LOS DUEÑOS DE LA HISTORIA

*Por Jorge Rachid

La discusión política, el debate, la confrontación de ideas, la elaboración de nuevos escenarios, planteos estratégicos, modelos de construcción política todo en un torbellino inagotable se ha instalado en el país. Bienvenido sea después de décadas de fatalismo histórico autoflagelante, del no se puede, del argentino descartable, de cultura dominante neoliberal, la política ha vuelto para ocupar el centro del escenario nacional, como la herramienta apta para diseñar el nuevo modelo de construcción de los próximos años, la única herramienta en el marco democrático capaz de dar respuestas a las demandas sociales emergentes en el nuevo siglo, ampliando los derechos sociales y desarrollando los parámetros productivos con criterio nacional y latinoamericano tanto en trabajo argentino como en intereses nacionales estratégicos.

Lejos de la paz de los cementerios provocadas por las dictaduras militares y del discurso único del fin de la historia neoliberal, estos debates aún desorganizados, cataclísmicos y aluvionales permiten ir creciendo en los cambios paradigmáticos de los tiempos por venir, en una batalla cultural que va de lo ideológico a los histórico, también desde una mirada internacional crítica a los imperios hasta un reconocimiento de nuestro espacio común latinoamericano hoy representado por los avances del UNASUR y la CELAC. Avances que se dan en el sistema de defensa de nuestro espacio americano en ejecución hasta la creación del Banco Central del UNASUR con su moneda virtual el SUCRE que elimina al dólar como moneda de transacción comercial, jerarquizando las monedas de nuestros países y evitando el tráfico de divisas, que han expoliado a los pueblos latinoamericanos. En este lugar estamos parados hoy como país.

Es en el calor de estos debates, como surgen nuevos protagonistas, antes ignorados o acallados por los factores de poder, que sienten la inquietud de no ser ya hoy los propietarios del “saber”, los únicos dueños de la información, los padres protectores de la Patria como lo fueron por años, en los cuales la posibilidad de modificar pensamientos, sugerir cambios curriculares, revisionismo histórico y cuestionamientos internacionales estaba vedado. Las voces mitristas de la historia eran la oficial y las de “la academia”; los Fermín Chavez, los Pepe Rosa, los Hernández Arregui, así en plural para abarcar a todos los pensadores y luchadores del campo nacional que batallaron como franco tiradores, ignorados y vilipendiados, en trincheras anónimas y periféricas contra la concentración del relato, la formación del discurso oficial, lo políticamente correcto, en una disparidad de posibilidades de expresión, que sólo fue escuchada cuando el pueblo estuvo protagonizando la historia, desde el poder, luego otra vez enterrada por años de proscripción y dictaduras, hasta ahora que vuelve a visibilizarse.

De ahí que resulta llamativo que la confrontación político-electoral en nuestro país debilite las posiciones nacionales que deberían constituir políticas de estado como la Causa Malvinas, que algunos intentan minimizar en algunos casos y otros victimizar a los combatientes , privándolos del patriotismo heroico que ejercieron por todos nosotros en la recuperación del archipiélago colonizado por el imperio. Mezclar esos actos con la dictadura militar no sólo ofende la inteligencia, sino que caracteriza a quienes enarbolan dicha teoría, como ignorantes, ante la demanda constitucional de su recuperación. Quienes enfrentamos a la dictadura no dudamos de la gesta protagonizado por hombres y mujeres argentinos que dieron su vida por la Patria. Quienes fueron las víctimas de esas dictaduras también lo hicieron por la Patria, los presos de las mazmorras dictatoriales se ofrecieron a ir, quienes estábamos perseguidos nos ofrecimos, quienes estaban exiliados se propusieron volver a luchar, mientras quienes miraban por televisión tanto la represión como la recuperación de las islas, se muestran ahora desde una supuesta ética pacifista que oculta la sumisión y el coloniaje. Todos queremos la paz y las recuperaremos en paz, pero con enérgicas medidas que impliquen obligar a negociar al imperio, desde económicas hasta instrumentales de transporte y logística, defendiendo nuestros recursos naturales. Seguramente estos hechos irán en contra de algunos intereses enlazados con Inglaterra, con seguridad serán las voces que mas se harán oír a la hora de la profundización de las medidas, serán los detractores habituales del gobierno nacional, desconociendo la solidaridad latinoamericana y las resoluciones de Naciones Unidas reiteradas, ignoradas por el imperio.

