UNA DERROTA IMPENSADA

(Tal vez) de consecuencias impredecibles. (I)


*Por Raúl Isman


“El peor analfabeto, es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida,

el precio del poroto, del pan, de la carne, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. Es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el niño abandonado y el peor de todos los bandidos: el político corrupto, mequetrefe y lacayo del gran capital".

Bertold Brecht. Dramaturgo y poeta alemán.



Introducción

La noche del 28 de junio de 2009 la profecía (instalada a fuerza de un continuo machacar desde sus misiles mediáticos) de Mariano Grondona, el oligarca Biolcatti, “ La Nación ” y de toda la derecha se había cumplido: en sedes empresariales y oligárquicas se derramaba champagne; mientras que para el conjunto del pueblo, el resultado electoral no podía ser más terrorífico: el mejor presidente de la actual etapa democrática vencido por un advenedizo en política con inocultable aspecto de fiolo posmoderno. El triunfador se caracteriza además por el vacío completo en su discurso y por ignorarse si se postulaba para diputado o a para un casting televisivo. En efecto, en los actos de campaña, imitaba a su alter ego televisivo, más que desgranar una plataforma inexistente / (en realidad de contenidos inconfesables). Es que alcanza con ver que entre sus promesas se halla crear y conceder trabajo (cuando simultáneamente se jacta de haber cesanteado a varios miles de empleados sólo en una de sus empresas) para comprender porqué los dichos rotundos y precisos se hallan por completo borrados en su prédica. El triunfador concentra en si mismo lo peor de las derechas intra y exa peronistas y lo está demostrando en los días que corren, post campaña. Llegado el tiempo de hablar en serio, fuera de los ágoras tinellianos, se dio el lujo de avalar el golpe de estado en Honduras; orientación antipopular si las hay. En su momento, no se había privado incluso de llamar a Sosbich en ocasión del repudiable asesinato del docente Carlos Fuentealba; presumiblemente para felicitarlo por su “buena” acción del mes. Es la cabeza mediática y legitimada por los votantes del largo golpe de estado comenzado en el 2008 y- al mismo tiempo que farfulla diálogo y buenas intenciones- continúa operando en su cometido destituyente intentando restarle legisladores al oficialismo.

Lo cierto es que a pesar del dolor y del aturdimiento generados por la derrota- que demoraron por casi dos meses la elaboración de las presentes líneas- resalta claramente que sin la concurrencia de una fracción del peronismo hacia los triunfadores, los Kirchner no hubieran sido derrotados. ¿Cómo fue posible semejante desastre? El mensaje, proveniente del pejotismo y del conjunto del electorado, resulta sumamente claro: Néstor y Cristina habíanse corrido demasiado a la izquierda y el peronismo junto a las vestales ofendidas de las clases medias giraban nuevamente el péndulo hacia su diestra. Por cierto, vastos sectores de las capas referidas intermedias a su derecha lo único que tienen es la pared.

Tampoco puede ocultarse que el escenario descripto fue construido pacientemente desde los medios; al punto que cuando “La Nación” publicó la primera encuesta que daba ganador a De Narváez el hecho no pasaba de ser una operación más del periódico citado. Luego, el constante machacar logró que los deseos se hicieran realidad; por medio de una polarización que llevó a que muchos radicales votasen por el tatuado candidato, como mal menor (en realidad mayor). No puede ocultarse que el pueblo sin dudas pagará con significativos sufrimientos la pésima opción electoral que se hizo: es que será muy difícil que el próximo titular del ejecutivo nacional fuera muy diferente a esperpentos derechistas tales como Cobos, Macri o Reutemann.

Para aportar algunas ideas que permitan comprender lo que ocurrió se escriben los presentes provisionales garabatos como un aporte a la (saludable) polémica que ha quedado abierta en el conjunto del espacio nacional y popular.


