PROFUNDO, Y CADA VEZ MÁS PROFUNDO


*Por Orlando Barone

Profundo y elevado son antónimos. Sin embargo ambas son medidas superlativas. Un buceador y un montañista se parecen aunque persigan grandes objetivos en dimensiones contrarias. El océano es profundo y una cumbre elevada. Profundo y elevado puede ser un  pensamiento. Igual le pasa al sentimiento. En la actual política argentina el verbo es “profundizar”. Que significa ir más allá; traspasar límites, penetrar, ahondar. Es el propio gobierno quien se impone ese propósito y es el pueblo quien lo aprueba y lo alienta.

El modelo en ejercicio, en lugar de asegurarse “mantener” y  “conservar”, se desafía y se incomoda a sí mismo. No se amodorra o se aquieta. Va por más.  Pero ¿Cómo, cuánto, dónde profundizar? Las respuestas las da y las irá dando el Gobierno junto al pueblo.  El primero ya dio muestras de no ser neutral, y el segundo de adherir a  esa parcialidad solidaria hacia los que más necesitan.

Eso es profundizar. Pero para socorrer, no para jugar con la temeridad o para ahogarse. Se trata de extender la medida de lo profundo contando con un pensamiento, una estrategia y una voluntad; y a sabiendas que en la hondura del proyecto se consiguen mayores beneficios. Desde hace ocho años es lo que se ha estado haciendo.

Pero no serán quienes perdieron las elecciones los que pretendan sugerir, diseñar, imponer el cómo continuar el buceo y seguir buscando lo profundo.  No es a ellos a quienes compete la aventura. Aunque nada les impide incorporarse a ella o, en condición de sanos espectadores, observar cómo se realiza. No debe serles fácil permitirse no estar felices. Si al menos se dispusieran a no estar rabiosos. Pero lo previsible es que los más antagónicos quieran seguir negando y obstruyendo. Aunque acerca de la profundización ya hubo vasto consenso en las urnas.  Hubo ahí hegemonía de gusto.  Concentración de profundizadores. Coincidencia de patria.

Y no es cuestión de que porque profundizar sea hoy una marca exitosa de la época, de repente empiecen a brotar “profundizadores” entre los que la pasaron en la superficie o en la orilla tratando de cerrar o de cortar la llave del oxígeno. Porque para ser reconocidos en la especialidad de la profundización hay que ser creíbles. Y probar que se tiene suficiente aire limpio en los pulmones más que promesas llenas de presunto aire teórico. No basta con autodenominarse socialistas, comunistas, peronistas disidentes u ortodoxos; ni radicales, izquierdistas, revolucionarios, republicanistas o cívicos etc. Tanta nomenclatura se ha vuelto inverosímil. Tampoco basta con ser periodistas o intelectuales críticos, reclamando auxilio para los pobres desde soportes y medios prósperos, que se afanan en torcer la profundización para dirigirla hacia otros beneficiarios. Empezando por ellos mismos.

Profundo, y cada vez más profundo tiende a ser el objetivo. ¿En qué lugar y cuán hondo hay que cavar o penetrar para lograrlo? Esa es la cuestión. Y no la va a determinar la oposición. El pueblo votó y le ha quitado el poder de veto; también le ha quitado el poder de dañar por rencor. Nadie le prohibirá seguir teniendo voceros mediáticos libres de  proferir odios cada vez más inocuos, y más constreñidos a receptores de secta o a abonados de dos tipos: nostálgicos o utópicos. Estos últimos más cobardes, por contradecirse y no atreverse a subirse a la utopía que les pasa por delante. Y no sé si merecen piedad esos voceros argentinos que se expresan en medios extranjeros como si desearan arrancarse el origen.

Tampoco se espera que lo “profundo” surja del capricho de un determinado sector, aunque sea aliado. Hay algunos que simulan. Ya se verán las tensiones y se probará la conducción que las orienta y armoniza. Se verán egoísmos, pero más se verán gestos colectivos. La presidenta- que tanto les pesa a esos/as fanáticos cronistas envenenados- es una profunda confirmación empírica, una consecuencia de la razón y un acto de fe. Todo a la vez.

En fin, la profundización es la elevación de las convicciones; que como todo el mundo sabe no se dejaron en el umbral de la Casa Rosada. Entraron hace ocho años; y siguen adentro. Hay existencia de oxígeno para lo más profundo.


 Publicado en: Diario Registrado

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