LA PRIORIDAD ES EL CAMPO ?


(*) JORGE RACHID

                                                              “ No existe el héroe individual, existe el        
                                    héroe colectivo en la historia”
                                                                                        G. Oesterheld


Imaginemos un viaje en donde sabemos hacia que punto nos dirigimos, en el mismo se plantea la discusión sobre si vamos con aire acondicionado o no,   además que el cinturón de seguridad molesta para la cebada de mate, otra discusión, pero de golpe alguien plantea otro destino, nueva discusión, entonces algún viajero sugiere cambiar de vehículo cuando paremos a tomar algo, cuestión que algunos rechazan, otros preguntan sobre si seguimos o volvemos, surgiendo en medio de la discusión si el que conduce debe seguir haciéndolo o no.
Si disecamos las frases y las palabras, observaremos que lo único importante es el destino hacia el cual vamos y quien conduce, todo lo demás es intrascendente al viaje en si.

Si la parábola sirve de sustento para esta etapa pre electoral en nuestro país, debemos sin dudarlo definir el rumbo, aquellos grandes ejes temáticos que han permitido a la Argentina pasar de un estado de crisis terminal en el 2001 hasta esta realidad sustentada en recursos económicos genuinos, ampliación del trabajo, jerarquización de la Justicia y de los juicios de memoria y verdad sobre la dictadura genocida, fuerte presencia internacional, afianzamiento del espacio latinoamericano, recuperación del Estado como ordenador social y política sociales plenas. Se podrá, siguiendo el esquema anterior, plantear todo aquello que falta recorrer, ante la aspiración compartida de lograr un modelo pleno de justicia social y soberanía política, ya que el camino es largo, en especial dejando atrás la larga noche neoliberal, con un esquema estructural de dominación colonial, todavía vigente conservando resortes importantes del poder.

A todo lo que se ha avanzado, se le pueden hacer correcciones en un nuevo tiempo político, pero esas propuestas deben contemplar que existen sectores económicos y políticos confrontados con éste camino, aliados internacionalmente con otros intereses que no son justamente los del pueblo argentino. Son aquellos que siempre se referencian en copiar modelos externos, en especial imperiales, estructurando su pensamiento y su acción en concepciones eurocentristas o en seguidismos carnales del republicanismo norteamericano.
Son ellos los columnistas de los principales medios de comunicación,  en una acción coordinada que denigra a latinoamérica bajo el mote del populismo, cuando los caminos que adopta son soberanos, poniendo límites a la voracidad del capitalismo salvaje imperial.
Cada avance de los pueblos es valorado por esos sectores reaccionarios, como una acción antidemocrática y hasta subversiva al no respetar supuestamente las inmaculadas normas del mercado, único dogma admitido generalmente disfrazado de libertad de comercio, de prensa o de manejo financiero. Los gritos destemplados ante las regulaciones que ellos mismos aplican en los países centrales, es presentado ante la opinión pública como una afrenta dictatorial a los dictados de la modernidad.

Sin definir estos aspectos centrales del discurrir del país en sus tiempos por venir, lo importante es lo trascendente y esto es mantener el rumbo, éste que ha permitido al pueblo argentino respirar como conjunto social, no sólo sectorialmente como sucedió ante los manejos macro económicos, que garantizaban estabilidad de negocios para algunos y dramas sociales para las mayorías populares, entre los cuales se encontraban los empresarios pymes, devastados por la lógica financiera que arrasó la cultura del trabajo y de la producción por años.

Seguir este camino no es una cuestión cosmética sino central de éste proceso político, en especial porque al redefinir el modelo de acumulación, los intereses que se posicionaron durante 34 años fueron severamente condicionados y en algunos sectores dañados como las AFJP y los medios, que buscarán sin duda resarcir sus espacios perdidos a cualquier costa, apostando desde la derrota electoral a la desestabilización institucional como ya lo intentaron. Por esa razón la lucha política de este año no guardará reparos en utilizar cualquier herramienta en pos de sus objetivos.

Por estas circunstancias es responsabilidad de los sectores políticos y sociales que dicen apoyar el camino iniciado, no debilitar la vitalidad del cambio,  por la puja electoral, siempre sangrienta en el posicionamiento del poder hasta en la menor candidatura, que se transforma en esa dinámica caranchera, en una lucha de vida o muerte. Los argentinos pretendemos ser parte protagónica de ese proceso electoral y de definición política, en una convocatoria obligatoria ya marcada por la ley de internas obligatorias vigente, que movilizará al conjunto del pueblo argentino a expresarse en las candidaturas y por ende en los modelos de construcción social y productivos futuros.

No se trata de medir por encuestas previas, ni demostrar mayor obsecuencia, sino de dar lucha por aquellos valores en los que creemos, sin especulación ni hipocresía ya que el pueblo sabe determinar quien es quien en este proceso electoral. Nadie debe temer de expresar la verdad que sostiene ni de proponer aquello que alimente con propuestas, que contengan esas propuestas las demandas pendientes de la sociedad argentina. Nos merecemos construir el futuro con verdad y transparencia, sin avalar corrupciones funcionales al sistema, antes que a las necesidades del pueblo, sin atavismos dogmáticos como pretenden quienes profesan rencor por su tiempo histórico pasado, dando paso a la juventud solidaria y maravillosa que ha recuperado la política como herramienta de ilusiones y esperanzas.

De ahí que la manada de candidaturas lanzadas al espacio electoral, debe recordar que la política del marketing y del discurso armado acabó en el 2001. Que la lucha política tiene la temperatura del calor del pueblo cuando se presenta llano y desprovisto del prebendas y paternalismos, acogiendo las necesidades que se plantean, escuchando y aprendiendo, caminando y observando, antes que llevando soluciones mágicas para problemas que deben resolverse con seriedad en el seno de la comunidad.
El peronismo de esa práctica junto al pueblo, ha hecho cátedra. La información, el diagnóstico y la resolución es en el marco de la comunidad organizada, con la participación plena de las organizaciones libres del pueblo. El autismo, el gerenciamiento, la decisión de gabinete cerrado, conspiran contra el camino iniciado, donde el principal reclamo es mayor participación a través de formas organizativas que auditen la gestión, que permitan democratizar el poder democrático aunque parezca redundante ya que es la forma en que la democracia liberal comienza a transformarse en popular.

Hoy existen nuevos actores sociales, desde los trabajadores organizados que han recuperado protagonismo hasta los movimientos sociales que han parido al calor de la crisis neoliberal. La democracia limitada sólo está reservada para un poder político en donde el pueblo es espectador. Para el peronismo el pueblo debe ser protagonista, así nacimos a la historia y así la estamos intentando escribir ahora con nuestro gobierno al cual debemos darle continuidad sin obstáculos, con pensamiento crítico y propuestas renovadoras, que es la forma madura de la militancia política. Nuestra presidenta está al volante y nos disponemos a acompañarla en su decisión de avanzar en este camino, apuntalar este proceso es lo importante, de ahí en adelante lo demás es aleatorio.


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