Las causas de la derrota

Realizaremos un somero listado de los motivos que permiten explicar nuestra derrota. No pretendemos agotar exhaustivamente todos los orígenes del desastre comicial; por lo cual la enumeración pudiere ser muy probablemente enriquecida en el futuro.

a) La causa fundamental es que el poder económico había decidido limitar el ascenso de los Kirchner. Ni desde la conducción, ni desde la militancia se analizó seriamente de donde provenía realmente el peligro que enfrentábamos, ya durante la campaña para la elección presidencial de 2007. Lo decían los esbirros periodísticos Mariano Grondona y Joaquín Morales Solá: “hay que frenar a los K”. Pero lo que editorializaban los amanuenses citados apareció de modo sensible con la revuelta gauchocrática del primer semestre del año pasado. En tal sentido, la derrota del 28 de junio no es más que la continuación de la fatídica noche del voto no positivo del judas que todos conocemos por otros medios (electorales). Allí quedaba fuertemente señalado el desgajamiento de la coalición triunfante en el 2007. Las acertadas medidas de gobierno que siguieron en el segundo semestre del 2008 no pudieron rearticular la base social y política del gobierno ni revertir la opción en contra de grandes franjas del electorado. Todo un síntoma. En teoría sociológica se denomina poder a la capacidad de imponer la voluntad a otros sujetos en una relación social. Y pese a la acertada orientación del gobierno luego de la derrota parlamentaria de referencia, diversos conglomerados sociales y sectores políticos aceptaron sin más la decisión de los poderosos. Inclusive, daría la impresión que hasta se perdieron sectores de las clases medias progresistas que hasta la rebelión oligárquica nos acompañaban (de lo cual da cuenta el voto a Sabatella en la provincia de Buenos Aires y al pinosolanismo en Capital). En lo referente a los conglomerados más poderosos, quedó claro que la única clase dominante (en el sentido gramsciano del término) son las huestes de la oligarquía terrateniente. Mientras que las fuerzas industriales (pero nada industrialistas) parapetadas con finalidades de lobystas en la U.I.A. se alinearon (des)vergonzosamente detrás del muro de la mesa de enlace. Volveremos sobre esta temática más adelante, se trata sin dudas de un problema clave y estratégico de la Argentina histórica y de la época actual.

b) Es evidente que espacios en los que perdimos por goleada absoluta fueron los ámbitos comunicacional y cultural, donde además de tener a la mayoría de los massmedia en contra no utilizamos bien tampoco la (débil) red de medios estatales. No es seguro que un uso eficaz y eficiente de las armas mediáticas que disponíamos hubiere revertido la derrota. Pero al menos los intentos podrían haber dado como resultado una llegada mínima sobre sectores que nos fueron hostiles. Y se hubiera creado algún marco un poco más propicio para la labor de los militantes; que heroicamente y en el desierto desarrollaron su abnegada tarea. De tal modo quedó franco el camino para que la derecha manejase la agenda pública y las percepciones del sentido común que fueron letales al transformarse en sufragios. La significativa porción de nuestra sociedad que se enorgullece de su “apoliticismo” en bloque nos votó en contra ganada íntegramente por la prédica atribuible a la Crítica estentórea del Clarín al servicio de quienes vendieron la Nación.

c) Además, otro de los resultados de la minusvalidad mediática con que nos desempeñamos fue que los inocultables logros del gobierno resultaron invisibilizados en razón del total descrédito impuesto a toda voz oficial por vía de la defenestración del INDEC. Lo referido continúa ya transitando el mes de julio. Cuando el gobierno introduce cambios en el instituto medidor Clarín titula que el gobierno cambia para que nada cambie. (Primera plana del 22 de julio de 2009). No se le concedió a la voz oficial ni medio mes para que pudiere verse si las transformaciones pudieran surtir algún efecto.

d) Otro corolario puede leerse a escala continental. En efecto, contra los gobiernos populares de nuestra América están militante y orgánicamente la mayoría de los grandes massmedia. Pero donde su influencia es menor es en aquellos países que se ha desarrollado mucho más a fondo la identidad y la conciencia de las masas populares (Ecuador, Bolivia, Venezuela). De modo que en ellos muy difícilmente prospere una candidatura como la del frívolo colombiano o la del Maurizio (PRO) fascista. Se trata de uno de los debates insoslayables; que no podemos acometer de modo explícito en este texto: es decir desarrollar propuestas, medios y estrategias para que avance la conciencia entre nuestros sectores /medios y populares.

