*Por Eliana Valci
A propósito del 7 de junio, en que se conmemorara el día del
periodista, he rescatado la figura y el trabajo que se expone en esta edición,
de aquellos que aparecen debajo de estas líneas, no sólo para traerlos a nuestra
memoria como un hito en la historia, sino por lo que significa su labor
profesional e intelectual, por constituir un gran aporte a la Patria.
Estos compañeros y compañeras han descubierto el poder de
las letras, desde lo más profundo de su ser, traduciéndolo en un acto de
liberación, en un marco de convicción y un profundo amor a sus ideas, pero
sobre todo a su tierra; porque entendieron que “la peor opinión es el
silencio”.
Aquí, me refiero al poder de las letras, no como sinónimo de
hegemonía, ni de manipulación del pensamiento, -como lamentablemente muchos las
han utilizado y continúan haciéndolo con total descaro-, sino a su valor
intrínseco, porque las letras bien escritas o bien pronunciadas, son más
poderosas que cualquier arma y pueden ser tan bellas como la más mágica de las
melodías.
Insisto, esto no habilita a la agresión, ni al “armado de
bandos”, como se pretende desde algunos medios, en una reedición de prácticas
que han dado resultados atroces en nuestro país; y mucho menos a que se utilice
las palabras “objetividad”, “independencia” y “libertad de prensa” como escudo
de sus fechorías, autoproclamándose los garantes de las mismas, porque nadie es
dueño de las letras y mucho menos de la verdad.
En las antípodas de estos últimos, desde Ida & Vuelta
nos consideramos “mezcladores de letras”, porque somos libres en el pensamiento
y nuestra única condición, es la convicción en nuestros ideales.
*Directora Revista Ida & Vuelta
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