

–Para mí son autores mediatos los dos. Las acciones que positivamente hicieron fueron varias. Yo interpreto que el documento final que da lugar a la ley de autoamnistía son acciones legales, puestas a la vista de la sociedad, pero la ilegalidad seguía porque lo clandestino seguía: aunque no hubiera más detenciones, pero tratándose de los niños la clandestinidad continuaba y entonces para mí los dos son autores mediatos. Pero son opiniones y ésa es mi disidencia.

–¿Por qué absuelven a Franco?

–Porque el presidente era Bignone y entonces la responsabilidad era de Bignone, pero no quiero hablar por ellos.

–¿Para condenar a Bignone fue importante la declaración de Abrams?

–Para mí fue muy importante, pero también lo fue el mismo defensor. Cuando empezó a leer diarios y titulares de diarios de la época, uno advierte que el tema está clarísimo. No se puede negar. Y se sabía. Y si bien es probable que hayan buscado alguna manera, y la Iglesia haya intentado colaborar (como dijo Abrams), (no podían) iban a volver a lo mismo: volver a aparecer lo que había que desaparecer.
La subjetividad

–¿Hubo momentos particularmente movilizantes? Los vimos llorar.

–Sí, claro. Por ejemplo, cuando pusimos la grabación de Cecilia Viñas (un llamado desde lo que se presume como un centro clandestino ya en democracia). Pero además, todos los chicos. Las declaraciones, las fuerzas, las ganas cuando se quebraban porque uno tiene que preguntarles por los padres. No por perversión, sino porque uno tiene que cerrar los casos tratando de ver qué pasó. Yo creo que hubo muchos momentos pero eso no quita que cuando uno va a resolver, se despegue.

–Alguna imagen

–Probablemente la del jueves. Si bien no podía ver detenidamente, cuando miraba veía a algunas personas, y la verdad es que sí. Te puedo decir que lo que más que queda grabado es ver el paso del tiempo y la constancia, esa cosa de las Abuelas de estar y estar. Elsa Pavón por ejemplo. Volviendo a las Abuelas, al saludarlas, esas manos calientes que tienen las viejas. Y esas manos frías que tienen los nietos todavía porque vienen de ese lugar tan triste, tan de abismo a pesar de que muchos están bárbaros y están bien, pero ¡hay que cargar con esa historia! Hay que ser muy fuerte para cargar con esa historia. Eso es lo que más ha quedado, que es la vida. La diferencia de este juicio con otros es que a pesar de todo el dolor, de lo siniestro de lo perverso, de lo más miserable del ser humano, nosotros trabajamos con la vida porque por lo menos, los chicos que vinieron están vivos y se pudieron recuperar. Y lo que estamos esperando es que los otros aparezcan. Y esto es apostar a la vida, no a la muerte. Esto es lo mejor del juicio. El resto todo es discutible. Trabajamos muchísimo. Firmamos esto convencidos de que era así. Y manteniendo aquello que no queremos que vuelva a pasar: respetar las garantías procesales, judiciales, como corresponde, que es eso.


Las condenas más criticadas


En el juicio fueron juzgados Víctor Gallo y Susana Colombo por la apropiación de Francisco Madariaga. La querella de Abuelas había pedido 25 y 15 años respectivamente. El Tribunal los condenó por 15 y 5. La decisión fue criticada por las querellas, porque la pena de Gallo incluso fue menor a una condena de 16 que había puesto ese mismo tribunal antes para el caso de Víctor Rei, el apropiador de Alejandro Sandoval. Roque empieza la respuesta hablando de la diferencia entre los dos fallos.

–El tema es que hay dos tendencias: concurso real o ideal. Casi toda la tendencia, de D’Alessio, Zaffaroni, dice que hay una única intención, un sólo acto, y que por eso se cometen varios delitos. Eso es concurso ideal. Otros autores, y otras sentencias –y nosotros también en Rei lo dijimos–por un lado aplican el artículo 146, de retención y ocultación, que es un acto, y entienden que el delito de supresión de la identidad con falsificación es otro. Por lo tanto, son dos hechos que concurren realmente. Ahí sumás los máximos de la pena, y llegan a 25. Como tuvimos un planteo muy puntual de las defensas de Gallo y Azic para reverlo, lo hicimos. Y casi todos los autores más modernos dicen que es concurso ideal. Por lo tanto el máximo es 15.

–Las querellas no entendían por qué, incluso, fue menor a la de Rei.

–A Gallo le dimos el máximo. Y estuvimos trabajando mucho ese tema y terminamos convencidos de que es así. Cuesta dar vuelta una opinión, sobre todo en estas causas que son bastante profundas, y es el tema de los chicos, pero el trabajo fue muy concienzudo, se trabajó muchísimo. Yo sé que las victimas esperaban más con respecto a Gallo o Azic, pero les pusimos el máximo. A Gallo 15 y a Azic 14.