e) Otra de las causas de la derrota reside en haberse recostado excesivamente sobre el aparato pejotista. La maniobra profundizó la confrontación de las franjas más gorilas de las clases medias (más ofendidas a menudo por la liturgia y la estética peronistas que por cuestiones más sustanciales) hacia el gobierno; mientras que la traición del P.J.- denunciada a posteriori- no puede sorprender ni siquiera a los más angelicales espectadores de la lucha política. En efecto, lo ocurrido con ciertos sectores del aparato peronista resulta equivalente a colocar al célebre Héctor “bambino” Veira, al padre Julio Grassi y al ahora extinto Michael Jackson al cuidado de un dormitorio con jóvenes mancebos y luego sorprenderse por las (dolorosas) consecuencias. Entre otras circunstancias, se halla comprobado, por ejemplo, que el ex jefe de gabinete Sergio Massa acordó con De Narváez volcarle parte de sus votos. ¿Pero puede sorprender proviniendo de quien proviene? Lo propio puede afirmarse de lo acontecido en otros territorios del G.B.A. en los que- pese a las listas “testimoniales”, diversos intendentes jugaron a dos puntas.

f) Ligado a la opción P.J. se halla la apuesta del kirchnerismo por no construir una organización propia que resultare el núcleo de hierro del proyecto nacional. Tal vez este contenido sea el que más se halla consensuado en el conjunto de la militancia popular que le es afín. Una de las consecuencias más evidentes de la ausencia de la fuerza de marras es que el gobierno derramaba recursos sobre la sociedad y luego no podía capitalizarse tal acción para fortalecer al propio proyecto. Ejemplifiquemos. Sirve sin dudas construir barriadas enteras de viviendas para satisfacer demandas y derechos populares. Pero si en ellas no se insertan delegados para actuar como correa de transmisión del movimiento nacional los vecinos quedan librados a su propia imaginación u orientación (más bien a los dictados televisivos) para vincular políticamente lo recibido con su opción en las urnas. Lo propio acontece con las medidas para incluir personas en las jubilaciones o en los planes de trabajo gestionados a través de las cooperativas.

g) En los espacios militantes kirchneristas no P.J. predominó la lógica de la pequeña organización y aún del dirigente de la misma, contra los intereses del conjunto del movimiento popular. De modo que ni siquiera pudieron articular un frente unido para acometer tareas militantes; aún durante las mejores etapas de nuestro gobierno. Tal problema no ha sido superado ni si quiera frente a la feroz embestida de la derecha que observamos en los días en curso y que preanuncia un choque para el cual no estamos ni mínimamente pertrechados.

h) Por otra parte, escaseó la ayuda a los sectores más empobrecidos; tal vez porqué se supuso que ya estaban ganados de por si. Además, faltaron voceros de las necesidades populares insertos en los territorios más pobres y que luego direccionasen la ayuda previamente gestionada. Nada casualmente, una de las motivaciones de la derrota fue la falta de clientelismo, entendido como “una intervención estatal profunda de transferencia de ingresos para satisfacer una necesidad de carácter imperioso, impostergable y urgente, normalmente asociada a la seguridad alimentaria del hogar”. La definición pertenece al sociólogo Artemio López y fue reproducida en el matutino Página 12 del 19 de julio de 2009. Lo propio afirmaba el intendente de José C. Paz, Mario Ishi, cuando le decía a Néstor que había que volcar recursos sobre los más pobres. Por cierto que la existencia de las herramientas organizativas aludidas no garantiza el éxito del proyecto nacional. Pero sin ellas es aún más complejo y difícil. Simultáneamente, como ya dijéramos el descrédito del I.N.D.E.C. trajo aparejada la completa incredulidad de vastos sectores hacia toda palabra oficial. De modo que hiciera lo que hiciere nuestro gobierno, no era percibido por gran cantidad de ciudadanos; lo cual quedó reflejado en que casi el 70% no nos votó. El gobierno se colocó como si todas las clases populares lo votasen por unanimidad y fuera necesario (que lo era) ganar la las clases medias. De modo que se volcaron planes para que dichos sectores veleidosos modificasen su percepción negativa del oficialismo y muchos menos recursos hacia las clases sociales más postergadas. El resultado final no pudo resultar más desastroso: una proporción variable de pobres sufragó por De Narváez (seducidos por el glamour del candidato, una suerte de dialéctica del amo y el esclavo posmoderna); mientras que podría decirse que cuanto más recursos se volcaban hacia las clases medias, paradójicamente, menos votos eran obtenidos entre tales espacios sociales.

