LAS CONSECUENCIAS DE UN PRESUPUESTO MAL ELABORADO


(*)Tito Nenna.

Desde hace casi dos meses, en la Legislatura se discute un proyecto de ampliación presupuestaria con el objetivo de incorporar los incrementos salariales acordados con los trabajadores de la educación, la salud y la administración públicas. Inmerso en la burbuja gerencial desde la cual piensa la política, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, elaboró el año pasado un mamarracho como presupuesto que establecía un 0% de subas en los sueldos, lo que quedó pulverizado apenas tres meses después. Ahora tenemos que incorporar al ejercicio económico en curso los incrementos legítimos acordados con los diferentes gremios. 

En tanto, una amplia mayoría de legisladores aprobamos en la Comisión de Presupuesto un plan de regularización de deudas para que la Ciudad pueda contemplar el atraso del pago de impuestos por parte de los contribuyentes durante 2008 y 2009. Sin embargo, el macrismo porfía con esquivar su tratamiento porque sólo le interesa aumentar impuestos, tal como lo reflejó Macri en su proyecto de aumento de Ingresos Brutos para el consumo de bienes de primera necesidad. 

Esa medida generará inflación porque se trata de un impuesto regresivo y distorsivo que daña el poder adquisitivo de los más humildes. Al dirigirse a la venta de bienes y servicios, cada proveedor traslada la carga al producto final y eso resiente el consumo. 

Como si fuera poco, el 70% de la recaudación del Estado local en 2010 corresponde a Ingresos Brutos, lo que demuestra la inequidad de la matriz fiscal de una ciudad que castiga en gran medida el consumo y no el patrimonio y la riqueza. En este marco, el propio Ejecutivo informa que el 63% de las deudas de los contribuyentes corresponde al segmento de grandes contribuyentes y equivalen a $1.300 millones aproximadamente. 

Durante el fin de semana nos enteramos de que Macri encauza su trabajo de apriete hacia los contribuyentes pequeños que adeudan el impuesto de Alumbrado, Barrido y Limpieza (ABL) o las patentes, en lugar de controlar a los grandes para que puedan solventar los proyectos productivos y financieros. A caballo de su esquizofrénica manera de gobernar y asesorado por su pésimo director de la AGIP, Carlos Walter, el jefe comunal enfoca la presión fiscal sobre los sectores medios y bajos pero libera de las responsabilidades tributarias a los grupos más concentrados. 

Con un bruto apetito por los ingresos, pugna por recaudar más pero no quiere discutir seriamente una reforma tributaria en la Ciudad. Así como no sabe hacer una planificación presupuestaria seria y rigurosa o no informa sobre las obras que van a realizar con los bonos Tango, demora la sanción del plan de regularización por un capricho, no ejecuta el presupuesto en tiempo y forma y practica un desprecio tan grande como su ambición económica por el manejo transparente y equilibrado de los recursos públicos. 

No debiera sorprender que un empresario con cuna en la clase que dominó el país casi sin fisuras desde la última dictadura lleve a juicio a los estratos sociales con menos espalda. Hombre coherente con sus orígenes, Macri hinca el colmillo sobre la clase media mientras guiña el ojo a los más ricos. 

* Legislador del Encuentro Popular para la Victoria y dirigente de la CTA.


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