LEY DE RADIODIFUSIÓN, INDIGNANTE CAMPAÑA



* Por Alberto Nadra

Este pretende ser un post hecho desde las vivencias personales, no desde la política ni la economía, aunque inevitablemente la primera estará presente, como siempre.
Hace más de 40 años que milito en lo gremial, social y político, con los vaivenes de cualquier hombre o mujer de mi generación, y ahora la indignación por la campaña que los grupos económicos propietarios de medios están realizando contra el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, sencillamente me produce nauseas. En particular la furia del monopolio Clarín, desatada desde en Canal 13 y TN, incluìda la generosa difusión de la vergonzosa conferencia de prensa de la Coalición Cívica y la UCR.


En estas cuatro décadas largas, muchas hechos sucedieron en nuestra patria, no pocos de ellos significativos, pero que no figuran en las páginas de los grandes medios. Particularmente tuve participación en algunos, de las cuales el diario Clarín, y luego los medios de su propiedad nunca publicaron, ni publican, una línea, lo que muestra a las claras lo que entienden por “libertad de prensa” y de “expresión”.
Hubo una excepción: cuando renuncié al Comité Central del PC, en 1989. Su periodista Daniel Santoro, quien pretende dictar cátedra de Ética Periodística, consignó la noticia, pero violando groseramente en su nota el “off de record”. La “ética” periodística --he sido docente de la materia en la Universidad de Palermo-- indica que lo que se dice en “on” (en acuerdo con el entrevistado o la fuente) se publica, lo que se dice en “off” (donde no se quiere dar a conocer la información y/o la fuente), no, y ese principio lo respetaron en la cobertura de aquel suceso todos los medios, incluidos, nada menos, que Ámbito Financiero y El Cronista Comercial.


Pero sigamos la línea.
En 1968/69 fui dirigente del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional Mariano Moreno, y en ese carácter encabezamos una huelga de una semana, con corte de calles, la primera del nivel secundario durante la dictadura de la “Revolución Argentina”, contra la implantación de un nuevo plan de estudios, claramente antipedagógico y restrictivo. Marchas y otras acciones, en la que todos los estudiantes fuimos sancionados con faltas y amonestaciones hasta ponernos al borde de quedar libres fueron llevadas hasta la redacción de los medios. Ninguna línea en Clarín, ni La Nación.


También, luego del asesinato de los estudiantes Juan José Cabral (en el “Correntinazo”) y Adolfo Bello (en el primer “Rosariazo”), inauguramos una amplia movilización de repudio que logró que todos los estudiantes secundarios de la Capital lleváramos cintas negras en la solapas de nuestros sacos o los guardapolvos de las chicas, dentro y fuera de los colegios, además de realizar actos de protesta en la puertas de ingreso. Se informó, se visitó las redacciones. Ninguna línea de Clarín ni de La Nación.


Durante la misma dictadura, ya cursando Sociología en la facultad de Filosofía y Letras, comenzamos un vasto movimiento nacional, contra el examen de ingreso, con múltiples luchas y represión en todo el país. En mi caso, siendo dirigente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFYL) fui secuestrado y golpeado salvajemente por una patota policial, denuncia que realicé personalmente en la sede de los medios, con nombre y apellido, incluido el número y la exhibición del documento de identidad como exigían. Ninguna línea de Clarín ni de La Nación.
En democracia, en los días de Isabel Perón, realicé con otros compañeros denuncias personalmente de secuestros y asesinatos de compañeros asesinados por la Triple A, que fueron ignorados, facilitando el desenlace final.


Ya en dictadura videlista, como dirigente de la juventud comunista (FJC) me tocó participar en la reconstrucción de las Juventudes Políticas, y con jóvenes peronistas, radicales, intransigentes, socialistas, democristianos realizamos valientes iniciativas en medio del Terrorismo de Estado: reclamo de libertad de los presos y desaparecidos, incluido el Seminario Juvenil de la APDH, que popularizó la consigna de “el delito de ser joven”, pues jóvenes eran la inmensa mayoría de los secuestrados; apoyo al “trabajo a Tristeza” y las movilizaciones sindicales a San Cayetano por “Pan, paz y trabajo”; acciones por la paz en el Beagle, para lo que se conformó una multisectorial; solidaridad con la lucha antisomocista en Nicaragua, el proceso de repudio al intento de arancelamiento en la Universidad y de reorganización de los centros estudiantiles, secundarios y terciarios, para citar algunas. Todo detalladamente adelantado, y luego informado mediante comunicados y visitas a los medios. Ninguna línea de Clarín y La Nación.