Hemos aludido a algunas causas que nos parecen significativas. Hay más que se irán incorporando al debate tomado como antídoto a la fiebre (pro)cina. Una consecuencia inevitable del comicio que analizáramos es que el Kirchnerismo ha dejado de ser la fracción hegemónica en el Peronismo. Pero no por ello ha muerto. De la ductilidad que muestre para hacer el balance y los acuerdos a futuro dependerá su supervivencia. De todos modos con los K o sin los K, el movimiento popular hacia la liberación nacional proseguirá su marcha. El kirchnerismo- en sus virtudes y defectos- es claramente una elite consecuente y con una clara direccionalidad política. Lo demuestra el hecho que aún pelea por revertir la debilidad con medidas audaces: el golpe a los monomios mediáticos de los primeros días de agosto implica que los (apresurados) sepultureros de nuestro espacio, otra vez deberán enterrar un ataúd vacío. El defecto es que no obtiene su sustento de la máxima movilización de masas. Lo más acertado que demuestra es su obstinación para mantener el rumbo; pese a las inclemencias, cuando es publico que otras corrientes progresistas, nacionales y populares se meten los principios donde cupieren cuando cambia el viento.



Triunfadores y vencidos:

Verdad y construcción mediática

De los grandes triunfadores del 28 de junio, los grandes massmedia, la oligarquía terrateniente, hablaremos más hacia el final del parágrafo. En principio no cabe ninguna duda que Néstor Kirchner fue uno de los grandes derrotados en el comicio de referencia. Perdió su lugar central en el peronismo y es dudoso que tuviere chances efectivas para recuperarlo en un futuro cercano e incierto. Esfuerzo completamente vano, inservible e inconducente por otra parte como demostró el resultado. Ahora él y todo el espacio nacional y popular meditan los pasos subsiguientes. Es muy probable que la recomposición del conjunto de la franja pase por mantener un vínculo con algunos gobernadores e intendentes leales, profundizándolo con los trabajadores formales y sus referentes sindicales menos cuestionables. Es preciso ampliar la coalición hacia la C.T.A. y los movimientos que agrupan a trabajadores informales y desocupados. Para ello, sería interesante utilizar mecanismos estatales para disminuir- si no es posible liquidar el trabajo informal y abrir un diálogo de construcción con las clases medias progresistas. Por de pronto, hasta un gobernador de vuelo político equivalente al de un pollito, se envalentonó y lo llamó a Kirchner “perdedor”. Pareció no tomar en cuenta que el verdadero vencedor de Néstor ha sido el poder económico, no el minúsculo De Narváez, por lo cual el santacruceño debe preservarse para las duras batallas por venir y reflexionar acerca de los errores cometidos y las carencias de nuestro espacio.

