24 DE MARZO DE 1976: ASESINATO DEL MAYOR BERNARDO ALBERTE


Fragmentos de un trabajo más extenso publicado por Bernardo Alberte (h) en 2005.

*Por Prof. Daniel Chiarenza


El teniente coronel (pos mortem) Bernardo Alberte, primera víctima del golpe de Estado de 1976.


“Nosotros les prevenimos que algún día vendrá el hombre sencillo de la Patria a interrogar a sus militares en actividad y en retiro. […] Un día vendrán los hombres sencillos de esta tierra, aquellos que fueron sus soldados, a preguntar qué hicieron cuando la Patria se apagaba lentamente, que hicieron cuando los pobres consumían sus vidas en el hambre y la de sus hijos en la enfermedad y la miseria, que hicieron cuando los gringos vinieron a imponernos esa nueva forma de vida “occidental” que todo lo corrompe y compra el dinero. Quizás para ese momento, la vergüenza que provoque el silencio como respuesta, no sea suficiente como castigo”.



Bernardo Alberte (hijo) recopilador y escritor memorialista de la obra de su honrado padre, el "Mayor" Alberte.

Así Bernardo Alberte rechazaba en 1969 acogerse a un decreto del dictador Onganía que permitía la reincorporación de militares peronistas dados de baja -como él- luego del derrocamiento de Perón. Después de la victoria popular del 11 de marzo de 1973, y al asumir la presidencia de la República, el Dr. Cámpora en uno de sus primeros decretos reincorporó a Bernardo Alberte al ejército con el grado de teniente coronel (R).



El teniente coronel Bernardo Alberte.


Nacido en 1918, se graduó como subteniente con las mejores calificaciones. En octubre de 1945 el coronel Perón fue destituido y encarcelado y el joven oficial salió en su defensa. Arrestado en Campo de Mayo, acusado de promover la insubordinación, con el levantamiento popular del 17 de Octubre Alberte recuperó su libertad y su empleo. Con el grado de Mayor, en 1954, fue designado edecán del presidente. El 16 de junio de 1955 cuando la aviación naval bombardeó el centro de Buenos Aires y atacó la Casa Rosada con el propósito de asesinar a Perón, Alberte fue uno de los militares que encabezo la defensa. En septiembre, al producirse el definitivo levantamiento, entablados los combates entre tropas leales y rebeldes, fue partidario de resistir hasta las últimas consecuencias. Permaneció junto al presidente hasta que Perón decidió renunciar. Entonces los golpistas lo encarcelan en represalia por haber cumplido con su deber militar y constitucional.
Compartió en Ushuaia la prisión con destacados dirigentes peronistas; liberado a fines de 1956. Citado por el Comando en Jefe del Ejército, no quiso presentarse ante sus verdugos. Se vio obligado a buscar refugio en Brasil, donde permanecía exiliado cuando fue dado de baja por los militares golpistas.



Bernardo Alberte en la tapa de "Cristianismo y Revolución".

En 1957, desde Río de Janeiro escribe a Perón, que estaba en Caracas: “Que los militares eran los que constituían la masa del ejército que le permaneció leal hasta el último día de su gobierno, pese a las defecciones y traiciones conocidas de las que no se escaparon de cometerlas también civiles; que ese Ejército que le era leal con la cooperación del pueblo, con el que siempre se sintió estimulado, pudo haber vencido a los rebeldes si se hubiera dispuesto a enfrentar la guerra civil y sufrir los bombardeos y destrucciones que estaba dispuesta a realizar la Marina […]”.



Esta es la imagen que resume lo que Alberte acaba de contar. ¡Claro, de última, alguna vez tenían que encontrarse!. Un bombardeador del pueblo y un traidor del pueblo. 

En 1958 fue sancionada una ley de amnistía que le permitió a Alberte regresar al país. No era hombre de deprimirse, en Buenos Aires instaló una tintorería.
En 1965 el dirigente metalúrgico Vandor comenzó a disputarle abiertamente a Perón el control del Movimiento. Desde su exilio en Madrid, el General envió a su esposa Isabel para contrarrestar el avance vandorista. La casa particular de Alberte sirvió de refugio a la viajera en algún momento de su estadía. Isabel volvió a Madrid. Pocos días después Vandor, Alonso y otros sindicalistas, asistían a la Casa Rosada a la asunción del dictador Onganía.



Encuentro de Vandor con Onganía (de espaldas). 

Perón, “El Viejo”, el auténtico líder, a comienzos de 1967 nombra a Alberte -su antiguo edecán- Delegado y Secretario General del Movimiento Peronista. Alberte puso fin a la etapa de “desensillar hasta que aclare”, y desafiando las persecuciones desatadas por la dictadura, en poco más de un año puso en pie a un Movimiento que estaba postrado y dividido, dando particular intervención a la juventud.
Debió enfrentar las tendencias conservadoras y burocráticas dentro del peronismo, tanto en su sector político como gremial. Su gestión política fue determinante para el surgimiento de la C.G.T. de los Argentinos, central obrera que creó un nuevo instrumento de lucha sindical, y donde actuaron entre otros: Raimundo Ongaro, Jorge Di Pascuale, Agustín Tosco, Atilio López, Rodolfo Walsh e Hipólito Solari Irigoyen.



