ENRIQUETA MUÑIZ, LA MUJER DETRÁS DE OPERACIÓN MASACRE


Desde el principio está conmigo una muchacha que es periodista, se llama Enriqueta Muñiz, se juega entera. Es difícil hacerle justicia en unas pocas líneas. Simplemente quiero decir que en algún lugar de este libro escribo “hice”, “fui”, “descubrí”, debe entenderse “hicimos”, “fuimos”, “descubrimos”.

Con esta frase contundente  Rodolfo Walsh buscó hacer visible y agradecer el sesudo trabajo que realizó Enriqueta Muñiz durante la investigación de lo que luego sería Operación Masacre.
Enriqueta era muy jovencita, tenía 22 años, cuando Walsh la tomó como colaboradora para la investigación de los fusilamientos del ‘56. Española de nacimiento, hacía pocos años que residía en la Argentina junto a sus padres; habían llegado huyendo de la Guerra Civil Española, luego de pasar una estancia en Francia y Bélgica.  Una vez en el país, y con sus estudios realizados en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, Enriqueta Muñiz ingresó a trabajar como traductora en la Editorial Hachette.
Si bien no hay detalles acerca de cómo fue el trabajo de Enriqueta durante el proceso de investigación de Operación Masacre (por ejemplo, si acompañó a Walsh en todas las entrevistas a los “fusilados que viven”, si realizó algunos de esos reportajes sola o si se limitaba a verificar datos), lo cierto es que la dedicación y referencia que hace el autor sobre ella confirma al menos una colaboración estrecha. “Yo lo admiraba y fue un honor que me eligiera”, dijo Enriqueta en alguno de los pocos reportajes que ha concedido sobre el tema. Incluso hay quiénes se atreven a decir que a la novel periodista y al escritor los habría unido algo más que la pasión por descubrir el caso de José León Suárez. Pero esta es una más de las tantas conjeturas que se han tejido alrededor de mítico escritor.
Si bien este trabajo seguramente marcó la vida de Enriqueta Muñiz,  su carrera en el periodismo y las letras fue prolífica y trascendió este episodio. Publicó numerosos artículos y algunos libros y ha sido referente en el periodismo cultural. En 1980 ingresó en el diario La Prensa y llegó a ser prosecretaria de Redacción y editora del Suplemento Cultural. Ha sido jurado de numerosos concursos literarios, dio clases de periodismo y obtuvo premios y reconocimientos por su labor como el Premio Konex al periodismo cultural en 1987 y en 1990 el tercer premio municipal de Literatura por la novela Emaciano en el umbral.
Es miembro de la Academia Nacional de Periodismo desde 1993 donde se destacó como prosecretaria académica entre 1999 y 2005.

Fuente: Proyecto Walsh

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