Pero no menor, por cierto, fue la mordedura del polvo del inefable Maurizio Macri, quién perdió gran parte de su caudal; sea que tomemos la primer vuelta o la segunda de la elección del 2007 como referencia. Es que como decía Frederick Nietzsche, un filósofo mucho mas PRO de lo que los (PRO)cesitas macrudos desean admitir, no hay hechos, sino interpretaciones. Y en la interpretación mediática el (PRO)cesismo fue triunfador. No fue analizado- en rigor, fue omitido con complicidad- que la candidata de los colores amarillos, Gabriela Michetti, no logró ninguno de los objetivos que se le habían asignado; el principal asegurar la gobernabilidad por medio de mayoría propia en la legislatura porteña. Si antes de los comicios los pases de factura, las zancadillas y demás delicias de todas las internas políticas estaban a la orden del día, luego de la frustración comicial los crujidos se agudizarán. Pero al no mencionar si quiera a los PRO como derrotados, el poder mediático omitió introducir en el debate que la causa decisiva del declive mauriziano se debe a que la mayor parte de los electores porteños- a más de un año de asumida la gestión (PRO)nazi- ya no se deja engañar por el canto de sirena de la gestión (supuestamente) desideologizada; letanía compuesta para los comicios del 2007 por muy bien pagados asesores. Y toda esa fantasiosa construcción así armada sería destinada sin más al servicio de la “gente”, por añadidura. La ciudad exhibe un presupuesto robusto, pero hospitales desabastecidos y con vacantes decisivas sin cubrir, escuelas muy bien refrigeradas (en invierno) pero muy bien calefaccionadas en tiempos caniculares, maestros pagos con sueldos del tercer mundo, recorte de becas y planes sociales para los más pobres, ausencia de proyectos para la construcción de viviendas populares, peligro de desmantelamiento de los grandes nosocomios de la salud mental a favor de los negociados inmobiliarios PRO, negación del pago para actores y referentes culturales por servicios ya prestados; por citar sólo algunos casos de un gobierno impúdicamente al servicio de las clases dominantes. Se trata de un gobierno desfachatadamente de clase. La frutilla del postre es la designación de un comisario en la nueva policía porteña cómplice de delitos incalificables y que significa una burla macrista al dolor de los familiares de los muertos en la A.M.I.A. La síntesis simbólica del gobierno PRO lo da el hecho que en los barrios acomodados de noche parece un día luminoso; mientras que en los territorios porteños más pobres la oscuridad es obligatoria regla. Atrás quedaron las campañas electorales del 2007 en que militantes Pro iban hacia oscuras esquinas a realizar su propaganda con linternas- según los dirigentes macrudos- para combatir la inseguridad. Ubicuos para responder nos dirán que, en la actualidad, la espesa oscuridad PRO es para fomentar la iniciación y continuidad amorosa de los pobres imposibilitados para costear albergues transitorios o definitivos. Sin embargo, tal dicho podría enemistarlos con la jerarquía eclesiástica; por lo cual es muy probable que se abstengan de emitirlo. Pero, la indestructible petrofacialidad de Maurizio es mucho mayor cuando cree estar en la intimidad. Así se franqueó cuando no sabía que lo filmaban y se burlo de las prostitutas; muchas veces mujeres sometidas a un tráfico denigrante, explotador, esclavizante, indigno de toda perspectiva humanista. Cualquier espectador que no haya visto el video que referimos puede hacerlo desde

http://www.youtube.com/watch?v=07Xi3_YA1qs

Otra derrotada sin atenuantes es la doctora Elisa Carrió. Tercera en la Capital Federal se autoproclamó líder de la oposición para inmediatamente irse de vacaciones al exterior (¿Pensará que se construye liderazgo desde las doradas arenas de Cancún o desde los juegos mecanizados de Disneyworld?). El recurso es nada más que para disimular la disgregación de su engendro mayor: la coalición cínica y golpista. En el gallináceo conglomerado, la lucha entre Lilita y Margarita remeda una versión occidental (y cristiana) del juego nipón denominado sumo; aunque mucho menos grácil que el correspondiente al original. No pueden ponerse de acuerdo ni en el nombramiento de un dietólogo. Las vacaciones de la ligeramente entrada en adiposidades dirigente nos permitieron descansar un poco de su verba insolente, agresiva, delirante y autoritaria. Pero luego de semejante e inmerecido descanso, volvió para anunciar que ahora militará en la provincia de Buenos Aires. Los porteños, agradecidos, pero ¡no es republicana virtud cumplir con la palabra empeñada? Si se postuló por la Capital Federal, ¿no existe una cierta incongruencia con pasar inmediatamente a la provincia, señora virgen de la república? A posteriori derramó su clásica e inagotable capacidad para derramar y derrochar sustancias copro-linguísitcas al calificar al comandante Chávez como fascista, acusándolo de desear perpetuar la pobreza. Justo al líder bolivariano, cabeza de un proceso que redujo los índices de pobreza como ningún otro en la historia de la bella patria caribeña y llanera. Cualquier coincidencia con el discurso del imperialismo yanqui no es casualidad permanente o circunstancial; si no complicidad manifiesta y evidente. Por otra parte, ametrallar con el calificativo fascista a líderes y dirigentes que no resultan de su agrada es un modo muy carrioista de devaluar el uso de las palabras; ya que lo hace sin mayores argumentos. Es que indudablemente se cree una ungida por el Arcángel San Gabriel y el ratón Mickey para traernos la luz de la verdad republicana, bajo la forma de (su) palabra revelada. De allí su nula propensión a debatir, extendida a la mayor parte de la militancia de la C.C. Por desgracia, en los próximos tiempos volverá a fatigar por los circuitos mediáticos con su promesa de llegar a la presidencia de la nación (¿o a la gobernación?) por unción divina. Hasta la siguiente derrota electoral, hondazo que la devolverá al podio de los fracasados.

