RESPONSABILIDAD Y REPRESENTATIVIDAD, O GANAR PARA CONVENCER

*Por Emilia Bonifetti 

Desde mi verdad relativa, lo mejor que nos regaló este tiempo es el reconocimiento y la valoración inigualable de la discusión política, del debate político y el compromiso político. Este último encarado y encarnado hoy por la mayoría del conjunto de la sociedad. Aprendimos a diferenciar lo público de lo privado, y de este modo, comprender que la política es pública. Está en la calle, está entre todos. Y ésta política, la pública, la de la calle, la de todos, tiene un finalidad clara y sencilla, convencer a los más que podamos; incluir, sumar. Convencerlos de que nosotros apoyamos a quienes nosotros consideramos nuestros representantes para que cumplan funciones de valor en el Estado, sabiendo que ese es el camino y que el Estado somos y es de todos. 

Hoy, cuando Cristina habla, no sólo nos emociona por la singularidad de su fortaleza, sino y especialmente porque dice y hace lo que todos apoyamos y defendemos. Cada una de las palabras y políticas que anuncia están en conexión directa con el querer y saber de pueblo. Habla de trabajo, de educación, de salud, de infraestructura, de presente, de pasado y de fututo. De esta manera, ella nos abraza y nos dice diariamente: estamos trabajando, compañeros. Estamos trabajando y estamos reconstruyendo la Patria. Cristina nos representa. 

El momento que estamos viviendo políticamente es muy sensible a cualquier manifestación que sintonice lejos de la señal que hoy está marcando la Presidenta de la Nación. 

Pareciera ser que cada vez que las ideas de liberación avanzan en forma de práctica política es casi inevitable que aparezcan en escena los que necesitan imperiosamente (desde el imperio del pensamiento) atribuirse las verdades de lo que se debe hacer en el momento en que (como siempre sucederá) asoman los buitres que están dispuestos a todo con tal de acabar con el avance del pueblo sobre las corporaciones. 

En ese sentido, algo que también nos regaló este tiempo, y especialmente Néstor Kirchner (y recordemos que cuando él asumió no sabíamos que nos iba a representar), es la perspicacia de comprender el tiempo político, el contexto, el momento justo cuando hay que dar el paso, no dar ninguna batalla ni por ganada, ni por perdida. Esperar la jugada del contrincante y siempre tener una carta guardada. Esto era fácil de ver cuando eran pocos, cuando los que estaban cerca de las decisiones eran los menos y eran todos uno, un par de locos que venían de Santa Cruz a tratar de cambiar la historia. Hoy, somos muchísimos más. Todos crecimos y todos nos sentimos partes y protagonistas. Desde las Instituciones hasta la economía más pequeña de una villa miseria. Todos queremos quedar en la historia y trascender. Y aunque inicialmente es un sentimiento hermoso, bello y reivindicante, hay que tener cuidado. Nadie puede atribuirse el valor de la política, ni la CGT que pide espacios de poder enfrentando a la Presidenta (como si no tuvieran el inmenso poder del pueblo trabajador organizado). Ni los intelectuales que salen en los medios a pelearse entre ellos como si fueran el parámetro de la verdad, como si fueran los únicos que pueden hacer una lectura de la realidad, dejando de lado por completo el saber popular, el enorme trabajo que hacemos diariamente desde la vida cotidiana, defendiendo este proyecto. Ni los artistas que pretenden ser también un parámetro de buen gusto político porque el arte aparentemente te da un saber superior. Ni los nuevos jóvenes militantes que entran a participar con un compromiso inigualable. Mucho menos los empresarios, y lo que se creen dueños de la tierra y lo festejan en el predio de Palermo (estos dos ni siquiera entrarían en categoría pero los menciono para poder desarrollar la idea). Nadie puede atribuirse nada en política. Porque la política es de todas/os. 

En momentos como estos, tan sensibles, donde todos estamos a punto de estallar porque no podemos soportar la ceguera, el que ninguneen nuestro proyecto, en este momento que nos duele tanto reconocer que no supimos convencer. En este momento no tenemos que estallar. No podemos cometer ese error, porque nada bueno puede salir de eso. Ni las instituciones, ni los intelectuales, ni los sindicatos, ni lo artistas. Porque si estallamos empezamos a pelearnos entre nosotros, a buscar un culpable, a tratar de adjudicarle al otro el error de la estrategia. Y la estrategia, compañeros, la está armando la compañera Presidenta, ella es la jefa del movimiento, porque es la que nos representa, es la que nos defiende día a día, asumiendo la enorme responsabilidad de gobernar esta inmensa Nación. 

Dicho esto, invito a reflexionar sobre nuestra enorme responsabilidad como ciudadanía y representantes de distintos sectores. Tenemos el deber de acompañar a nuestra compañera Cristina hacia adelante, y de nada sirve, en este sentido, exigirle lugares en las listas, exigirle que elija cual y tal candidato. De nada sirve ir por la vida con la absoluta nobleza de las ideas si con eso no nos vota nadie. Porque Néstor no fue Duhalde por llegar a presidente de la mano de él, porque Filmus no es Macri por aflojarse la corbata. Porque Néstor llegó con el 20% y hoy es millones, porque es hermoso sentirse representados a la hora de votar, pero cuando Néstor sólo era un virola ganó, ninguno lo votó y nos transformó en lo que somos hoy, construyendo hegemonía desde y con las herramientas del Estado. Logrando que nos sintamos felizmente dirigidos y gobernados por la Presidenta de la Nación. 

Tenemos que unirnos por el pueblo y pensarnos como tal. Somos un todo que trabajamos diariamente por la inclusión social, porque seamos más los que vivamos con dignidad, porque cada día seamos más felices y más libres. Para eso hay que estar a entera escucha de la Presidenta de la Nación, comprender el tiempo político, el contexto, como nos enseñó Néstor, y fundamentalmente cuidarnos entre nosotras/os. Cada uno decide qué es lo que hace público y lo que hace privado, sin olvidar que hay miles de lentes dispuestos a hacer de un chasquibum una bomba, con muertos y todo. 

 Hay millones de argentinos que están esperando que vayamos por ellos. Para eso hay que seguir gobernando. Seamos responsables. 



*Red de mujeres con Cristina

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