DEBEN SER LOS GORILAS...


*Por Natalia Jaureguizahar

Viva el Cáncer. Esta frase apareció pintada en las paredes Buenos Aires en 1952, mientras Evita agonizaba, y sus descamisados respiraban dolor, aferrándose a la esperanza de la intervención divina, marchando con antorchas, elevando su plegaria al cielo, rogando por la salud perdida de quién los había cobijado.

Finalmente Eva se marchó, pero al irse se quedó en los corazones de sus grasitas para siempre.

Más de medio siglo pasó, y nada parece haber cambiado. Cómo si el tiempo se hubiera detenido, siguen intactos el amor de un pueblo y el odio gorila, que no soporta saber que ella aún hoy nos une.

Las tropas del “sojero pobre”, Alfredo De Angelis, pintaron de negro el busto de la compañera Evita emplazado en la casa de Gobierno de Entre Ríos en clara provocación del sector que actúa con zona liberada en todo el país.

El odio gorila no ha muerto, muestra sus garras en este agravio a nuestros más profundos sentimientos.

Estás acciones, plagadas de odios de clase, fue ejecutada por la mano de quienes se llenan la boca con la palabra Democracia, mientras convocaban a “desgastar a este Gobierno” según declaró públicamente otro de los dirigentes democráticos del sector integrado por la gente pobre del campo; Ricardo Buzzi, Presidente de la Federación Agraria Argentina.

O afirmando sin ningún complejo que “La Iglesia, el Ejército y el campo son tres instituciones que hicieron grande a la Argentina”, tal cómo lo hiciera Néstor Roulet, vicepresidente de la CRA, que no conforme con la bomba lanzada, en el mismo discurso invitó a que los legisladores nacionales que voten favorablemente el presupuesto nacional "sean considerados traidores a la patria"- poniéndolos al mismo nivel de los asesinos que bombardearon Plaza de Mayo- y advirtió que "le tenemos que hacer la cruz", en otra clara demostración democrática.

Les tengo malas noticias, a estos “democráticos” gauchos de alpargatas muy parecidas a zapatos de 400 pesos, que lo más parecido a una vaca que ven a diario es el sofá de cuero de sus lujosas salas de estar. Somos la pesadilla gorila llevada a la perfección: no vamos a olvidar nunca la dignidad que el Peronismo nos dio, y nadie podrá quitarnos nuestro amor por Evita. No pudieron con el absurdo decreto 4161 de la fusiladora, ni con la proscripción, ni con el exilio. Mucho menos podrán los embravecidos discursos de barricada, que intentan convencernos de que “todos somos el campo” - en todo caso que indiquen donde están mis hectáreas, porque de ser así, alguno de ellos me las esta trabajando y robándome las ganancias- nos versean mientras se reparten las riquezas de las que nos quieren hacer creer ser legítimos propietarios, mientras el pueblo sufre hambre en el país de la abundancia para pocos, como los pobres campesinos de camperas de carpincho.



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