–En un contexto con penas de 50 años, penas de 15 o de cinco parecen muy poco.
–Lo que pasa es que acá yo tengo un solo hecho. Hay que tener presente que en los otros casos, a cada uno lo voy sumando. Es discutible, pero toda la doctrina más moderna va por ahí; es más ajustado siguiendo lo que vengo resolviendo en otras causas y vengo escribiendo en otros delitos. Con Colombo sé que no ha gustado. Lo siento mucho.

¿Tuvieron en cuenta la posición como víctima de la violencia de género de la que habló ella y su defensa?
–Objetivamente no teníamos un dato para absolverla, por cuando cometió el hecho. Hay conducta; la calificación, entra. Ahora hay un aspecto que es la pena: el artículo del Código le obliga a uno a ver a quién está juzgando. Digamos que es la humanización del juez con el imputado. Si bien, cuando uno ve las otras causas, ve que casi ninguna (de las mujeres apropiadoras) llegó a juicio.

–Pero hubo condenas mayores.

–Sí, pero también hay distintas actitudes. Yo me pongo en el cuerpo, cabeza y sentimiento de Francisco Madariaga y lo entiendo, pero esto es una sentencia.

–Ella pudo haberle dicho antes que era o podía ser hijo de desaparecidos. ¿Eso no se pierde cuando la pena es mínima?
–Evidentemente hay una cuestión de violencia de género. Es una familia con mucho conflicto, lo vimos en el juicio. Pero hay determinadas actitudes, obvio que fueron 30 años, podría haber hecho otra cosa. No es disculpable, cometió el hecho, eso está claro. No la absolvimos. Pero hay algunas cosas: ella termina diciéndole: “no sos mi hijo”. Y esa actitud de alguna manera de acompañamiento (NdR: lo acompañó a la sede de Abuelas) también hay que verla. Es acompañamiento mínimo, pero va. Y realmente nadie tiene la obligación de autoincriminarse, pero esos factores hicieron mover un poco la pena. Igualmente, había otras cosas porque a ella no la acusamos por la falsificación de documentos, sí a él.

–¿Piensan en este tipo de condenas menores pueden alentar a otros a hablar?

–No lo pensamos así, pero, claro, habría que pensar mecanismos de alentar, porque sabemos que hay casos de chicos que no se animan, que están esperando que mueran sus apropiadores para ir y saber quiénes son. Ojo, esto no es una señal pensada, pero reflexionando podíamos decir que se debe a que, con la modificación del Código y la ley de desaparición forzada, las penas son muy altas.


El silencio de los culpables


¿Cómo vivió las últimas palabras de los acusados?

–Lo dijo Abrams. No es que no sabían, sí que lo sabían. ¿Cómo es posible que algunos pudieron encontrar datos para hallar al hijo de Sara Méndez? A veces da mucha pena pensar que después de tantos años con todos estos juicios, con toda la exposición y la sociedad que ya lo tiene incorporado, más allá de las cuestiones políticas de cada uno, ¿cómo no pueden tener un acto mínimamente humano y ya está? Ya está. Cada uno se tiene que hacer cargo de las cosas, y siento que esa expresión, cuando dicen “yo me hago cargo”... En un juicio penal las generalidades no alcanzan. Más en este caso. Uno se tiene que hacer cargo de cada una de las cosas. La aspiración y la esperanza que tenía Chicha Mariani acerca de que dijeran algo, dieran algún dato, realmente es frustrante. ¡Es frustrante!

–Se supone que los juicios sirven para que el imputado reconozca lo que ocurrió. Es lo que hace ruido porque no aparece.
–La verdad es que sinceramente, como cualquier persona, me provoca mucha pena. La Constitución no pide que uno se autoincrimine de un delito, esto está claro, no tienen ninguna obligación y el principio constitucional es el que manda. Pero hay muchas formas de llegar a informar dónde están los otros chicos. Hay formas anónimas. Hay tantos anónimos que pueden dar datos. Siempre hay formas de hacer llegar la información.


La absolución de Ruffo


¿Por qué absolvieron a Eduardo Ruffo?
–Nos quedaron muchas dudas de cuánto podía saber. Si bien está claro que dio información (para encontrar al hijo de Sara Méndez). Nos quedó la duda. A ese niño no lo ven en Orletti. Evidentemente, el día que lo sacaron de la casa de Sara Méndez se lo llevan.

–¿No se probó que estuvo en el operativo?

–Puede ser que haya estado en el operativo. Pero nos queda la duda de cuál fue la conducta que pudo haber tenido para que el chico desapareciera. Es un autor directo (la prueba) es más puntual. Del secuestro nos quedaron dudas. Porque (el senador uruguayo Rafael) Michelini contó en su declaración que le da un dato, pero vuelve, como si Ruffo fuera buscando más datos. Lo que probablemente supiera era quién tenía la información, pero teníamos dudas de hasta cuánto él sabía y ante la duda, hay que absolver.

08/07/12 Página|12

Fuente: El Ortiba

Comentarios