HOMENAJE AL COMPAÑERO NELSON LEZCANO

Mientras nos lamíamos las heridas de aquel 29, se apagaba la vida de NELSON LEZCANO en Rosario de Santa Fe.


En ese inexplicable intríngulis de si la peste A o no.
27 años prolíficos, inmensos de vida plena y militancia.



El dio todo en ese camino hacia el 29.
No pudo. Esa neumonía hija de puta no lo dejó votar por el Proyecto Nacional, junto a Néstor, por Cristina.
Tantas veces pintó ese nombre en las paredes en los días del 2008.



Queremos rendirle un homenaje, pequeño, libertario, militante, humilde, como era él.
Será anónimo en este camino, pero para nosotros... enoooorme, tal como él en su humanidad.





Nube inmensa

rodeada en bandada de pájaros.

Escondió soles,

amainando siestas tórridas, invivibles.

Pero se abrió oportuna y generosa

a los rayos que despuntan y cobijan.

Se multiplicó en lluvias torrenciales.

Pero casi siempre en lloviznas amigables,

rocíos de primavera

acunando nuevas flores.

Nube omnipresente, silenciosa.

Allí está.

Y así será. Siempre.

A Nelson. 7 de julio de 2009


Nuestro hijo-compañero militante Nelson Lezcano, partió a mejores batallas.

Lo criamos al conjuro de idas y venidas, convencidos que al protagonizar nuestras pequeñas historias, componíamos en conjunto las de la patria.


¿Debo hacer una cronológica de su paso profundo y fugaz por nuestras agitadas existencias?

Sí.


Estoy convencido de esta íntima necesidad testimonial.

¿Será suficiente? Seguro que no, sólo será parcial, mínima, no podría jamás cubrir su enorme dimensión.

Lo recuerdo con pantalones cortos, 7 / 8 años acompañándonos en la campaña de Cafiero, expropiando (por su medida) los sánguches para quienes fuimos a Tecnológica en Santa Fe.


Siempre junto a su padre, enredándose en todas las tenidas.

Su vida estuvo entrecruzada por la militancia de sus mayores.

Incondicional, imprevisible, pisando nuestras locas huellas.

Esa era la vida que conocía.


Creciendo fue anexando sus mejores amigos a la tarea común.

Con su innato liderazgo les ofreció, incondicional, el alero de la casa común en la solidaridad, que para él era lo cotidiano.

Su simpleza de multiplicar los panes.


Y nos apropiamos de su nueva familia -que sin saber era peronista-, e integramos con sus noches y sus días, de penas y alegrías inmensas.


Con su fuerza enorme convirtió el potrero en iluminada canchita-estadio azul y oro, compartiendo pelota, alegría, picardía, y abuela.

Todo lo inmenso que podía brindar.


Así, como es él: a borbotones, a manos llenas. Después venía ese largo fogón de amigotes nuevoalberdinos con zapatillas gastadas y sano convivir proyectándose en ignotas charlas hacia lo mejor posible, que vaya si merecen.

Construyó techos y casas para otros –más pobres que él-, en su cooperativismo iniciático. Extensión en actos de su vida insurrecta que tenía sentido en multiplicación cálida de la sonrisa cómplice.


Prolongación en caños para el agua de la Vía Honda, tinglado para el Centro Comunitario, la copa de leche, el Centro Cultural, y lo que no sé… y nunca dijo.


Todo alternado con play stations, Fernet-coca, noviazgos, frescura y transparencia propias de su generación.

Peleó la vida cantando, diría alguien…


Recaudador de aerosoles para que las paredes hablen los 24 y en los meses peliagudos del 2008.

Y esa inmensa bandera que siempre portaba, la del calor en su tribu de la JP Evita, que defendió llevándose todo por delante a prepotencia de ternura en piñotas.


Y la apuesta del hoy, que comparte desde la nube junto al Lobo,

para su amigazo-hermano mayor: el Edu.


Cuando se concrete en realización, esa noche, haremos un pito catalán al destino y flameará su inmenso trapo para llenarnos de fortaleza, derramando alegría y compromiso en la continuidad de la única vida que conoció y conocemos.


Ésta, la del nosotros.

Ésta, la peronista.

Ésta, la del querido Nelson.


HORACIO BASTER

Comentarios