Rodolfo Walsh, Enrique Coronel, José Vázquez, Ricardo de Luca y Raimundo Ongaro.

La política seguida por Alberte fue de lucha frontal contra el régimen de Onganía y de apertura a los sectores sociales y políticos que se le oponían. Hubo un acercamiento de la masa estudiantil al movimiento obrero a través de la CGT de los Argentinos. Arrinconaron al “participacionismo”, lo que desembocaría en el Cordobazo de 1969. Pero para entonces Alberte ya no ocuparía el cargo de Delegado, al que renunció en marzo de 1968. Perón designó en su reemplazo a Jorge Daniel Paladino, personaje al que el mismo Perón acusaría, en 1971, de haberse transformado en un agente del dictador Lanusse.



Tapa de la revista "Con Todo", órgano difusor del Peronismo Revolucionario. 

Alberte, en cambio, siguió en la misma línea, compartiendo posiciones con John William Cooke y Gustavo Rearte. Editó el periódico Con Todo, portavoz del peronismo revolucionario, y salió públicamente en defensa de los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) arrestados en Taco Ralo, Tucumán.
Hubo un congreso clandestino peronista en Córdoba. Allí Alberte pronunció un notable discurso: “[…] dominar la estrategia mejor que los generales que la emplean para oprimir y sojuzgar y que en nuestras manos debe servir para liberarnos. En esta época de transición entre el capitalismo y el socialismo, entre el miedo y la libertad, entre lo que cae y lo que viene, hay que ser un hombre de acción para ser digno de la conducción de las masas populares”.
Habló en la Chacarita, en julio de 1971, luego del secuestro y asesinato de Juan Pablo Maestre y su esposa Mirta Misetich, Alberte reveló que ambos eran militantes de las FAR, reivindicando como combatientes a quienes hasta entonces sólo aparecían ante la opinión pública como víctimas de la represión ilegal.



Mirta Misetich y Juan Pablo Maestre, militantes de las FAR y del Peronismo Revolucionario. 

En 1973 Alberte decía: “A esta altura de la situación ya se ha puesto en evidencia [...] la trampa de la junta militar cuyo objetivo es integrar al peronismo al sistema con la finalidad de crear un gobierno favorable al continuismo. [...] Pero aunque no prevaleciera la maniobra oficial, si pasando por encima de los ardides tramados [...] triunfara un gobierno no dispuesto a mantener la línea continuista, la trampa le estará esperando siempre”.



Gustavo Rearte, fundador de la Juventud Peronista y adscripto al Peronismo Revolucionario.

Coincidía con Gustavo Rearte. La “primavera” camporista agonizaba, a comienzos de julio de 1973, y Alberte volvió a la Chacarita para despedir los restos del fundador de la Juventud Peronista -Gustavo-, derribado prematuramente por el cáncer, como cinco años antes lo fuera Cooke.



Bernardo Alberte fue a despedir los restos de Rearte a la Chacarita.

Alberte no tuvo cargos en este período. En 1975 encabezó la Corriente Peronista 26 de Julio, acompañado entre otros por Susana Valle, y salió a denunciar al golpismo: “Sabemos que desde las estructuras del Movimiento y del gobierno, hubo y hay quienes desvirtuaron y desvirtúan los contenidos del peronismo -cuando no los traicionaron-; los hemos señalado oportunamente -cuando el silencio gorila callaba las acciones de López Rega- y los seguimos señalando”.
Días antes del golpe, la represión ilegal desembozada irrumpía en las oficinas céntricas donde funcionaba la Corriente 26 de Julio con el evidente propósito de secuestrar a Alberte. Pero fallaron en su intento.
En vísperas del 24 de marzo dirigió una memorable carta a Videla, poniendo en evidencia la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en la represión ilegal, que acababa de cobrarse la vida de un joven colaborador suyo, Máximo Altieri.



Alberte en vísperas del golpe de Estado, es decir de su asesinato, le dirigió una memorable carta al asesino, genocida, Videla. Horas después, en momentos de producirse el golpe militar, efectivos uniformados del Ejército y la Policía Federal irrumpieron en el domicilio de Alberte, derribando la puerta con sus armas y profiriendo insultos y amenazas. Sin poder ejercer defensa alguna, ante el despliegue desmesurado de efectivos y armas utilizadas, Bernardo fue arrojado al vacío desde una de las ventanas de su departamento. Al caer a un patio de la vivienda del primer piso, su morador, el Dr. Herrera, ex juez y otros testigos que presenciaron el hecho, fueron amenazados con armas largas para que silenciaran lo visto. En tanto el cuerpo de Bernardo Alberte yacía exánime, su casa era violada y saqueada, intimidándose a sus familiares con armas de fuego.

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