DE VOTACIONES Y PERSONAJES


*Por Guillermo Amor

“Sepa el Pueblo votar” fue la frase liminar que lanzara el Presidente Sáenz Peña al implementar el voto secreto y obligatorio. No fue imperativa la frase sino de razonable expectativa. Hasta ese momento no lo había podido hacer. No masiva y libremente como la Ley vino a permitir. Mucho tiempo ha pasado desde entonces y es difícil conciliar opiniones sobre que resultó del ejercicio de ese derecho democrático. Como que, varias veces desde entonces, hubo argentinos, militares y civiles, que renegaron de leyes e instituciones para desconocer el voto popular.

Los herederos ideológicos de aquellos golpistas hoy siguen en la misma tesitura: desconocer lo popular. Como personas tienen pleno derecho a opinar lo que quieran y defender sus ideas. Como ciudadanos les cabe la obligación de hacerlo en el marco de la ley. Es obvio que no debían acudir a las armas para imponer sus intereses y el hacerlo indicó claramente que se enrolaban entre quienes piensan que “el fin justifica los medios”.

Solo aceptando ese principio se pueden “justificar” muertes y desapariciones, destrucción de industrias, destrucción de conquistas sociales y laborales, absoluta desigualdad en la distribución de riqueza, ventas ruinosas del patrimonio nacional, etc. Los hechos de la dictadura parecen haber sido definitivamente juzgados ─ negativamente ─ por una gran mayoría de la sociedad. Sin embargo siguen teniendo algún tipo de reconocimiento y/o actuación pública muchos de sus amigos y cómplices. Los hechos del Menemato también parecen haber sido ya juzgados, en materia económico-social profundizó y terminó lo comenzado por la dictadura (y ello en democracia). Los que no abjuran de esta última manifestación de la antipatria y los mismos que luego la continuaran hasta que tuvieron que escaparse, siguen teniendo algún  tipo de reconocimiento y/o actuación pública.

Del primer triunfo menemista puede decirse aquello de “si les decía lo que iba a hacer no me votaban”, del segundo… mejor no hablar, aunque pueda argüirse que para el segundo mandato ya contaba con mucho apoyo de aquellos que de ninguna manera lo hubieran votado para el primero.

¿Para que tanta historia? Para decir que siempre ha habido argentinos que piensan en contra de los intereses reales del país. Y son demasiados para que pueda afirmarse, en buena conciencia, que actúan de mala fe. Los que hoy despotrican y acusan al gobierno constitucional denostando las personas que lo integran, no formando parte del pequeño núcleo de beneficiarios de la política conservadora y el no cambio, parecen mostrar una irredimible falta de objetividad y de memoria. Desde el proceso en adelante, los meros seguidores de las políticas neoliberales deberían ya darse cuenta de cuan en contra de sus intereses reales han pensado y sentido. No viven en el primer mundo que prometiera el innombrable. Todos vivieron el derrumbe del 2001. Todos saben del estado en que quedó la educación, la salud, la famosa seguridad. Pueden quejarse de lo que anda mal pero es imposible aceptar que nada sepan sobre sus causas. Todos conocen la crisis mundial y pueden leer e informarse sobre sus responsables. Todos pueden reconocer los avances objetivos y mensurables habidos desde el 2003, muchos de ellos los gozan. Se hace difícil aceptar tanta amnesia, tanto empecinamiento en sus verdades relativas. Vivimos en democracia y debemos aceptar y respetar las ideas ajenas como único medio de “castigar” a quienes no lo hacen.

¿Qué queda entonces ante el empecinamiento de los  traidores, inconcientes, a su propia causa? Tratar de que reflexionen. Tratar de que se pregunten ¿Qué beneficio les resultaría de la vuelta al pensamiento único? ¿Qué podría resultar de volver a las recetas hoy repudiadas en el mundo entero?

Desde sus propias ideas, ¿Por qué les gustaría cambiar al “despotismo” kirchnerista” y la soberbia de “esa mujer”? ¿Por la humanidad de Videla? ¿La sobriedad patriótica de Galtieri? El respeto a los bienes y las personas de José Martínez de Hoz? ¿El personal gracejo, honradez y patriotismo de Menem y/o Duhalde? ¿La sagacidad y poder de decisión de gran estadista de De la Rúa? ¿Les gustaría volver al “déme dos” o a su similar “uno a uno”, olvidando corralitos y otras linduras?

Tienen y deben tener otras alternativas. Deben exponerlas. Deben confrontarlas. Sus verdades relativas pueden cotejarse con las similares de los demás. Para que lo que anda mal cambie hay que remover causas, no dejando que las propuestas se agoten en querer solucionar efectos. No se puede hacer política sustentable del solo ataque a características personales de los funcionarios.

¿Les interesa volver a nuestras antiguas “hipótesis de guerra” contra el peligro de brasileños y chilenos? ¿Les interesa “insertarnos en el mundo” siguiendo las inefables recetas del FMI? ¿Les interesa que se mantengan y profundicen las diferencias entre compatriotas? ¿Qué los que tienen más tengan aún más y los muchos de abajo se hundan en la marginalidad y el delito? ¿Les interesa que el lomo esté a 5.000 pesos?
¿Qué proponen? Si no es aquello, ¿como se remedia esta horrenda realidad tapada por las falsedades del INDEC? ¿Cómo se solucionan los robos a los pobres titulares de las AFJP que tanto beneficiaban a los jubilados, aumentando automáticamente sus haberes?

¿Cómo se detienen las terminales y definitivas ─ para  la suerte del país ─ correrías de Moreno y odios de D´Elía? ¿Cómo hemos de erradicar los sacos cruzados y las ropas caras en nuestros gobernantes? ¿Cómo podrán detenerse el dengue, la fiebre porcina y otras maldades que Ocaña no es capaz de erradicar?
Necesitamos propuestas y revisando los medios, que tanto recogen los dichos y opiniones de la sana oposición a este gobierno de oprobio, no lucen claramente. No seríamos justos sino rescatamos algunas, de inmediato efecto positivo, como la eliminación de las retenciones (que podrían hacer subir un poco los precios de los alimentos… pero que sería bueno para los gorditos… a los que no les va tan mal). O la baja en la edad de imputabilidad (aunque podríamos tener algún problema con el hacinamiento carcelario… mejor desaparecerlos, o institucionalizar la creación de “escuadrones de la muerte”… ¿quizás matar a todos los pobres que total ni quieren trabajar?). O intensificar la mano dura (¿nombrando al Comisario Patti Ministro de Seguridad?) O remover a los jueces “garantistas”, (amparados por Zaffaroni… quizás haya que cambiar la Suprema Corte).

Rescatamos también las medidas que antiguo reclamaba la Federación Agraria y hoy reclaman otros sectores realmente desfavorecidos del campo. Nos llama la atención que similares resultan a las que se quisieron poner en práctica en los tiempos de la 125 contra la cual se irguió nuestro prohombre de altas virtudes no negativas.

Necesitamos propuestas alternativas que enriquezcan a la civilidad. Que se expongan y se cotejen y que “SEPA EL PUEBLO VOTAR”.

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