En la misma época, como uno de los jefes de Redacción de Prensa Latina en Buenos Aires, el otro era el uruguayo Aram Aranhonian, nos tocó ser la primera agencia que emitió la Carta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar, contenida en el boletín del ANCLA que distribuyó antes de ser emboscado por un Grupo de Tareas. Me consta que la misma denuncia también fue emitida con diferencia de horas por AP, AFP, IPS y ANSA, y también me consta que nuestros adalides de la liberad de prensa la conocían. Tanto a la carta como a la versión que de ella dieron los cables de agencias que contratan para su servicio diario. Ninguna línea de Clarín y La Nación.


Con Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, Kirchner, Cristina Fernández la historia es más conocida: no se publica nada que afecte sus intereses, ni de nadie que no comulgue con ellos y quienes en cada coyuntura han decidido apoyar para negociar mejor sus intereses. Hay muchos casos que todos conocen. Siguiendo con el tono personal, y sólo para citar el más reciente, puedo relatar la grave denuncia que realicé contra Elisa Carrió –casualmente feroz cuestionadora del proyecto de nueva ley en el cambito de la comunicación audiovisual-- en febrero pasado, por su imperdonable declaración negando los crímenes de 35 años de dictadura de Stroessner en Paraguay. Fue ignorada. En marzo, la diputada Silvia Vázquez, del Partido de la Concertación, acompañada por sus colegas Agustín Rossi, Silvestre Begnis y Claudio Morgado ante otros, presentan una proyecto de repudio al “negacionismo” de los genocidios, desde el holocausto al armenio, sin dejar de lado el de los pueblos originarios, y mencionando expresa y detalladamente el caso de Carrió, en presencia de familiares de las miles de víctimas del país hermano. La conferencia de prensa se realiza en la Cámara de Diputados, al lado de su sala de prensa. Ni una línea de Clarín y La Nación.


Ahora tenemos un proyecto para reemplazar la ley de Radiodifusión de la dictadura que recoge el mandato incumplido de la mayoría de los partidos políticos argentinos, entre ellos el PJ y la UCR, en las elecciones de 1983. Que toma la posta del intenso debate en universidades, gremios, organizaciones no gubernamentales y de derechos humanos en estos más de 25 años y que fuera sintetizados en los “21 puntos” reclamados por centenares de personalidades y organizaciones en la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Y eso no es todo, se informa que ese proyecto, con toda esa historia en sus artículos y disposiciones, no va directamente al Congreso, sino previamente vuelve a la sociedad para ser rediscutido y enriquecido, y entonces sí llegar al Parlamento, con la mayor participación de los interesados y toda la ciudadanía. Y de esta historia, también, ni una línea de Clarín y La Nación.


Está claro que ni al grupo de Magneto-Noble, ni al matutino fundado por Bartolomé Mitre, el comandante del extermino de cinco sextas partes del total de nuestros hermanos paraguayos en la Guerra de la Triple Alianza, para nombrar los buques insignia de esta campaña, no les interesa la libertad de expresión ni la de prensa, sólo la de empresa, y más concretamente la de SUS empresas. No le interesa ahora, no le interesó bajo gobiernos dictatoriales, tampoco durante los democráticos, cuando no fueron herramienta para el impulso y posterior “legitimación” de los golpes de Estado.


Pero, ahora bien, ¿por qué libertad de prensa y de expresión clama Carrió y el coro derechista que la acompaña, cuando llega a decir que “No tendremos problemas en defender a los grandes grupos económicos si es para defender la libertad de prensa”?. Es como si hubiera dicho “No tengo ningún problema en apoyar a la Junta de Comandantes si es para defender a la democracia del ataque subversivo”. Se comprende mejor, entonces, su defensa del criminal Stroessner, o su paso como funcionaria judicial de la dictadura en el Chaco de la Masacre de Margarita Belén, período donde no solo “trabajó”, sino fue ascendida.


No pretendo, ya lo hicimos en este blog, opinar más a fondo sobre el nuevo proyecto, sí sobre esta campaña indignante. Quizás, por una vez, los hechos de la experiencia personal, que ha sido la de centenares de dirigentes y luchadores cuyos hechos y/u opiniones no fueron del gusto o del interés de estos medios, sirva más que sólo el análisis frío y descarnado, que también lo necesitamos.


* Presidente de Izquierda Democrática

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