UN FANTASMA RECORRE LATINOAMERICA, EL FANTASMA DEL GOLPISMO



“Recuerden que la historia nunca se repite exactamente igual. Lo que primero es una tragedia, vuelve a la realidad como parodia… Si alguna vez llegase a haber otro golpe, el pueblo quedará tan derrotado que la vuelta constitucional servirá solamente para garantizar con el voto popular los intereses del imperialismo y de sus cipayos nativos”.


Juan Domingo Perón, 12 de junio de 1974




Por Maximiliano Pedranzini*

Para EL EMILIO



Nuevamente respiramos un clima de golpismo en la América Latina de siglo XXI que al parecer deparará una época de convulsiones y agitaciones para los gobiernos populares de la región. Parafraseando a Karl Marx y Friedrich Engels en la introducción del Manifiesto Comunista, un viejo fantasma vuelve a asechar nuestro continente, el fantasma del golpismo. Y ahora le tocó el turno a la hermana Republica de Paraguay y al presidente Fernando Lugo. Los intentos desestabilizadores por parte de la oposición -que hasta rayaron su vida privada para desacreditarlo con la vileza que los identifica-, han logrado decantar en este golpe de Estado disfrazado de “Juicio Político” teniendo como plataforma el Senado, el reducto más conservador que caracterizan a las republicas liberales. Y como pasa en todas las naciones latinoamericanas sin excepción alguna, el poder legislativo se presenta como el arma infalible de los sectores de poder, y se ha convertido en la punta de lanza para derrocar a Lugo. Sin eufemismos y sin retórica alguna, llamemos las cosas por su nombre: Quieren desestabilizar los gobiernos populares latinoamericanos, quieren producir una vez más golpes de Estado en Nuestra América.

En el 2004 fue en Venezuela contra Hugo Chávez articulado de los medios de comunicación y la oposición política servil a estos, en el 2008 en Bolivia contra Evo Morales acompañado de un intento de secesionismo encabezado por Santa Cruz de la Sierra y las regiones de la “Media Luna fértil”, mismo intento en Venezuela ese año con el Estado petrolero de Zulia, todos impulsados claro está desde la Casa Blanca. En la Argentina un lockout de los sectores patronales del agro en el 2008 amenazaron a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con un total desabastecimiento de alimentos lo que se convirtió en síntoma de un intento destitúyete forzado por las cuatro entidades agrarias, apoyadas por el arco político y mediático opositor al gobierno y, durmiendo con el enemigo, el vicepresidente Julio Cobos como mascarón de proa de este intento protogolpita ¿No pasa algo parecido con el vicepresidente Federico Franco en Paraguay? El golpe de Estado en Honduras en el 2009 que lo sacó al presidente Manuel Zelaya en camisón de su casa e irónicamente encuentra otro parecido con lo que aconteció en Paraguay: los mecanismos judiciales emitidos por la Corte Suprema de Justicia hondureña para hacer efectivo el golpe y legitimar en el cargo al golpista Roberto Micheletti. La lista continúa en Ecuador, con el intento de golpe de Estado en el 2010 orquestado de manera “atípica” por las fuerzas de policiales acompañadas por un sequito de la Fuerza Aérea en contra de la “Ley de Servicio Público” que era el argumento de este golpe contra el presidente Rafael Correa.

La historia parece repetirse de nuevo, pero ahora como farsa. Y la lista negra parece sumar una nación más de nuestro querido continente: Paraguay. Esta vez el golpe de Estado se disfrazó con el vocablo de “Juicio Político” con la infame justificación de encontrarlo “culpable de mal desempeño en sus funciones”. Esto apoyado por todos los partidos opositores bajo la directriz del golpista del Partido Colorado, quien fue el caparazón del personaje más siniestro que haya conocido la historia paraguaya del último siglo: El dictador y asesino Alfredo Stroessner. Una dictadura que duró 35 años, la más larga y sangrienta que conocería la región y que padeció en carne propia el pueblo paraguayo; perpetuada por los colorados hasta la llegada de Lugo al gobierno el 15 de agosto de 2008, que rompería con la hegemonía coloradista.

Ergo, los golpes de Estado no tienen el mismo carácter ni la misma estructura que tenían en el siglo XX, donde el instrumento por antonomasia eran las fuerzas armadas y el accionar fue el exterminio sistemático a través del terrorismo de Estado que descansaban bajo las alas del Plan Cóndor. Mutan en múltiples formas y con características diferentes, camuflándose bajo el paraguas de lo constitucional como expresión de ciudadanía. Espurio uso por parte de los interlocutores políticos de la oligarquía paraguaya. Y este es en efecto, uno de ellos. Un golpe de carácter parlamentario que se cristalizó en la destitución ilegítima de un mandatario elegido por el voto popular. El contexto actual es distinto, por lo tanto la mecánica y los métodos golpistas serán de otra manera, se esconderán detrás las mascaras que provee el cotillón festivo de la institucionalidad, la justicia o lo que es peor aún: La democracia. Falacia de aquellos que mancillan el mandato legítimo de los pueblos que eligen a sus representantes. En este momento donde la metamorfosis golpista y proimperialista se presenta como la hidra -con miles de cabezas-, el pueblo movilizado en las calles y los países hermanos que integran la UNASUR y la CELAC condenen este golpe de Estado que viola lo más importante que este momento histórico nos convoca: La defensa genuina de la democracia.

(*) Ensayista. Integrante del Centro Cultural Enrique Santos Discépolo de Misiones y militante del Movimiento Universitario Evita.


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