Desde el punto de vista político existen algunos vencedores. Julio Cesar Cleto “Judas” Cobos, la Unión Cívica Radical- que pasó de 16 puntos en 2007 a casi el doble- o Francisco de Narváez son claramente triunfadores. Con impensables y sorpresivos éxitos aún para sus cálculos previos más optimistas en Santa Cruz o Entre Ríos, la U.C.R no puede de todos modos envalentonarse y afirmar que ha superado el síndrome De La Rua. Una cosa es oponerse a una coalición oficialista y otra muy distinta gobernar. De hecho, parte de su triunfo se lo debe a haber incorporado como candidatos a conocidos gauchócratas sediciosos y golpistas; lo cual en un partido que supo ostentar en un pasado (lejano) blasones democráticos no es algo para enorgullecerse. Casi seguro que emergerán en todo el espacio Pan Radical dos candidatos- Cleto y Hermes Binner- más parecidos al último presidente radical que el propio “chupete”. Como dirimirán la interna entre ambos y que discurso presentarán a la sociedad es parte del escarpado camino que tienen por delante. Parte de las escarpaturas que mencionábamos son hechos como el siguiente: el conjunto de la U.C.R. expulsó hace menos de un bienio a Cleto “de por vida” y hoy se realinea a su vera como tabla de salvación. ¿Puede aportarle algo al pueblo argentino una fuerza que se nutre y basa su reconstitución en una coalición de traidores, golpistas y cómplices de genocidas?

Otro vencedor es el magnate colombiano. Y es él, no el conjunto de su espacio porqué Maurizio- socio político y de negocios- quedó claramente mancado en la carrera presidencial. Por otra parte, el tatuado candidato no puede aspirar al sillón de Rivadavia. Además, hizo todo lo necesario para que el resultado logrado fuera un éxito personal intransferible, bien que en alianza con los ya tantas veces citados massmedia, y queda muy claro que no fue fruto de una construcción política inexistente. Ninguno de los citados referentes políticos- ni el escondido por el tatuado Felipe Solá- hubiera logrado nada sin la colaboración protagónica del poder real; del cual fueron apenas un velado taparrabos. Poco después del comicio, se constituyó un espacio peronista de derechas que acota fuertemente la pregnancia de De Narváez, que de todos modos es un candidato fuerte para la gobernación provincial.

Pero los grandes vencedores de estos comicios fueron los dos principales rostros del poder: el mediático y el sojero. Increíblemente subordinado quedó la franja industrial completamente a la zaga de los dos citados precedentemente. Los escasos destacamentos manufactureros que salieron a defender el modelo orientado hacia el mercado interno poco pudieron hacer frente a la parafernalia del sector dominante en la U.I .A. que se dio el impresentable lujo de defender al neoliberalismo. No soportan ni siquiera el más que tímido intento de los Kirchner por ponerle límites al poder y en su afán porque el gobierno ganase por muy poco, terminaron favoreciendo la derrota de un proyecto en el cual habían prosperado como nunca. En efecto, un autorizado periodista de la derecha clarinezca aventuraba poco antes de las elecciones que la recién referida era la opción favorita de los Business-men; ya que la carencia de proyectos y liderazgos serios en la oposición resulta más que ostensible. Así queda claro de modo irrefutable que el panorama de la burguesía “nacional” resulta más desértico que pensar en el Sahara un mediodía canicular. Por otra parte, una nación (capitalista) no puede erigirse si no es bajo la existencia de un conglomerado de empresarios nacionales que actuaren a modo de clase dominante. En efecto, sólo la (re)creación de un entramado industrial moderno- competitivo en lo externo y con una fuerte base orientada al mercado interno- podría ser la plataforma de lanzamiento de una verdadera nación; en la cual todas las personas pudieren acceder al empleo y no tuvieren que mendigar el sustento pidiendo limosnas callejeras o en comedores comunitarios. Ciertamente que la ausencia sin aviso de la burguesía nacional en este convite histórico redunda en un retraso estratégico para el conjunto de nuestra sociedad.

