2 DE OCTUBRE DE 1955: EL ECONOMISTA PREBISCH (CEPAL) ES CONVOCADO POR EL GOBIERNO DE LA AUTODENOMINADA REVOLUCIÓN LIBERTADORA


*Por Prof. Daniel Chiarenza

Raúl Prebisch visita la Argentina a pedido de Lonardi, aunque su plan derechista liberal sería aplicado más por los fusiladores.

Con respecto a la Economía, hasta entonces nacional y popular, el giro que habría de imponerse en esa esfera política, quedaría desnudada por la impotencia de los “nacionalistas” sin pueblo que asaltaron el poder en una primera etapa con Eduardo Lonardi. Lo mismo había ocurrido antes y después: sin proyecto propio, entregarían la economía a la tutela de los prestigiosos técnicos liberales.

El contradictorio Eduardo Lonardi, nacionalista católico que entrega la economía a los técnicos liberales, más funcionales a la segunda etapa de la "Libertadora".
A principios de octubre ha llegado a la Argentina Raúl Prebisch. El mismo que se desempeñara junto a Pinedo  durante la Década Infame y que es ahora el director ejecutivo de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) dependiente de la ONU. En agosto de 1955 había comentado, sobre el estado de nuestra economía: “La rápida recuperación de la industria argentina en 1954 recibió el impulso inicial del aumento de sueldos y salarios, que originó una intensa demanda de bienes de consumo [… y una] subida del nivel de producción.
El gobierno de Lonardi le ha encargado al ilustre visitante Prebisch la preparación de un diagnóstico sobre la situación económica. Ese diagnóstico debe ser –necesariamente- lo suficientemente catastrófico como para justificar un giro drástico, que desmonte todos los mecanismos establecidos durante el gobierno peronista.

Raúl Prebisch, el economista colega de Federico Pinedo. Liberales derechosos.
Los antecedentes del personaje son tales, que harán advertir a Scalabrini Ortiz desde las páginas del diario El líder: “El gato es mal guardián de las sardinas…”.
El 26 de octubre de 1955 el flamante asesor ha terminado. Esa noche, Lonardi habla por la cadena radiofónica para dar cuenta a la ciudadanía del estado desastroso en que se encuentra la economía del país: según Prebisch, “la Argentina atraviesa por la crisis más aguda de su historia; más que aquella que el presidente Avellaneda hubo de conjurar ‘ahorrando sobre el hambre y la sed’, y más que la del 90 y que la de hace un cuarto de siglo (en 1930), en plena depresión mundial”.
Al gobierno no le importó la contradicción existente entre informes con un año de diferencia, y lo tomó como cierto.
Al día siguiente, los diarios publican el informe preliminar: se han maquillado las cifras de modo tal de inventar una crisis que no existe. En más de un caso las maniobras son burdas: tras dos años de superávit comercial, se adjudica a 1955 un déficit de 186 millones de dólares ¡y el año aún no ha terminado! Y en noviembre la exageración llegó a los 200 millones de dólares. Nadie fue capaz de preguntarle a los funcionarios del Banco Central si estos datos eran ciertos: de acuerdo al balance de pagos de 1955, la Argentina debía 155 millones de pesos, que traducidos a dólares eran menos de 30 millones. También se falsean los datos del endeudamiento externo, haciendo pasar como compromisos de vencimiento inmediato los que son saldo de comercio bilateral compensables con mercaderías.

Raúl Scalabrini Ortiz denuncia la maniobra liberal desde las páginas de El líder.
Las inexactitudes del informe no tardarán en ser desnudadas por el mismo Scalabrini, desde las páginas de El líder, y por Arturo Jauretche en un libro escrito “a las luces vacilantes del vivac” –según su propia expresión-: “El retorno al Coloniaje”.

Crítica de Arturo Jauretche al Plan Prebisch: El retorno al coloniaje.
No obstante esas demoledoras críticas, el informe y el plan concordante de Prebisch serán adoptados por el gobierno septembrino. Se trata –por supuesto- de acabar con el dirigismo estatal, los aumentos salariales y los excesos sindicales que resienten la rentabilidad empresarial y la productividad. Hay que recuperar la “moneda sana” y acabar con la inflación. Hay que restablecer la libertad económica. Pero, contradictoriamente, es preciso devaluar el peso para producir una transferencia de ingresos hacia los productores agropecuarios, despojados por la política “perversa” del peronismo. Solamente el aumento de las exportaciones de ese origen podrá salvar al país de la bancarrota externa. Hay que disminuir el consumo “excesivo” que alentó el peronismo y traspasar a la iniciativa privada la mayoría de las empresas administradas por el Estado.
En verdad, Lonardi no tendría tiempo de avanzar mucho más allá de la devaluación recomendada. Pero Aramburu, que le sucedería en la presidencia, se ocuparía de concretar él “el retorno al coloniaje”.

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