En ese tren se suben otros propietarios de la historia cuestionando desde supuestas posiciones peronistas la inserción latinoamericana y el reclamo nacional soberano, desconociendo los esfuerzos innumerables del Gral. Perón de integración continental, desde los trabajadores con los agregados sindicales en nuestras embajadas hasta la conformación de la Asociación Latinoamericana de Trabajadores ATLAS, el diseño geopolítico del ABC Argentina, Chile y Brasil, la conformación del centro de estudiantes latinoamericanos en Bogotá en 1948, la tercera posición en un mundo bipolar en medio de la guerra fría, siempre afianzando los intereses nacionales, el trabajo argentino, la producción y los avances tecnológicos, destrozados por la reacción criminal conservadora del 55, afianzada en el 76 y actualmente enardecida ante la limitación de sus intereses y posiciones de poder que sospechaban de permanentes ante la historia.

Se puede o no coincidir con el proceso en marcha, pero es imposible ser parte del campo nacional desde una posición de debilitamiento del gobierno nacional, menos aún desde maniobras golpistas, a un gobierno que puede cometer errores de conducción, que tiene demandas pendientes, pero que va desarticulando cuando tiene fuerzas de masa crítica para hacerlo, las estructuras neoliberales vigentes. Lo fueron las AFJP, ahora el sector financiero y las reformas del Banco Central, quedan las ART, la reforma tributaria hoy regresiva, las demandas de los trabajadores. Lo que no se debería es fortalecer las estrategias del enemigo, si del enemigo aunque a algunos les moleste la palabra, porque quienes juegan a favor de los Fondos Buitres, del poder concentrado tanto económico como comunicacional, aquellos que se vuelcan hacia el discurso del Reino Unido, los que demonizan al Chavez bolivariano, denigran al Evo, conspiran contra Correa, extrañan el ALCA y las relaciones carnales con EEUU y aplauden las masacres de Irak, Afganistán, Libia y otras todas en nombre de la libertad y la democracia, tienen en mi humilde opinión esa denominación.

No se puede ser tan contradictorio de defender la causa Malvinas y apoyar la invasión guerrera en los pueblos árabes, ni las amenazas bélicas sobre Irán y Siria, ni la exclusión de Cuba del sistema americano, ni el golpe de Honduras y el intento en Ecuador.

La contradicción de pretender criticar la modificación de la carta orgánica del Banco Central desde supuestas posiciones peronistas es un disparate histórico, lo mismo que ignorar el nuevo estatuto del peón en una supuesta defensa corporativa sindical. El mismo proceso político que recuperó las leyes laborales, recuperó el sistema previsional, incorporó a masas de trabajadores que nunca accederían al beneficio por la desocupación de los 90 y avanzó sobre nuevos derechos sociales, puede tener errores pero nunca ser el enemigo de algún peronista que se precie de tal. Se puede disentir, bienvenido sea, discutir, aportar incluso luchar por espacios políticos y hasta electorales, pero desde el movimiento nacional, nunca subidos a carros ajenos e intereses espúreos

que ven comprometido su devenir, al irrumpir nuevos actores sociales , políticos y económicos, que como en todo tiempo de cambios produce desplazamientos y en donde el esfuerzo debería estar colocado desde el campo nacional en desmontar las estructuras vigentes aún del neoliberalismo en lo económico y aún dominante en lo cultural. Se puede luchar desde dentro del proceso actual o desde afuera pero en el camino de la reconstrucción nacional y popular, camino hoy abierto hacia un nuevo modelo social que ha construído la gestión peronista desde el 2003.

Para los peronistas el único dueño de la historia es el pueblo argentino.

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