Además no caben dudas que la asociación entre massmedia-oligarquía terrateniente resultó un enemigo con capacidad de vencernos en nuestro propio terreno: el voto de las grandes masas. Los barones de la gauchocracia lograron constituirse como clase dominante en el sentido gramsciano del término: es decir, haciendo que otras fracciones de clase con intereses muy diversos al “campo” creyesen (ilusoria y absurdamente) que les convenía el triunfo agrario. Lo dicho anteriormente hubiere sido impensable e imposible sin el concurso de los medios unidos y aliados a los terratenientes por vínculos y objetivos económicos (Expo-agro, Clarín rural, producción y defensa de la producción sojera glifositada), políticos (debilitar al proyecto nacional gobernante) y simbólicos (señalar cual es el verdadero poder). El tándem funcionó a la perfección y el bloque agrario capitalizó repentinamente más de un lustro de bombardeo y cerco mediáticos. Decíamos líneas arriba que el poder consiste en imponer a otro la voluntad en una relación social. De los cacerolazos del 2008 a la votación del 28 de junio, la derecha sumó más y mejor que nadie: desde los (por desgracia) innumerables defensores de la dictadura militar; hasta tantos pequeños burgueses petulantes que juzgan al sistema político con un rigor que nunca utilizan para criticar al mundo empresarial, pasando por algunos destacamentos distraídos de los sectores populares y muchos jóvenes de primer voto sufragantes por de Narváez; pero que ignoran las posiciones y trayectoria del neoliberalismo en temas álgidos como educación, empleo y tantas otras cuestiones vitales. El poder ya no se contenta con presionar y muestra su rostro desvergonzadamente sádico y perverso. El golpista oligarca Biolcatti, que instó a que la presidente visitase la rural, es un ejemplo. ¿Pretenderá que Cristina se humille y además les de las gracias por abuchearla? Mientras tanto, el ala plebeya de la reacción guachocrática, Eduardo Buzzi clama pidiendo un nuevo paro. Convidados al diálogo impulsado por el gobierno nacional avisaron que concurrirían con exigencias. La reacción oligárquica va por más y acelera para poner de rodillas al parlamento y deponer inconstitucionalmente al gobierno nacional.

El hecho que sean las fuerzas agrarias, financieras y trasnacionales las únicas en articular poder (en el sentido gramsciano ya descripto) muestra una de las dificultades más serias que pudiera conducir a la inviabilidad nacional: es el hecho irrefutable que con la soja no se puede construir una nación. En efecto, la poca fuerza de trabajo utilizada, la desertificación del suelo resultante, la contaminación agresiva para la salud humana del glifosato marcan de modo incuestionable la incompatibilidad entre centralidad sojera y un verdadero proyecto nacional inclusivo en lo interno y autónomo de los grandes poderes globalizados.

Para el triunfo de las derechas, la contribución mediática fue inestimable hasta rayar proporciones goebelesianamente astronómicas. Desde la constante y persistente difamación del gobierno nacional hasta un aspecto en esta elección decisivo: el vaciamiento (tinellización) de la política expresado en el programa Gran Cuñado. En efecto, si todos los dirigentes son lo mismo, es indistinto votar por cualquiera de ellos. Por cierto que urge una batalla cultural para (re) insertar el sentido (significado) profundo de la lucha por contraponer proyectos políticos. El espacio nacional adoleció de debilidad para poder colocar esta lucha en su verdadera centralidad: el enfrentamiento entre un plan neocolonial y nuestro espacio. Así para muchas personas el tema central pareció oscilar entre la soberbia presidencial y la modestia atribuida a la oposición. Ni los enemigos del proyecto nacional son modestos ni los nuestros, soberbios. Tal lectura resultó un armado mediático para escamotear lo sustantivo del debate. Luego las consecuencias fueron funestas. Para decirlo de modo futbolero: nosotros hicimos todo el gasto del partido (batallando con incuestionable eficacia contra la crisis económica) y la derecha nos goleó de contragolpe, sin despeinarse.


Habló el oráculo comicial, pero

¿Qué dijo?

En principio, para analizar el lenguaje de las urnas es preciso descartar los mensajes más prosaicos (aunque no por ello, inexistentes) del tipo de esperar que la presidente cogobierne con su imitador de gran cuñado, se colocare tatuajes en diversas partes del cuerpo o que debiera participar ella misma del engendro tinelliano.

El mensaje central nos parece evidente: ni el grueso de la sociedad ni una franja importante del peronismo acepta el sesgo radicalizado de los Kircbner. Importa poco si semejante izquierdismo corresponde o no verdaderamente a la realidad y al auténtico sentir del matrimonio presidencial: existió un voto de repudio a los modismos “confrontativos” y no a la inconsecuencia en los objetivos. Pero, se impone una pregunta mínima y necesaria. ¿Es posible lograr mejorías para el bienestar popular sin afectar intereses (confrontar)? Por cierto que la respuesta a tal interrogante no puede si no ser negativa; por lo cual, concluyamos, gran parte de nuestro pueblo vive presa de ilusiones irrealizables. Y el resultado de tantas contradicciones fue una expresión- que como no pudo ser de otra manera- fortaleció a los enemigos de la nación, del pueblo y de la democracia. Como decía socarronamente la Revista Barcelona antes de la elección, se viene el moderazo. A lo largo de la historia universal, no existe ningún proceso de reformas profundas- y menos una revolución radicalizada- sin afectar los intereses poderosos que constituyen su supremacía con la explotación de los sumergidos y se benefician del sufrimiento popular.

Un somero balance muy general arroja un hecho incuestionable: el peronismo perdió más votos en la provincia de Buenos Aires y en el orden nacional con el digno gobierno de los Kirchner, que con el saqueo y latrocinio menemista para beneficio del poder económico globalizado. No es un mensaje menor que un gobierno que empobreció al pueblo y sometió a la nación a una etapa desconocida de impotencia y disolución social haya perdido menos sufragios que uno que revirtió, aunque fuera parcialmente, la situación descripta.

En esta elección, el eje articulador de fuerza política y carta de triunfo del proyecto neoliberal no ha sido otro que el soja power. Salvo una parte del voto capitalino (cercano en una suma idílica al 40%) y un porcentaje menor en la provincia de Buenos Aires, en todos los distritos hubo un fuerte avance de las posiciones de la derecha. Por ejemplo, en Mendoza donde los candidatos de Cleto superaron en casi 25 puntos porcentuales contra el P.J., que no es por cierto un dechado de honestidad, radicalización ni gestión favorable a los intereses populares. Pero el voto popular convalidó y premió la traición del vicepresidente; cuando en 2007 y aliado al proyecto nacional sus candidatos habían mordido el polvo de la derrota. En Santa fe, entre dos candidatos a la senaduría- ambos pletóricos de sojofilia- el ganador fue el más conservador; sospechado también de inutilidad durante las inundaciones producidas a principios de siglo y de furia represiva en la revuelta del 2001. El proyecto nacional resistió como pudo en algunas provincias pobres y en ciertos municipios del conurbano. Pero los sitios donde se anotaron éxitos resultaron pocos como para revertir un resultado nacional que parece casi un extraño caso de autoflagelación colectiva.

El resultado exigirá que los K desarrollen toda su pericia en pos de construir la gobernabilidad por el estrecho desfiladero de un parlamento con manifiestas hostilidades. Y aún cuando logren construir mayorías cambiantes y precarias, durante cierto tiempo y hasta que se reconstituya el movimiento nacional las posibilidades mejores le corresponderán a la derecha. Los únicos contenidos a favor que pueden señalarse son que las fuerzas opositoras muestran grandes fallas a la hora de articularse y que el núcleo duro de la patria sojera muestra la sutileza para los desplazamientos de un elefante en un cuarto estrecho. De allí que cuando acelera en pos de lograr en lo inmediato sus objetivos golpistas queda (ligeramente) desgajado de su taparrabos político; un variopinto espinel que abarca desde Elisa Carrió hasta la Chiche Duhalde pasando por los sojeros nacionales y populares del pinosolanismo. La derecha y sus esbirros cuentan con (casi) todo el poder. Pero no pueden articular construcciones políticas con capacidad de gobernar. (Continuará).


*Docente. Escritor.
Miembro del Consejo

Editorial de
la Revista Desafíos.
Colaborado
r habitual
del periódico socialista El Ideal.
Director de la revista

Electrónica Redacción popular.
raulisman@yahoo.com.ar

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